Valoro cada esfuerzo que se realiza por el bien de mi país y creo que la clave está en la fe, esa que vio San Agustín en el niño que trataba de sacar con un cubo toda el agua del mar.
Minutos antes de escribir esta reacción al documento Para instaurar en Cuba el imperio de la ley, el bienestar y la concordia que me envió Roberto Veiga como parte de su labor facilitadora en Cuba Próxima, veía una película croata titulada La Conversación (2024) que relataba el diálogo real entre el mariscal Tito y el arzobispo de Zagreb, beato Luis Alojzije Viktor Stepinac. El jefe comunista le dice al obispo que la fe para él era un abrigo que solo el ser humano se ponía cuando hacía frío. Aunque siendo alumno del profesor Enrique López Oliva y seguidor de las ideas del P. Cela s.j. comprendí que nunca debemos perder la fe, pienso que la situación en la Isla no arroja muchas luces de un futuro promisorio. Con ese fundamento me aventuro a repasar un poco este dossier que busca propuestas para instaurar en Cuba el imperio de la ley, el bienestar y la concordia. Creo que la fe en la libertad nunca debemos perderla, no la usamos de abrigo, sino de corazón.
Me gusta la idea de lograr una «negociación política», pero qué pasa si una de las partes se niega a sentarse a conversar. La profesora Alina Bárbara Hernández hizo público su deseo de un diálogo con el partido comunista bajo premisas como la planteada en este documento de Cuba Próxima de «incorporar la distención política y favorecer una amnistía reciproca que sea general y plena, excepto para quienes hayan cometido crímenes desde cualquiera de las partes en conflicto». El Estado se ha negado a escuchar este reclamo que cada 18 se convierte en una protesta pacífica. Creo que es clave intentarlo, pero no podemos ser ingenuos, la historia como diría el filósofo Walter Benjamín, está siendo narrada por los que ostentan el poder y la otra parte no tiene una fuerza razonable que impele a esa oligarquía a quebrar su sentir.
El punto de «garantizar los Derechos Humanos y, de este modo, liberar los presos políticos y los derechos de expresión, acceso a la información y prensa, movimiento, reunión, manifestación y asociación, incluyendo los derechos políticos», es de los que me parecen más urgentes con el aliciente de que debemos estar preparados para formar a esos medios alternativos que trataran de ocupar la narrativa en caso de transición. El daño antropológico que ha demostrado el intelectual católico Dagoberto Valdés ha coaptado a las principales voces de las distintas orillas y el discurso de venganza desde la otra orilla suele venir acompañado con un ultra-nacionalismo que uno se preocupa; si Cuba cambia ¿qué tendremos después?, Otaola «presidente».
Creo que los temas electorales, el fomento de las empresas privadas y demás argumentos que aparecen en esta propuesta de Cuba Próxima son medulares y deben ser abordados. La reforma de la Constitución es lógica, recuerdo que debatimos mucho que somos de las pocas constituciones que establecen la inamovilidad del sistema político reinante. Hubiera deseado que entre las propuestas se ponderara más el rol de la Iglesia como mediador, es la única institución con la capacidad moral y social que puede favorecer un verdadero diálogo en la Isla. Por demás, otro derecho que debe regresar es el de la libertad religiosa sin el control del PCC. Valoro cada esfuerzo que se realiza por el bien de mi país y creo que la clave está en la fe, esa que vio San Agustín en el niño que trataba de sacar con un cubo toda el agua del mar.
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( 2 Artículos publicados )
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Excelente. Abirda sin estridencias innecesarias un tema delicado. ¿Cómo cambiar a Cuba? A todos los que escucho enarbolar su oposición y críticas al Gobierno, basan su discurso en la caída del Estado, pero no he leído ni escuchado una “agenda pais” para tal transición o momento. ¿Qué va a pasar en Cuba? ¿Habrá un baño de sangre como proclama el sector más reaccionario de la emigración? ¿Nos desangraremos en una guerra que acabe de destruir lo poco que nos queda y llene de luto a todos los hogares cubanos? ¿Buscaremos el progreso, la concordia y la felicidad antes que el odio y la venganza? Son preguntas que me desvelan. Un cambio debe haber, es imposible sostener un sistema que solo funciona para quienes lo dirigen mientras el pueblo se hunde en la desesperación y la precariedad. Gracias por la oportunidad de opinar.
Excelente tu reflexión Julito, es mucha verdad el tema de la mediación y falta exigir con fuerza también la libertad religiosa, ese control a la labor tremenda de la Iglesia es inadmisible.
Querido hermano julito, sabes la manera en que te aprecio y sigo, tus palabras siempre me detienen a reflexionar. Ambos llevamos dentro la semilla de un mismo formador – o varios a la vez – y eso tiene un peso grande a la hora de las valoraciones. Los sociólogos e historiadores sabemos muy bien que, lo que muchas veces en teoría suele parecer muy bien, en la práctica no lo llega a ser. Soy de los que pienso que con las dimensiones que ha alcanzado el fuego entre las muchas partes hoy, la ingenuidad no podrá extinguirlo. Se ha sembrado mucha cizaña donde debió plantarse trigo. La pregunta es: ¿quién debe cambiar? A partir de las respuestas que encontremos a ella nos podremos percatar mejor del por qué teorías y prácticas son difíciles de conciliar. En una cosa estamos en perfecta alineación, son precisos grandes cambios.