La Compañía de Jesús en el país ha apostado por superar los efectos del totalitarismo, optando por espacios que desde el corazón de la Iglesia Católica apuesten por la reconstrucción del tejido social. Ofreciendo a la ciudadanía una propuesta educativa enfocada en la cultura para la democracia y en apoyar a la débil sociedad civil que crece en medio de un estado totalitario
La Compañía de Jesús retorno a Cuba en el año 1853, después de experimentar un largo ciclo de supresión y restauración de la Orden a nivel universal. Los jesuitas asentados en la isla se especializaron en la actividad educativa mediante la creación de una red de colegios.[1] Aunque entre los años 1961 y 2012 el quehacer de los religiosos se centró en las labores de atención parroquial, debido a la política de represión impulsada por el régimen autoritario Fidel Castro contra la Iglesia Católica, que condujo a la expropiación de los colegios religiosos en el año 1961.[2] A partir de los años 2010-2012, las circunstancias sociopolíticas variaron debido a los amagos de reformas del gobierno de Raúl Castro y la mediación de la Iglesia en la liberación de los presos políticos de la Primavera Negra del 2003. Estos sucesos generaron un clima favorable para restablecimiento parcial de la incidencia eclesial en la vida educativa del país.
Esta labor no ocurrió mediante la devolución de las escuelas confiscadas, sino con la apertura de centros de educación complementaria destinados a ofrecer un espacio de apoyo extraescolar. En medio de estas circunstancias, los jesuitas impulsaron la creación de varios centros socioeducativos denominados Red de Centros Loyola (conformada por seis centros ubicados en La Habana, Camagüey, Cienfuegos y Santiago de Cuba).[3]
Estos espacios se han convertido en un punto de acogida para los sectores empobrecidos de la sociedad y en un refugio para la sociedad civil independiente cubana. El elemento antes mencionado ha situado los Centros Loyola en la mira de la policía política castrista sometiendo a interrogatorio a sus sacerdotes y trabajadores. El punto clima de este ciclo de acoso tuvo lugar con la expulsión de la isla del P. David Pantaleón Rosario en el mes de octubre del 2022.
La expulsión del padre David Pantaleón
El sacerdote David Pantaleón Rosario es un jesuita de origen dominicano que se desempeñaba como superior de su orden en el país y era a su vez presidente de la Conferencia Religiosos de Cuba (CONCUR). El clérigo se hizo popular entre la feligresía de toda la isla por sus mensajes de denuncias en torno a la precarización social, política y económica que afectaba al país.[4] Esta actitud disparó su índice de aceptación eclesial, hecho que se extendió también a la sociedad civil, gozando de una aceptación social superior a la Conferencia Episcopal Cubana, que es vista con recelo por numerosos actores sociales debido a su excesiva moderación frente al régimen político.
A los hechos antes mencionados se le deben sumar los mensajes públicos del Servicio de Acompañamiento de la CONCUR a los familiares de los manifestantes del estallido social del 11 de julio del 2021.[5] Este apoyo fue creado por los religiosos bajo liderazgo de los jesuitas David Pantaleón y Eduardo Llorens, con el fin de apoyar a la situación de los centenares de manifestantes que fueron juzgados en procesos judiciales ejemplarizantes y politizados. A su vez, se acompañaba a los entornos afectivos de los presos políticos, que eran objeto de la violencia política de la Seguridad del Estado.
El liderazgo comprometido con la realidad social de este religioso fue el motivo para que la Oficina para la Atención de los Asuntos religiosos del Partido Comunista de Cuba, bajo la dirección de la funcionaria Caridad Diego Bello, decidiera cancelar su permiso de residencia en el país. Este método es una de las formas de represión de la libertad religiosa usada por el régimen político castrista. Este permiso renovable cada 2 años obliga a los religiosos extranjeros a mantener una actitud silente frente a los numerosos atropellos que vive su feligresía en el país. Además, una vez que abandonan la isla, deben mantener una actitud silente debido al temor de represalias sobre los miembros de su orden que aún permanecen en el país.
La situación de la vida religiosa en el país es bastante compleja, debido a la escasez de vocaciones nativas y la precariedad que experimentan decenas de comunidades conventuales en el país.[6] La expulsión del P. David Pantaleón constituye un escarmiento triple a tres sectores dinámicos en la vida social de la Iglesia cubana: los jesuitas, al laicado comprometido y la vida religiosa en general. Finalmente, con la expulsión de este sacerdote se anuló la voz profética de la CONCUR, obligando a convocar nuevas elecciones, que tuvo como resultado la elección de una directiva caracterizada por mantener un bajo perfil en materia de social.
Los espacios socioeducativos jesuitas
Los Centros Loyola (en particular el centro Loyola-Reina en La Habana) se convirtieron en un espacio de acogida para la diversidad de opiniones sociopolíticas y culturales en las ciudades donde desarrollan su labor. En el caso del centro habanero, el punto de partida de esta labor fue la experiencia del Fórum Loyola, un proyecto que acogió a importantes voces de la disidencia cultural bajo la coordinación de la historiadora del arte Anamelys Ramos González. Después del estallido social del 11 de julio del 2021, el Centro Loyola -Reina ha acogido en sus espacios a importantes intelectuales críticos con el sistema político, entre quienes destacan el jurista Julio Antonio Fernández Estrada, la historiadora Alina Bárbara López y el economista Miguel Alejandro Hayes.
Esta actitud de incidencia le ha generado al proyecto socioeducativo múltiples episodios de acoso policial y gubernamental. En primer lugar, se debe señalar las citaciones a interrogatorios a varios jesuitas con nacionalidad cubana, así como la aplicación de detenciones temporales en los espacios aeroportuarios a religiosos nativos durante su entrada o salida del país.
De este modo, la Compañía de Jesús en el país ha apostado por superar los efectos del totalitarismo, optando por espacios que desde el corazón de la Iglesia Católica apuesten por la reconstrucción del tejido social. Ofreciendo a la ciudadanía una propuesta educativa enfocada en la cultura para la democracia y en apoyar a la débil sociedad civil que crece en medio de un estado totalitario.
[1] Sáez Ramo, José Luis. Presencia de los jesuitas en el quehacer de Cuba. Pontificia Universidad Javeriana, Colombia, 2016, pp. 94-114.
[2] Uría Rodríguez, Ignacio. Iglesia y Revolución en Cuba. Enrique Pérez Serantes (1883-1968). Editorial Encuentro, Madrid, 2011, pp. 478-485.
[3] Fernández Otaño, Leonardo. “El Centro Loyola-Reina: una apuesta educativa de la Compañía de Jesús en la Cuba Contemporánea (2010-2018)” en Revista Estudios Sociales, Año 53, Vol. XLIV, Número 164, julio-diciembre 2021, República Dominicana, pp. 17-19.
[4] Mensaje del P. David Pantaleón con motivo de lo que sucede en el barrio de San Isidro en Vida Cristiana. Disponible en:https://www.facebook.com/VidaCristianaCuba/posts/670375690505400/?paipv=0&eav=AfaH_XXJh12zQuB6YGbI3S1H8x4F3_Gdfys4z36Ih5j1_2WYankAT8cG_t5aNoPpqLE&_rdr
[5] Conferencia Cubana de Religiosas/os apoya a detenidos del 11J para presentar Habeas Corpus. Diario de las Américas. Disponible en: https://www.diariolasamericas.com/america-latina/conferencia-cubana-religiosasos-apoya-detenidos-del-11j-presentar-habeas-corpus-n4227488
[6] La Iglesia Católica frente a los avatares de la articulación ciudadana en Cuba entre 2019 y 2021 en Revista Desafíos de la Democracia en América Latina, julio del 2022, p.22.
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