El Laboratorio de Ideas Cuba Posible desarrolló sus trabajos entre 2014 y 2019, cuando fue quebrantado por el poder de la Isla. Resultó una obra significativa de muchísimos cubanos y amigos de Cuba, que forma parte del pasado, pues constituye fragmento esencial de las oportunidades nacionales malogradas para siempre a causa de la más rancia e inepta oficialidad.
Cuba Posible tuvo su antecedente en la etapa 2005-2014 de la revista católica Espacio Laical, encargada por el cardenal Jaime Ortega para el análisis y debate sociopolítico. La tesis de licenciatura en periodismo del politólogo David Corcho Hernández, en 2013, versó acerca de la revista. El autor publicó un breve resumen en el No. 84 de la revista Temas con título Visiones sobre el bien común: el discurso público de Espacio Laical.
Allí sostiene:
Casi todas las fuentes entrevistadas coinciden en que el proceso de cambios económicos y sociales que acontecen en Cuba desde mediados de los 2000 influyó decisivamente en el nacimiento de EL. En este contexto, los llamados al diálogo hechos por el presidente Raúl Castro fueron muy bien atendidos por el Arzobispado de La Habana. Y la Iglesia, siempre pendiente del ánimo del gobierno, pudo haberlo interpretado como el momento para dar un paso más atrevido en su política secular de influencia social. Aunque antes debían lograr un pacto tácito de buena convivencia con las autoridades.
Estas causas —un nuevo clima político, un grupo de clérigos y laicos preocupados por influir en los asuntos públicos, y un pacto de buena vecindad con el gobierno cubano— hicieron ver a grupos de la sociedad civil que EL era un lugar posible de expresión, que contaría con la tolerancia del Estado y también del Episcopado. Personas de distintas ideologías acudieron a las páginas de la revista y con sus debates y presencia recurrente demostraron que a veces es posible el entendimiento racional sin negar las diferencias; e incluso, que hacer explícitos los disensos, a menudo, resulta mejor que opacarlos o postergarlos.
Luego agrega:
La política editorial de la revista no solo ha sido una prueba de que criterios sustancialmente distintos pueden construir un discurso público donde se hagan visibles los acuerdos tanto como los desacuerdos, sino que también supone una brillante estrategia de los gestores de EL, quienes, al utilizar el principio del pluralismo y la libre expresión, han logrado introducir en el debate político los puntos de vista de una parte de la Iglesia cuyas ideas permanecían en penumbras.
Esas propuestas, en la voz de los intelectuales católicos, son escuchadas y no simplemente toleradas, porque viajan de la mano de sus contrapartes en un producto comunicativo plural. Y no son juicios faltos de razón: en ellos se hace ver la inteligencia y la sensatez, el ofrecimiento claro y fundado de un proyecto de sociedad. Es evidente que todo esto ha sido muy bien planeado, fruto de la meditación.
Y culmina:
Una intencionalidad política semejante no concuerda con las posibilidades más bien modestas de una simple revista. Esto puede ser explicado, tal vez, porque además de haber sido un medio de comunicación, EL ha cumplido otras dos funciones: primero, fue algo parecido a una institución política, en tanto a falta de mejores ámbitos, asumió el papel de representar a sectores de la sociedad cubana dispuestos a examinar aspectos controvertidos de la actual reforma, que han quedado pospuestos por un debate público amparado por la oficialidad; en segundo lugar, porque la revista guarda semejanza con los llamados think tanks (tanques pensantes). Sería demasiado apresurado declarar que EL pretendió ser una organización de este tipo, sin embargo, es posible encontrar en sus páginas proposiciones muy detalladas sobre los pasos más convenientes, la filosofía y el rumbo deseable de la reforma. Por otra parte, no ha sido necesario profundizar demasiado en el discurso y las entrevistas para advertir un deseo latente en muchos autores por influir, de cierto modo, en la política. No debe extrañar que ocurra de esta manera: desde Platón, por lo menos, algunos pensadores han sentido la necesidad de introducir, en los dominios del Príncipe, las ideas guardadas en sus cabezas, pues es habitual que los intelectuales se sientan inconformes con el estado de las repúblicas. Y a falta de mejores instituciones en Cuba, la revista vino a suplir —hasta cierto punto— las funciones de una institución política en sentido recto. (pp. 104-105).
Pero este quehacer encontró desaprobación en los sectores más radicales políticos-ideológicos y, por ello, el 10 de junio de 2014 la Iglesia canceló su labor. El 8 de septiembre de ese mismo año inició los trabajos el Laboratorio de Ideas Cuba Posible.
El economista Pedro Monreal definió al Laboratorio de Ideas del modo siguiente:
Una confederación intelectual muy elástica, que incluyó diferentes posiciones teóricas y perspectivas ideológicas, que tuvo una connotación política directa, pero no como entidad que se ocupara de “hacer política”, sino como un espacio donde se ofreció densidad al debate público e influyó sobre “quiénes deciden” (Cuaderno de Cuba Posible No. 73, pp- 28-29).
Para el ensayista e historiador Rafael Rojas, la relevancia de Cuba Posible pasa por una capacidad demostrada de colocar a dialogar, en un mismo foro, a sujetos nacionales diversos en un contexto de complejización y pluralización de la esfera pública cubana.
Rojas afirma:
El proyecto Cuba Posible se inscribe en el proceso de complejización que vive la sociedad civil cubana desde los años 90, y que se acelera entre 2011 y 2012 con las reformas económicas emprendidas por el gobierno de Raúl Castro. El sentido de esa complejización podría caracterizarse, desde el corpus de la teoría de las transiciones democráticas de fin de siglo, como una lenta y gradual desagregación y autonomización de sectores sociales, antes adscritos a la esfera del Estado.
Sostiene, además:
Que tanto Espacio Laical como Cuba Posible provienen de vínculos fuertes con el Arzobispado de La Habana y del laicado cívico cubano, justo en el periodo en que la Iglesia católica refuerza su presencia en la Isla, entre las visitas de Juan Pablo II (en 1998) y Benedicto XVI (en 2012), con vista a la negociación entre “cambio institucional y continuidad legal”, propuesta como mecanismo típico de las transiciones democráticas por el estudioso de la sociedad civil Andrew Arato, profesor de la New School en Nueva York. (Cuaderno No. 73, pp- 29).
Cuba Posible laboró además con el proceso de normalización de relaciones Cuba-Estados Unidos, de Raúl Castro y Barack Obama. Ello fue dable porque desde 2005, en Espacio Laical, esto fue incorporado como política. De inmediato progresaron los vínculos con cubanos que también lo pretendían, en la Isla y en la emigración, y con amplios e importantes sectores estadounidense a favor de ello.
El Gobierno arremetió contra Cuba Posible sobre todo porque alcanzó legitimidad, incluso en bases y cuadros de la propia oficialidad. Por ello consideró que instituía la duda en los suyos cuando requería la fe de estos y eso la convirtió en el mayor peligro.
Quebrantaron las condiciones de trabajo y la reputación política, visitaron las universidades y los medios de comunicación del país prohibiendo colaborar con el Laboratorio y quienes no obedecieron fueron expulsados. En marzo de 2017 el presidente Raúl Castro, en sesión extraordinaria del Parlamento, canceló su “reforma” y la TV transmitió entrevistas a diputados que expresaban desaprobación de las posturas “posibilistas”; además, el periódico Granma dedicó una página completa en contra del “obamismo”, “centrismo”, “posibilismo”.
Agudizaron una campaña de unos cuatro meses a través de los medios del PCC, pero también fue muy amplía la participación a favor de Cuba Posible. En paralelo, desplegaron un sutil quehacer con instituciones del extranjero para que le retiraran el apoyo, lo cual resultó fácil porque siempre trabajó con entidades extranjeras que, a pesar de diferencias ideo políticas, estaban en contacto con instituciones oficiales. Aún más sensible fueron los procedimientos no públicos, sino orientados a lo personal y familiar.
Sobre el llamado “posibilismo” el profesor Jorge Ignacio Domínguez -en su texto “Cuba Posible, centrista no fue”, publicado en Cuba Próxima- aseveró:
Cuba Posible fue posibilista porque partió de un consenso, aprendido de la literatura latinoamericana, incluida la cubana, de mediados del Siglo XX: lo real maravilloso. CP estuvo anclada en la realidad de Cuba en el Siglo XXI. Consciente del socialismo oficial como realmente (mal) funcionaba. Motivada por la maravilla que la imaginación permite a cualquier ser humano, que en el caso de CP fue considerar cambios constitucionales, políticos, económicos, y sociales para una Cuba mejor.
Acerca del supuesto “centrismo” de Cuba Posible también comentó el profesor Domínguez:
No fue centrista, pues nunca estuvo en algún “centro” entre el autoritarismo y la democracia. Siempre expresó su criterio democrático. Nunca estuvo en algún “centro” entre coerción y libertad. Siempre se expresó a favor de la libertad de creencias, de expresión, de publicación, de asociación, y de participación. Nunca estuvo en algún “centro” entre el respeto por, y la violación de, los Derechos Humanos. Siempre abogó por su defensa, y por la ampliación de la Carta de Derechos que promete la Constitución de la República, e insistió que se cumplieran plenamente.
Cuba Posible no fracasó, quien fracasó fue la represión, al menos por cinco razones.
Primero, demostró que era posible, inclusive en un régimen no democrático, abrir un espacio para discutir, dialogar y discrepar civilizadamente, más allá de otros espacios limitados con auspicio oficial; que además comenzó a educar sobre cómo se discrepa y por qué ello resulta bueno y sano; y del respeto a las personas y los criterios que demanda todo diálogo. A la vez no se limitó a una franja social y política, pues -si bien no absoluta- incorporó una gran amplitud.
Segundo, no sólo ofreció testimonio acerca de una amplitud temática, sino además solidaria. No fue el Cardenal Arzobispo de La Habana, ni fueron los reformistas del PCC, sino un grupo mucho más heterogéneo que descubre que existe y, por tanto, genera vínculos de respeto, apoyo, amistad y siempre solidaridad. Fue parte fundamental del nacimiento de la “sociedad civil” en el importante sentido técnico de esa expresión.
Tercero, demostró que hubo, y que hay, opciones, no solamente una. No se trata simplemente de conservadurismos, represiones, revanchismos, porque existe una gama de posibilidades. El centrismo, promovido como insulto, es valioso, productivo, democrático y esperanzador.
Cuarto, las ideas de Cuba Posible son semillas que perdurarán. Ciertamente, no todas, pues algunas se perderán, pero la siembra hará posible una enorme cosecha.
Quinta, quien fracasó fue la represión. Al intentar desacreditar a Cuba Posible y asfixiar sus posibilidades polarizaron las circunstancias y lograron una oposición francamente radical. De ese modo quedó demostrado que cerrar las puertas y las ventanas jamás será una opción política estable.
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