La Patria es dicha de todos, y dolor de todos, y cielo para todos. José Martí

La Patria es dicha de todos, y dolor de todos, y cielo para todos. José Martí


Cuba necesita fuerzas de izquierda y de derecha con suma racionalidad y asentadas en valores

03 Feb 2025
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Imagen © La Voz de Galicia

I

Los cubanos podemos ser ciudadanos apreciados del mundo porque somos dignos y generosos, hasta en las peores situaciones. También porque quizá alcancemos a ser laboriosos y democráticos, sobre todo por la manera libre y respetuosa con que promovamos nuestra cosmovisión ideo política y nos relacionemos con las otras.

Para conseguirlo, la propuesta de refundación del Centro de Estudios «Cuba Próxima», titulada La Cuba que queremos (09, 2023), convoca a una República de derechos, con deberes, ciudadanos libres y plurales, que procuren una democracia social y política, con cultura y bienestar compartido. Indica además un conjunto de principios que luego desarrolla en horizontes de la política. Ejemplos de estos horizontes, Derechos Humanos; Estado democrático; elecciones libres; sociedad civil; desarrollo económico y bienestar; defensa del trabajo; cultura y educación; protección social; orden público, defensa y seguridad; relaciones internacionales; carta magna; y reconciliación nacional.

Los principios que sostienen esta propuesta sociopolítica de refundación son: 

1- Libertad, Derechos Humanos y progreso para todos los cubanos.

2- Soberanía del pueblo cubano y de la nación cubana.

3- Inclusión política, social y económica. Disfrute por todos los ciudadanos de los mismos derechos y oportunidades. Atención a los grupos sociales vulnerables e históricamente marginados. Replantear los programas dedicados a personas con capacidades diferentes, cuidado de personas mayores. Desarrollo integral de la infancia y la adolescencia. Lucha contra todo tipo de violencia, aprobación de una ley contra la violencia de género.

4- Institucionalización de una sociedad civil autónoma, democrática y pluralista. 

5- Modelo de Estado democrático, incluyente y pluralista, descentralizado y con independencia entre las ramas del poder, autonomía de los gobiernos locales y una administración pública racional y eficaz, bajo el imperio de la transparencia y la Ley.

6- Modelo económico democrático, con centralidad del Trabajo Decente, orientado al desarrollo y el bienestar general.

7- Acceso universal e integral al bienestar por medio de una educación democrática con altos estándares científicos, técnicos, humanistas y éticos; atención de salud integral, incluida la prevención; un sistema sostenible de pensiones y seguridad social; protección a personas y grupos sociales en situación de vulnerabilidad, no aptas para trabajar, que carezcan de familiares en condiciones y voluntad de prestarle ayuda; política medioambiental basada en diagnósticos y sugerencias de la ciencia, sobre los principios del derecho ambiental, orientada hacia la prevención y solución; y desarrollo de una defensa civil que responda a catástrofes naturales, sanitarias, humanas u otras.

8- Concertación política y reconciliación nacional basada en la necesidad de paz, justicia y transparencia.

9- Institutos militares y fuerzas policiales –con carácter «civil»– de acuerdo con el respeto de las normas constitucionales y legales; comprometidos con la soberanía nacional y ciudadana y con la responsabilidad internacional por la paz a través de la ONU de acuerdo con el Derecho Internacional, y de los mecanismos para la lucha contra el crimen organizado en el orbe y el hemisferio.

10- Relaciones internacionales asentadas en la defensa de los Derechos Humanos, la cooperación y la paz.

Recomiendo estudiar esta propuesta. Su introducción, autoría de la profesora Teresa Díaz Canals, asevera que «en este programa se hallan, además de las ansias de renovación, el respeto, la justicia, la visión de desarrollo sostenible, una invitación a la reconstrucción física y moral de la sociedad devastada, acompañada al mismo tiempo de la feliz ausencia del atavío del odio.»

II

Sin embargo, el avance hacia esa sociedad cívica y prospera demanda una estrategia política capaz de convertirse en tejido social. Los autores del dossier de «Cuba Próxima», titulado D FRENTE. Una ruta de acción cívica plural para la transición pacífica en Cuba (05, 2023), sostienen cuatro imperativos para lograrlo:

1- Optar por una transición hacia la libertad, el pluralismo político, el respeto a los Derechos Humanos según los estándares internacionales, la reconciliación nacional –imprescindible para salvar la nación después de tantos años de odio y represión–, la convivencia pacífica, y la democracia como método político y forma de gobierno que brinde felicidad y prosperidad al pueblo cubano.

2- Disponerse a la articulación de quiénes poseen visiones, perspectivas y estrategias de acción a favor de una transición cívica y democrática.

3- Formular una ruta estratégica que utilice los espacios constitucionales y legales para avanzar acciones legitimas, viables y sostenibles que privilegien la participación ciudadana a favor de la democratización.

4- Constituirse en interlocución respetuosa del Derecho Internacional, que parte del respeto por la soberanía indelegable del pueblo cubano y ofrece una forma de ver la política no como negocio para enriquecerse sino como servicio al país y sus habitantes.

Estos cuatro imperativos resultan fundamentales porque, de lo contrario, «las intransigencias aberrantes», de un lado y del otro, prefigurarán otro lamentable destino próximo. En tal sentido, el editorial de «Cuba Próxima», titulado En Cuba urge una solución (06, 2022), aboga por organizar un frente de concertación comprometido con valores que permitan dirimir democráticamente los desacuerdos, colocar al país en condiciones de afrontar los peligros nacionales y devolver la República a la gestión plural de los ciudadanos.

III

Cabe destacar que todo ello requiere de actores cívicos cualificados, pues en cualquier circunstancia el mayor desafío está en conseguir sujetos políticos capaces. Los autores del dossier de «Cuba Próxima», titulado Necesitamos pasar al campo de la política para encontrar una solución democrática, pacífica y respetuosa de los Derechos Humanos (02, 2023), identifican las características de los sujetos políticos que necesitamos.

Si bien en sus respuestas buscan el perfil necesario para un hipotético primer mandatario durante un eventual periodo de transición, esbozan los rasgos generales que deben prefigurar a los sujetos de la política cubana inmediata. Estos son:

1- Centrados en Cuba, no sobre todo en un partido político o una ideología, y con una indubitable hoja de servicios a favor de los intereses nacionales.

2- Dispuestos a recibir una carga añeja de frustraciones del pueblo y soportar los fracasos que provengan de una gestión dolorosa de transformación.

3- Sostenidos por la inteligencia, el altruismo, la honestidad, la serenidad, la humildad y la templanza; por la capacidad de escuchar, dialogar y ser audaces; por la experiencia y el conocimiento de las leyes y la capacidad técnica; por la destreza para el trabajo individual y colectivo; y por el conocimiento profundo de los problemas de Cuba.

4- Capaces de una visión de nación, de país y de Estado -en esa jerarquía- que dinamice un profundo cambio social -también en lo existencial y moral-; de respeto a la ley; de sentido institucional en el ejercicio del gobierno; de apertura a la pluralidad y la emigración; de superar los resquemores del pasado y resolverlos con medidas consensuadas entre todos; de tomar decisiones complejas sin romper el consenso, evitando la desestabilización del Estado; de enfrentar con firmeza y sensatez las ínfulas de los nacionales poderosos; y de encarar a cualquier poder extranjero sin propiciar empeoramientos de conflictos.

La mediocridad política únicamente establece despotismos. Por ello, Cuba necesita de fuerzas de izquierda y de derecha –sobre todo con suma racionalidad y asentadas en valores–, que liberen, reconcilien, democraticen y desarrollen.

IV

Pero cualquier ruta de tal índole necesitará una distención que incluya al actual poder, quien además deberá disponerse a un ensanchamiento del quehacer sociopolítico nacional, como propone la declaración de «Cuba Próxima», titulada No es posible aceptar más destrucción y pobreza (10, 2023).

En tal sentido, por ejemplo, sería necesario que el poder garantice los Derechos Humanos, de modo que sea posible liberar los presos políticos y los derechos de expresión, acceso a la información y prensa, movimiento, reunión, manifestación y asociación, incluyendo los derechos políticos.

También debería facilitar una legislación empresarial y comercial capaz de establecer un modelo económico eficaz y eficiente, así como una Ley Electoral Provisional (09, 2023) —tal vez de empleo en una sola ocasión— que dé acceso a una ciudadanía plural a las instituciones públicas de representación, en un contexto aún carente de reglas e instituciones democráticas —que quienes resulten electos deberán comenzar a crear—, sin sólidos medios de comunicación, sin organizaciones de la sociedad civil «establecidas» y sin fuerzas políticas «establecidas».

De ocurrir lo anterior, estas autoridades elegidas deberán emprender un desarrollo legislativo de estos derechos y establecer condiciones sociales, económicas y políticas que aporten a la estabilidad del país. Asimismo, deberán consolidar las bases jurídicas, institucionales, cívicas, culturales e intelectuales para la convocatoria de un proceso constituyente.

Tales autoridades no deberían ser una especie de comisión electoral que gestione unas elecciones dentro de 3 o 6 meses, que aún serían sin condiciones; sino acaso un mandato para que —quizá durante 3 años— estabilicen el país, mientras lo entregan a unas sociedades civil y política, ya suficientes para establecer la Cuba que queremos.  

En estos desempeños, será imprescindible también ajustar el marco constitucional porque, de lo contrario, sería imposible acometer esos retos. La actual Constitución de 2019 posee carencias, contradicciones e impedimentos para garantizar los derechos fundamentales, el imperio de la Ley y la democracia política, las elecciones libres y la transparencia pública. En este sentido, la actual Ley de leyes podría modificarse selectivamente por el nuevo Parlamento a través de una reforma democrática, aunque sólo como punto de partida provisional para desarrollar las sociedades civil y política, y las condiciones sociales y políticas requeridas, que conduzcan a un proceso constituyente por medio del cual el pueblo establezca el país que desea.

De este modo, transitaríamos hacia una asamblea constituyente auténtica y promisoria, con la participación de todos los sectores socioeconómicos y las distintas posiciones políticas, asentada en dinámicas libres, plurales y democráticas, de genuino diálogo y concertación. Con la responsabilidad de establecer quizá —además de la nueva Constitución— una nueva Ley Electoral que, una vez aprobada dicha Carta Magna, convoque a elecciones generales de acuerdo con la voluntad del pueblo soberano.

Ciertamente, algo así parece imposible, pero si deseamos una República cívica y razonable, factible sólo por medios racionales y cívicos, estamos forzados a intentarlo, porque se agota el tiempo de lo todavía posible.

V

Esto exigiría —reitero— de sujetos dispuestos, pero además que posean «peso político» y sean capaces de una «negociación» entre exponentes del tejido social y político ciudadano y el Gobierno. Es decir, una «negociación» orientada a la libertad y los Derechos Humanos, la democracia y el imperio de la ley, el bienestar y la paz. Estos principios han de ser innegociables —como defiende el editorial de «Cuba Próxima», titulado En Cuba urge una solución (06, 2022)—.

Sin embargo, tener «peso político» demanda capacidad de aportar o de atraer recursos económicos, políticos o de fuerza. Por un lado, habría que profundizar acerca de qué personas y ámbitos de la oficialidad poseen esta capacidad y estarían dispuestas a una «negociación». Por otro lado, aunque las sociedades civil y política que optan por una transición no poseen esta capacidad, sí resultan imprescindibles para sacar al país de la crisis, establecer el desarrollo y asegurar la estabilidad, y los poderes de Estados Unidos necesitan —políticamente— una apertura del Estado cubano a sus sociedades civil y política para poder impulsar una normalización efectiva de las relaciones bilaterales. En estas necesidades podría radicar el «peso político» —aunque tal vez sólo en potencia— de la ciudadanía cubana —no oficialista— organizada civil y políticamente.  

Mas no existe una posibilidad expedita para una «negociación» de este tipo. El Gobierno de la Isla, si bien descansa en un poder establecido de manera suficiente y posee una amplia gama de actores cualificados, carga con una «bruma» —por usar una metáfora— que le dificulta asumir soluciones efectivas, definitivas. Las sociedades civil y política —donde quizá prevalece el furor con el Gobierno, abundan las denuncias sobre este y comienza a naturalizarse la protesta pública— está muy lejos de pasar al campo de la política real —con sólo excepciones—.   

De este modo, acaso la solución de la crisis cubana, la apertura del Estado a sus sociedades civil y política, y una eventual «negociación» entre exponentes del tejido social y político ciudadano y el Gobierno, demandan de un tercer actor —internacional y tal vez colectivo— que lo facilite. Es decir, un acompañamiento internacional que brinde apoyo, compañía y mediación, e integrado por dinámicas de políticos, gubernamentales, sociales e institucionales y de reconocidos lideres internacionales.

En el actual momento de la historia nacional, quizá como nunca, Cuba necesita del mundo. Cabría entonces interrogarnos si los actores globales capacitados consideran que ahora resulta conveniente implicarse en la salvación de nuestro país. Los cubanos necesitamos que decidan hacerlo.

SOBRE LOS AUTORES

( 104 Artículos publicados )

Director de Cuba Próxima. Jurista y politólogo. Miembro del Diálogo Interamericano. Editor de la revista católica Espacio Laical (2005-2014) y director del Laboratorio de Ideas Cuba Posible (2014-2019).

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