La Patria es dicha de todos, y dolor de todos, y cielo para todos. José Martí

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Ante la crisis definitiva del modelo político, debemos hacer lo que corresponde (Dossier)

La actual Constitución de la República está concebida de modo que agudiza la crisis política al imponer el imperio del PCC y un sistema electoral imposible de ser modificado e impermeable a otras fuerzas cívicas, prácticamente divide al texto legal en dos partes imposibles de conciliarse: el sistema político y los derechos ciudadanos.

02 May 2023
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Dossier de Cuba Próxima sobre aspectos sensibles de la dramática crisis cubana actual, como la represión, los presos políticos, la pobreza y la emigración. Participan los académicos Dimas Castellanos, Jorge Ignacio Domínguez, Armando Chaguaceda y Alina Bárbara López Hernández

1- ¿Cuáles son las características de la crisis cubana actual? ¿Se diferencia de otras pasadas?

Dimas Castellanos: La crisis cubana actual es la agudización de la crisis que comenzó con la estatización de la economía, la eliminación de la propiedad privada, el desmontaje de la institucionalidad existente, la desaparición del ciudadano y las pérdidas de las libertades, lo cual condujo a la implantación del modelo totalitario.

Sus características actuales son el control monopólico de la élite que ocupa el poder sobre la economía, la política, la cultura y sobre los cubanos. La diferencia con las primeras etapas de la crisis radica en el agotamiento del totalitarismo, la falta de voluntad para transitar hacia la democracia, los intereses contraídos por esa élite en más seis décadas y la disposición de adoptar cualquier modelo, como está ocurriendo con el intento de una economía de mercado a imagen y semejanza del modelo oligárquico ruso, ajeno a nuestra historia y a nuestra idiosincrasia.

Jorge Ignacio Domínguez: Hay varias diferencias, comparando con el Periodo Especial o la crisis económica de 2008-09.

No hay Fidel. No hay subvenciones soviéticas, ni venezolanas, ni chinas.

Hay centeneres, quizás miles de presos políticos en las cárceles.

Hay una propensión a acusar cualquier leve oposición de incurrir en sedición, grave crimen en cualquier país.

Hay una persistente caída de la producción azucarera.

Hay la acumulación de faltas de mantenimiento de tantas cosas, más dramáticas en el parque energético, lo que convierte desastres “naturales” en desastres causados por negligencia.

Armando Chaguaceda: La crisis cubana actual se caracteriza por su multidimensionalidad, por su velocidad, por su profundidad y por su gravedad. En muy corto tiempo la crisis se ha acelerado, multiplicado y profundizado.

Con ello se afecta cada vez más la capacidad económica que ya venía dañada por la incapacidad del modelo para regenerarse. Ya casi ni se produce azúcar; además, se limitan las remesas porque salen familias completas que no dejan a nadie en la Isla. 

También ahonda la crisis de institucional, de legitimidad del régimen y de la viabilidad del modelo. Esto se expresa, por ejemplo, en los resultados de las elecciones -que además son demasiado restrictivas y no deja opciones-.

Quizá la mayor expresión visible de esta crisis es el éxodo elevadísimo -también en corto tiempo- sobre todo de los sectores cubanos con mayor capital -de todo tipo-.

No han sido capaces ni siquiera de cumplir los propios proyectos oficiales de reforma; por ejemplo, los lineamientos del PCC, la llamada actualización y el denominado reordenamiento.

Esta crisis se puede comparar con el “período especial”, pero hay factores muy diferentes. En aquel entonces había un liderazgo histórico de lo que fue la Revolución, se conservaba esperanza en una reforma del sistema, aún había menos desgate del país y existía una mejor demografía -por citar algunos ejemplo-.

Alina Bárbara López Hernández: La actual crisis cubana no tiene precedentes en el período denominado revolucionario. Es una crisis total: económica, social, política, cultural, simbólica. Implica el agotamiento definitivo del modelo actual. La crisis económica es de vieja data, lo nuevo sería que ahora no hay modo de revertirla en condiciones que en otras ocasiones lo permitieron.

Cuba carece de dos condiciones por las cuales este modelo se pudo mantener. Una es tener un país-pilar y la otra es poder mantener a la ciudadanía apartada de las decisiones a partir del férreo control de la opinión pública. Ninguna de ellas existe hoy y eso es básico para el cambio que se está produciendo.

Cuba no está aislada geopolíticamente, pero ya no cuenta con apoyos financieros como en otras épocas, de la URSS o la Venezuela de Chávez. Los gobiernos de izquierda o progresistas emergentes en la región tienen sus propias complejidades, gobiernan en alianza con otras fuerzas políticas, deben solucionar los estragos ocasionados por el largo período de la pandemia y no van a sostener una onerosa carga, que es lo que implicaría una relación económica con Cuba bajo las actuales condiciones. Tampoco existe la posibilidad de acceder a financiamientos y créditos internacionales, por el propio endeudamiento de la Isla, su morosidad para el pago y la política de sanciones desde Estados Unidos que, por ejemplo, la ratifica sin justificación alguna en la lista de países patrocinadores del terrorismo y desestimula a los inversores extranjeros.

Este escenario se agrava pues el Gobierno cubano —siempre temeroso de compartir cuotas de poder político, en estos años de reforma declarada, ya alrededor de dieciséis—, no logró o no procuró una base nacionalista al favorecer una mediana y pequeña burguesía nacional. Ocurre que no ha estado dispuesto a facilitar y reconocer derechos políticos, ni a su ciudadanía residente ni a la emigración. A esta última la ha percibido siempre con sentido rentista. En el último año es que ha comenzada a dar algunos pasos en tal sentido, pero potenciando entre ese sector de las Mipymes a personas confiables o con relaciones clientelares con el Estado, muchas veces con relaciones de parentesco, sea por consanguinidad, sea por afinidad con dirigentes políticos. 

En estos momentos se acumula —y no sólo proveniente de los años de pandemia— una enorme deuda de pobreza. Hay sectores sociales en pobreza extrema. La llamada Tarea Ordenamiento fue mal concebida, mal diseñada, mal aplicada, en el peor momento y, como consecuencia, generó una situación caótica en el país. La padecen demasiado los sectores de jubilados, pensionados, que prácticamente no tienen cómo sostenerse.

Es una crisis absoluta, en la cual el modelo colapsa y se devora a sí mismo. Estos modelos similares al soviético dependen de un desarrollo extensivo con muchos recursos y abundante mano de obra barata. Eso ya no será posible. Hace mucho tiempo debimos tener un modelo intensivo, sin embargo, este requiere desarrollo tecnológico e infraestructura moderna —que no existe pues habría que transferir tecnología y eso es costoso—, con mano de obra altamente calificada, pero es precisamente esa fuerza laboral calificada la que se marcha a pasos agigantados en el éxodo masivo en los últimos años, provocando una enorme sangría.

Se han ido los cubanos con alguna solvencia económica, pues eran quienes podían pagar el viaje o tenían familia en condiciones de asumir los gastos. En Cuba han quedado grandes sectores que durante tiempo han sufrido abandono escolar —con noveno grado apenas. Hemos perdido la calificación laboral necesaria para establecer un modelo intensivo a corto plazo.

Estamos ante una crisis definitiva, que debe llevar a un cambio de modelo, que no podría vaticinar pues dependerá de muchas cuestiones, incluso de la ciudadanía. Sí estoy convencida que debería ser por vías pacíficas, pero la actitud del aparato represivo no me da razones para ser optimista al respecto. A mayor desgaste político y simbólico, menos estratégico es y más autoritario se torna. Ello puede acarrear resultados cruentos dada la cada vez más precaria situación social.

2- ¿Qué hecho, acontecimiento o decisión podría constituir el pilar de una esperanza?

Dimas Castellanos: La agudización del fracaso, que está en proceso, el renacimiento de conductas ciudadanas, que a pesar de la represión también está en proceso, combinado con una crisis en el seno de la élite del poder, bien por razones biológicas o de otra índole.

Jorge Ignacio Domínguez: La decisión unilateral y soberana del gobierno cubano de liberar a los presos políticos, no solamente los del 11 de Julio.

La simultánea decisión unilateral y soberana del gobierno de Estados Unidos de retornar a la política hacia Cuba que existió al fin de la vicepresidencia de Biden.

Armando Chaguaceda: Sobre la esperanza me remito a Václav Havel. La esperanza no es la certidumbre de que algo saldrá bien, sino la certeza de que debemos hacer lo que corresponde con independencia de cómo salga, de lo qué cueste.  

En este sentido, podemos señalar a los cubanos que Cuba le importa. Los encontramos en las organizaciones de la sociedad civil, las personas individuales con activismos, los emprendedores y los intelectuales comprometidos; incluso, tal vez en algunos funcionarios honestos de nivel bajo.

Con cubanos así hay posibilidades para la esperanza. Muchas naciones han llegado a niveles de destrozo como, por ejemplo, Ruanda y pueblos de la antigua URSS, que ha padecido crisis material, humana y moral, y han logrado reconstruirse.

Alina Bárbara López Hernández: La mayor implicación ciudadana sería el pilar de una esperanza, si bien comprendo que sea complejo porque este tipo de modelo de rasgos totalitarios implica una actitud pasiva de la ciudadanía. Estos modelos generan temor a la participación política e indecisión para hacerlo.

Ha sido una ciudadanía controlada a través de múltiples dispositivos, no todos por la fuerza, sino además con mensajes por los medios de comunicación y una educación muy doctrinal. Poder revertirlo será difícil, aunque percibimos signos de que se logra y esa puede resultar la esperanza.

Pero preciso algo, una esperanza en nosotros, no en alguien que llegue de fuera a salvarnos. Es la ciudadanía quien puede decir “cambiamos, no admito esto” e implicarse. Con ello no desconozco a la ciudadanía residente en otros países, pero el cambio, para ser profundo, deberá provenir de quienes por estar acá pueden hacerlo acontecer.

No soy muy optimista, pero ciertamente existen señales alentadoras.

3- En medio de abundantes circunstancias lamentables, ¿cuáles realidades a modo de signos, podrían considerarse positivas, posibles catalizadoras de soluciones?

Dimas Castellanos: La toma de conciencia del pueblo cubano de que el actual modelo no tiene perspectivas, de qué los últimos cambios, como la implementación de las nuevas Mipymes, sin libertades ciudadanas, sólo servirán para entretener y apuntalar el control oligárquico sobre la sociedad cubana.

Jorge Ignacio Domínguez: Hay una mayor disposición de publicar, en la versión por Internet, críticas o disensos en relación con asuntos variados.

Armando Chaguaceda: Es posible encontrar eso signos en los cubanos que acabo de mencionar. Por ejemplo, en las redes de solidaridad durante la pandemia, en los activismos que hacen propuestas a pesar de la represión, en los emprendedores que intentan en condiciones difíciles y sin hacer concesiones políticas, en los envíos de medicinas a Cuba, en las familias que no abandonan a sus familiares en la Isla, en la diáspora que es expresión de la tragedia y a la vez fuente para la reconstrucción.

Alina Bárbara López Hernández: Es difícil concretar signos que podrían ser catalizadores de soluciones. Sin embargo, habría un aspecto a considerar. La actual Constitución de la República está concebida de modo que agudiza la crisis política Al imponer el imperio del PCC y un sistema electoral imposible de ser modificado e impermeable a otras fuerzas cívicas, prácticamente divide al texto legal en dos partes imposibles de conciliarse: el sistema político y los derechos ciudadanos. Esto la hace inviable porque anula en la práctica los derechos y la posibilidad real de participación, pero tal incongruencia tiene lugar en un contexto en que gracias a Internet, las redes sociales y los medios alternativos, el Estado puede ser interpelado abiertamente por la ciudadanía.

Esa contradicción puede solucionarse únicamente con la redacción de una nueva Constitución, claro que elaborada por una Asamblea Nacional Constituyente cuyos delegados sean elegidos de manera democrática.

Cuando en Cuba parecía fracasada la Revolución del 30 y las fuerzas políticas estaban divididas, la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente logró unificar el sueño de aquella generación. Ahora debiéramos hacer lo mismo. Quizá parezca a muchos poco probable en lo inmediato, pero tendrá que serlo para que realmente haya una solución.

4- El cardenal Beniamino Stella acaba de visitar Cuba como enviado del papa Francisco. El Cardenal, en nombre de éste, solicitó la liberación de los presos del 11J, y en sus comparecencias sugirió la proyección de Juan Pablo II para Cuba, sus mensajes a la nación cubana y la gestión de la Iglesia en Cuba que por décadas impulsó y sostuvo. ¿Qué opina usted?

Dimas Castellanos: La liberación, si es condicional, de nada servirá. Ya eso ha ocurrió en décadas anteriores. El Gobierno la utiliza para desterrar del país a las personas que se oponen al totalitarismo. La liberación tiene que ser incondicional, acompañada de nuevas leyes que impidan regresar a las cárceles a quienes hacen uso de la libertad de expresión. Los mensajes de la Iglesia tienen un gran valor, pero caen en saco roto por las características del régimen cubano. Se requiere la liberación de los presos y la reinstauración de las libertades ciudadanas, algo que está contenido en las palabras del cardenal Beniamino Stella, pero que el Gobierno no está dispuesto a cumplir.

Jorge Ignacio Domínguez: Excelente intervención del Vaticano. Buen uso de la credibilidad del Papa Francisco frente a la oficialidad cubana.

Resalta, sin embargo, algo que no ha ocurrido: ¿por qué ha sido necesario que visite un diplomático del Vaticano para sustituir lo que pudo y debió haber hecho la Iglesia en Cuba, como ya lo hizo una vez el Cardenal Arzobispo de La Habana, el difunto Jaime Ortega?

Armando Chaguaceda: Fue positiva la visita a Cuba del cardenal Beniamino Stella.

El cardenal Stella no endosó un discurso que empleara las victimas como chantaje. Reconoció el derecho de los ciudadanos a manifestarse públicamente -en las calles-. Solicitó la liberación de los presos de inmediato y sin condición. Consideró que la crisis cubana parte de un sistema violatorio de los Derechos Humanos.

Visitó muchísimas parroquias en todo el país. Según testimonio de familiares de presos, sacerdotes y monjas, el Cardenal estuvo con la ciudadanía que sufre.

Fue un testimonio transparente y humanitario.

Esto lo diferencia de la gestión del cardenal Ortega cuando las excarcelaciones de los años 2010. En esa ocasión todo fue por medio de acuerdos cupulares, que incorporaron juegos y componendas del poder, que condonaron discursos.

Alina Bárbara López Hernández: La visita del cardenal Beniamino Stella es una buena señal. Pero sería necesaria una mayor implicación de la ciudadanía en la exigencia al Gobierno para que sean revisadas todas las causas de los presos políticos y la liberación de aquellos que no cometieron ningún tipo de violencia, los cuales son la inmensa mayoría.

También considero que, de ser liberados, sean ellos quienes decidan si se marchan a residir en el extranjero o se quedan en Cuba. La liberación condicionada a la salida obligatoria del país no sería jamás una solución.

5- De cara a una solución posible en Cuba, ¿cuál debería ser el desempeño internacional, en especial de Estados Unidos?

Dimas Castellanos: El desempeño internacional, para que sea efectivo tiene que combinar la disposición de ayuda para salir de la crisis vinculado con la reinstauración de las libertades ciudadanas. Lo ocurrido con el esfuerzo que realizó la administración Obama lo confirma. Estados Unidos cambió su política mientras Cuba no introdujo ninguna medida dirigida al empoderamiento de los cubanos.

Jorge Ignacio Domínguez: Aplaudir la liberación de los presos políticos y reiniciar las políticas que estuvieron en marcha hasta comienzos de 2017.

Armando Chaguaceda: La cuestión de Estados Unidos y Cuba debe tratarse desde dos planos.

Se denuncia a Estados Unidos por mantener las sanciones del embargo, pero debemos incorporar dos sentidos a esta discusión. O sea, necesitamos examinar hasta dónde la cuestión del embargo es propaganda oficialista, pues el país consume alimentos que provienen de Estados Unidos y vive de las remesas procedentes de ese país. También necesitamos examinar hasta dónde estas sanciones son homologables a las han sufrido otras dictaduras.

El embargo de Estados Unidos a Cuba puede ser cuestionado. Pero indudablemente este país ha sido coherente con una postura en contra de las violaciones a los Derechos Humanos en la Isla.

Europa ha sido voluble. Por ejemplo, acordaron una “posición común” y luego la derogaron, el Gobierno cubano pisotea sus planes de cooperación en la Isla y hacen como que no ven.

En América Latina prevalece una gran hipocresía acerca de Cuba. De la región debería provenir una buena parte de la solución, pero callan y dejan que sólo Estados Unidos actúe -y luego lo critican-. Así de hipócrita.

Alina Bárbara López Hernández: El mejor desempeño de Estados Unidos, en cualquier caso, estaría en no ser un molesto compañero de viaje. Sin embargo, queda claro que su relación con Cuba está marcada por pretensiones hegemónicas que son anteriores a 1959. Estima que su desempeño en los cambios internos tendría que resultar decisivo y no entiende las señales de la época, de una transformación que debe provenir del ejercicio activo de la ciudadanía y no de un país que fue incluso ocupante del nuestro.

Muchas personas dentro de Cuba no se implican más en la vida política, aun deseando cambios, para no ser acusados “de agentes” de los Estados Unidos. Se entiende que esta ha sido una falacia del aparato ideológico insular para mantener el control sobre la opinión pública, pero no deja de ser un límite a la participación activa de cubanas y cubanos en la búsqueda de justicia social y democracia.

Si bien los sistemas de partido único fueron siempre discriminatorios y excluyentes, aún en países sin la amenaza estadounidense; habría que resaltar que ciertas políticas y decisiones de Estados Unidos aceleran la crisis en Cuba, provocan mayor empobrecimiento —no a la clase política dirigente, sino a los sectores más empobrecidos—, y estimulan la represión del Gobierno cubano al incrementar el factor de intolerancia en un escenario de por sí hostil.

Asimismo, soy contraria a pedir sanciones sobre Cuba como manera de solucionar los asuntos cubanos. Lo factual muestra que no es viable, que incluso consigue lo contrario. ¿Por qué persistir en la misma estrategia?

SOBRE LOS AUTORES

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Centro de Estudios sobre el Estado de Derecho y Políticas Públicas

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Comentarios

  1. Yo, ja ja no Claudio.
    Me viene a la mente la Obra sobre aquel Romano deforme y deformador.
    Señores míos, me da la impresión la fuerte impresión de la falta de madurez de la no comprensión dialectica del fenómeno cubano y por ende no ser capaces de entender cómo funciona la mecánica del caso a la inversa
    De por ejemplo un slogans prevalecíente aunque con menos peso del moribundo y arcaico sistema capitalista y la rápida desaparición del capitalista por excelencia y simbolismos de los Estados Unidos de Norteamerica.
    NO hay una crisis de PODER.
    NO va a cambiar nada en absoluto. Aquí la política no resulta ser una afición de ignorantes sino qué un accionar de duchos y muy interesados en la inmobilidad por cuánto cualquier cambio afecta directamente el bolsillo de los implicados.

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