«La parábola del Vino Nuevo y los Odres Viejos»
Independientemente de cada situación personal y las distintas sensibilidades, todos los cubanos, residentes en la Isla y la diáspora, compartimos y declaramos con orgullo nuestro origen, porque todos y cada uno de nosotros queremos a nuestra patria – como debe de ser-. A Cuba le deseamos lo mejor y nos sentimos comprometidos con su presente y futuro.
Nuestro país necesita llevar adelante, «voluntariamente y sin ruptura», una densa agenda reformista por el beneficio de todos, mediante consenso, que requiere el apoyo de una mayoría cualificada, de entre las distintas fuerzas sociales, políticas y de oposición. La experiencia de otros países así lo recomienda y nos puede servir de gran ayuda, si bien no existe una teoría general que pueda aplicarse a todos los procesos, pues cada uno tiene sus peculiaridades.
Nuestra fortaleza, aunque parezca lo contrario, reside en la pluralidad. Es un caudal importante y fundamental para el enriquecimiento del debate político y el consecuente desarrollo de la nación, pues todos compartimos nuestra «cubanía», desde distintas visiones.
Viene a mi mente la «Parábola del Vino Nuevo y los Odres Viejos», que nos transmite una poderosa lección sobre la renovación espiritual y la adaptabilidad a nuevas situaciones. Ella invita a examinar nuestras propias resistencias al cambio y considerar cómo nuestras «viejas estructuras» (de creencias, hábitos y prejuicios) pueden limitar la capacidad de aceptar y abrazar nuevas enseñanzas, ideas y oportunidades. De este modo, dicha Parábola ratifica que el futuro siempre puede está en nuestras manos.
En esta hora triste de la historia, nos corresponde -sin opción- abrir la puerta y admitir la ayuda y consejos de aquellos que antes de nosotros han pasado por situaciones semejantes, y emprender nuevos caminos. De lo contrario, estaremos haciendo derroche de incapacidad y nuestra historia será la de un fracaso colectivo.
SOBRE LOS AUTORES
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Qué % de probabilidad existe de que la Tiranía Totalitaria Estalinista (TTE) acepte un diálogo con la oposición, y en el supuesto caso que la aceptara, quienes poseen las condiciones necesarias para representar a nuestro pueblo en tal Diálogo, cuando la TTE ni siquiera reconoce a ninguno de los millones de cubanos que quieren el cambio con la máxima urgencia.
En lugar de estar perdiendo el tiempo hablando de un supuesto Diálogo Nacional, lo que deben hacer es organizar a toda la oposición en torno a un programa sometido a un referendo de todos los opositores.