Diálogos entre la historia y la cultura
La independencia de un país y su correspondiente soberanía como nación, son gestiones que le competen, única y exclusivamente, a cada pueblo por separado. Los procesos cívico-políticos se originan y se ponen en marcha a partir del empuje y la pericia de los colectivos de patriotas al interior de cada país. Para ellos, nunca deberá constituirse en decisiva la opinión que, al respecto, se genere en otras naciones.
Sin embargo, en este breve artículo escrito y publicado por José Martí en el periódico Patria, en 1893, hay una vocación explícita de criterios formulados por la prensa estadounidense en torno a la calidad patriótica de la causa cubana. Martí identifica esos juicios tan favorables con el objetivo de diagnosticar el estado del aliento independentista de los criollos en la prensa norteamericana, sabedor de que, en tiempos de febriles discursos afiliados a la anexión de Cuba a los Estados Unidos de América, es saludable resaltar las voces que en ese país generaban opinión pública en torno a la legitimidad y el talante de los muchos buenos patriotas cubanos comprometidos con las ideas y las acciones de la revolución.
La independencia de Cuba y la prensa de los Estados Unidos
Por José Martí
Cuando el interés actual o futuro, el miedo al sacrificio, y la tradición oligárquica, pudieran intencionalmente demorar o impedir, en Cuba y en Puerto Rico, el conocimiento del espíritu y fines del Partido Revolucionario Cubano, cuando el temor exagerado de la inevitable lucha, y el poco saber de los cubanos mismos sobre los recursos suficientes de Cuba para la guerra y la república, mueven a hombres inútiles a desear, para el final urgentísimo, el remedio fantástico de la anexión a los Estados Unidos -que es a la política verdadera de Cuba como la alquimia a la química, y a la política verdadera de América como el veneno en la copa; cuando pudieran a los cubanos ignorantes o imprevisores tener en menos de lo que deben el esfuerzo cordial de sus compatriotas por componer en una política equitativa los restos desordenados o dañinos de la guerra descompuesta, y de la política equivocada de la paz-, es oportuno tomar nota del respeto que el Partido Revolucionario Cubano inspira a la prensa extranjera, y principalmente, a la de los Estados Unidos.
Patria hubiera podido, y debido acaso, publicar las apreciaciones con que algunos de los periódicos de más peso del Norte, como el Herald y el Sun, el Times y el Journal of Commerce, comentaron los actos públicos recientes del Partido Revolucionario Cubano, y los relatos y juicios de los diarios de peso del Estado de la Florida, que vieron de cerca los métodos y fines del Partido, y castigaron de alto y por anticipación, a los que, por error de ligereza o voluntad enemiga, quisiesen presentar los trabajos encaminados a reunir con energía y rapidez los recursos necesarios a la revolución como trabajos personales y alocados con el fin preciso e inmediato de intentar la revolución sin recursos, o sin más que aquellos escasísimos que pueden venir del fanatismo, la vanidad y la imprudencia. Pero Patria vive más preocupada de lo que queda por hacer, que de lo que tiene ya hecho, y fin a la larga en la honradez de sus compatriotas.
Mas si hoy viene a cuento, por el servicio público que importa, la reproducción de algunos de los conceptos, ya que el espacio no permite la de todos, con que el periódico más respetado de Filadelfia, el Public Ledger, comenta la recepción de los cubanos de aquella ciudad al Delegado del Partido. De los muchos diarios de aquella ciudad, donde la cuestión de Cuba es hoy muy llevada y traída, no dejó de escribir con visible estimación, la entusiasta asamblea, lo que es muy de notar, particularmente, por el hecho de que la última de las resoluciones de ella se declaraba, en plena verdad, hostil al pensamiento de anexión, que los observadores ligeros, hechos a ver sus deseos como soluciones, creen más arraigado en esa ciudad misma de Filadelfia, donde fincan hoy intereses muy valiosos, y para Cuba infecundos, en la extracción y transporte de la riqueza minera del Departamento Oriental. Pero de entre esas opiniones, ganadas naturalmente con una política franca y viril, sólo extractará Patria la del periódico que guía y refleja mayor suma de opinión en el Estado de donde, por intereses cubiertos de traficantes codiciosos y ásperos, han solido nacer en no lejanos días crueles, censuras de Cuba y de sus hijos. Así empieza el artículo “Cuba Libre” del Public Ledger del 18 de agosto:
“Anoche se celebró una reunión de cubanos y simpatizadores con la independencia de Cuba. El mundo todo ama a quien sabe amar, y a quien ama a su patria. La causa de Cuba despierta simpatía por muchas razones; pero principalmente por el respeto que merece el sentimiento que anima el actual movimiento revolucionario. En cuanto se puede juzgar por los sentimientos patentes en los oradores y en la concurrencia, éste es un movimiento vigoroso y digno en todo sentido de hombres honrados y amigos de su país.”
Censura luego el artículo a los cubanos que creyesen que unas cuantas libras de pólvora, o de dinamita, podían echar a España de su colonia valiosa; y de esta parte del artículo, viniendo como viene esta opinión del diario de más fuerza, y de más relaciones, del Estado de Pennsylvania -lo más útil y oportuno es sin duda la frase en que dice, al hablar de los remedios posibles de la situación de Cuba, que-: “las negociaciones con los poderes extranjeros serían tan ridículas como el cambio de rey de las ranas, que se cansaron del rey de palo y cayeron en el rey estornino”.
Pero el párrafo más jugoso, y de más provechosa advertencia para los que hubieran podido equivocar el modo de dirigirse a un país altivo, y libre por su propio esfuerzo, el párrafo que indica lo que se puede aprovechar de estos vecinos nuestros en nuestra situación, y lo que se debe esperar, es el que cierra el artículo “Cuba Libre” de un diario no se escribe una sola palabra en vano, y dice así:
“Aparte de la simpatía con que los Estados Unidos han visto la lucha de Cuba por su independencia, hay una razón de mucha monta para que, como nación, tome un interés profundo en la suerte de Cuba. Hay una política de naciones, como hay una política de barrio, y ha venido a ser pesadilla constante de los que piensan en estas cosas la idea de que Cuba cayese en las manos de Inglaterra o Alemania. Los Estados Unidos no pueden tomar a Cuba bajo su protección; pero tampoco pueden ver esta rica y adelantada isla en manos de un poder extranjero y tal vez enemigo. El daño a nuestro comercio sería muy grande, y mayor el de nuestro prestigio. Pero esto tiene comparativamente poco que hacer con nuestros afectuosos sentimientos hacia Cuba y sus patrióticos ciudadanos, que nacen del deseo fraternal de un país hermano que le desea vientos bonancibles y la obediencia al mandato bíblico, escrito en nuestra viaje campaña de la libertad: ¡Proclámase la libertad por todo el mundo para todos los habitantes de la tierra!”
Notas:
1.- Las cursivas son del autor.
*Artículo tomado íntegramente de Páginas Revisitadas. En: Cuba Posible. Un laboratorio de ideas. Publicación 46. Julio de 2017. La Habana, Cuba. Pp. 27-28.
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