La Patria es dicha de todos, y dolor de todos, y cielo para todos. José Martí

La Patria es dicha de todos, y dolor de todos, y cielo para todos. José Martí


El cuarto de Tula

La Isla se encuentra colapsada como nación y tal parece que no pasa nada grave, que los intelectuales que pueden decir algo no se enteran. Un sacerdote declaró recientemente que en una  región oriental vio niños que dormían sobre cartones, los cuales tenían que recorrer varios kilómetros a pie para llegar a sus escuelas. Y hay que aguantar que uno de los dirigentes exprese –no sé si por ignorancia o por cinismo– que gracias a la revolución en las zonas rurales hay gente con móviles

04 Abr 2024
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Imagen © Altglas

Es el otro, y la manera en que nos relacionamos con él o con ella, lo que nos hace ser seres humanos o monstruos.

 Joan. Carles Mèlich La lección de Auschwitz

Este será un artículo no escrito «en ocasión de», sino el que llega al espíritu y a las manos, de esos que salen de muy adentro, para verlo reflejado en una hoja en blanco o en la pantalla de la computadora. Ha muerto una colega de 68 años. Se estaba tratando en un hospital debido a una artrosis en la columna, le indicaron fisioterapia. A los pocos días comenzó con falta de aire y no era asmática, dolor en el pecho, cuando ya estaba muy mal la ingresaron, falleció como consecuencia de un infarto. Para mí existe una incógnita sobre este suceso. La falta de chequeos sistemáticos y atención médica a nuestra edad está apresurando la partida definitiva de este mundo a muchos cubanos.

Mi amiga era un ser con un sentido del humor extraordinario, donde quiera que se encontrara había que reírse, alegró la vida de mucha gente. Una vez discutimos de manera muy fuerte en otro país al que tuvimos que ir por un mes para impartir algunas conferencias. El conflicto surgió debido a que hice algunas valoraciones críticas del socialismo cubano delante de dos o tres naturales del Estado que visitábamos. Ella no entendió  mi opinión propia y diferente a la voz oficial. Al otro día del enfrentamiento, a pesar de que yo no padecía en ese momento de hipertensión, me subió la tensión.

Pasaron unos cuantos años de ese incidente descrito. En medio de la pandemia, después de mi alejamiento definitivo del lugar donde trabajé por muchos años, me llamó. Me contó acerca de la travesía de su hijo y la esposa para llegar a Estados Unidos, también me dio algunas quejas sobre la situación de nuestro país. Sentí que fue una forma de decirme: tenías toda la razón, lo interpreté como una especial manera de pedir perdón.

Cuando me enteré de la noticia de su muerte por alguien que vive lejos de Cuba, me puse muy mal. Era la segunda vez que la profesora, especialista en metodología de la investigación social, me provocaba una desestabilización de mi salud. Lloré con amargura su partida, en silencio.  No pude asistir al protocolo del adiós porque seguramente no sería bien recibida por el Decano, pues con su presencia el ambiente para mí sería incómodo. No soy bienvenida en su triste academia. Ese jefe redactó una comunicación del lamentable suceso en Facebook y subrayó la trayectoria partidista de mi amiga. Hubiera sido más honesto si no hubiera tocado ese tema, me dio vértigo ese asesinato de la verdad, pues ella ya no era miembro del partido, pidió la baja de esa institución al jubilarse. En estos momentos esperaba -como muchos cubanos en esta Isla- el denominado parole para alejarse del infierno que una vez creímos posible mejorar. La libertad irrumpe en una situación ética si mantenemos vivas las metamorfosis, si frente al «orden normativo» (moral, jurídico y/o político) se alza la posibilidad de la transgresión […] Ser libre no solo quiere decir atreverse a transgredir sino especialmente significa transgredirse, hacer y deshacerse, entrar en crisis, desobedecer.[1] 

Al otro día del triste suceso, mi hijo me llevó a un restaurante en el Hotel Nacional. Había allí un trio musical al cual le pedí que cantaran una canción en homenaje a  mi amiga, pues la  repetía mucho cuando salíamos a cenar con las extranjeras al lugar que fuimos una vez juntas: El cuarto de Tula le cogió candela, se quedó dormida y no apagó la vela, ¡qué pena! Nos divertíamos escuchándola, con su optimismo y su alegría natural.

La situación cubana, excepto para los funcionarios de élite, es dramática.  Costó mucho trabajo para que permitieran la salida a España de una niña pequeña -llamada Amanda– con el objetivo de hacerle un trasplante de hígado cuyo donador es su papá. No facilitan los trámites con rapidez para salvar a cualquier persona. Otra infante está desaparecida después de que alguien asesinara a su mamá, no se hace el menor intento de buscarla con insistencia, no cumplen con el procedimiento adecuado para ese tipo de casos. Ya nadie que pertenezca al pueblo puede aspirar a una atención de excelencia ante cualquier necesidad de urgencia.

El Gobierno cubano abandonó con un desinterés total a los dos médicos secuestrados por un grupo terrorista en Kenia desde el 2019. Prometió  atender el peligro por el que atravesaban  y no cumplieron. Muchos de nuestros galenos han aportado muchísimo a la economía de Cuba sobre la base de recortarles sus salarios en sus labores en el exterior y conducirlos a lugares de riesgo. Esos compatriotas merecían que Cuba pagara el dinero que exigían los terroristas para liberarlos, sus vidas eran valiosas. Sus familias fueron pacientes, esperaron de manera estoica, sufrieron calladamente, tenían esperanza en el regreso prometido.

Debido a las circunstancias críticas que vivimos, es habitual encontrarse con casos donde hijos se alejan del territorio nacional y los padres quedan aquí. Esta historia que les voy a narrar es al revés. Resulta que un hombre de sesenta y dos años partió a reunirse con su actual pareja en Estados Unidos.  Allí viven rentados en un pequeño apartamento. El señor era dueño de un carro, una vivienda y herramientas de gran valor para él. Hizo un poder notarial para su hija,  a quien le confió todas sus propiedades. Ella se lo vendió todo y él lloró mucho al enterarse de esa traición. Las vidas humanas están sometidas al azar y sucesos fortuitos. Cada día nos sorprenden acontecimientos agradables, pero también muy desagradables que dejan cicatrices.

Observé a un grupo de cubanas que se afeitaron la cabeza en protesta por los sucesos de Palestina, es muy cruel lo que pasa allí con la población civil. Sin embargo, no hay pronunciamiento alguno hacia las arbitrariedades que se cometen con presos políticos en el suelo donde habitan. Ahora mismo hay una presa que fue trasladada a una cárcel en Isla de Pinos, ella es de La Habana. Resulta, además, un castigo para su familia, en especial para sus hijos, pues es muy complejo el traslado hasta allá. Este hecho demuestra una insensibilidad total con los seres humanos que no acatan su ideología.  Nadie –que no sean periodistas y activistas independientes- se pronuncia por la vida de extrema miseria que atraviesan muchos ancianos, por la situación inhóspita de madres que apenas pueden alimentar a sus niños, resolverles ropas, zapatos, medicinas. Se habla de violencia masculina y es preocupante su aumento, pero lo que vive Cuba es de una violencia brutal general, estamos en presencia de un capitalismo de estado salvaje, despiadado. La Isla se encuentra colapsada como nación y tal parece que no pasa nada grave, que los intelectuales que pueden decir algo no se enteran. Un sacerdote declaró recientemente que en una  región oriental vio niños que dormían sobre cartones, los cuales tenían que recorrer varios kilómetros a pie para llegar a sus escuelas. Y hay que aguantar que uno de los dirigentes exprese –no sé si por ignorancia o por cinismo– que gracias a la revolución en las zonas rurales hay gente con móviles.

Me queda expresar mi preocupación por las manifestaciones de corrupción que siempre existieron, pero que ahora debido a fuentes de información extraoficiales son más  evidentes. No hay nada oculto bajo el sol. Qué penoso observar esa firma hipócrita de un código de ética de los cuadros dirigentes y constatar la enorme diferencia de niveles de vida que tienen en comparación con el pueblo hambreado, enfermo, desamparado. Lo esencial en un funcionario es la responsabilidad por los que solo pueden expresarse desde su silencio, su grito, su sufrimiento. No digo más, por ahora.


[1] Mèlich, Joan.Carles  Ética de la compasión Herder Editorial S.L., Barcelona 2010, p. 173

SOBRE LOS AUTORES

( 14 Artículos publicados )

Doctora en Ciencias Filosóficas e investigadora del Observatorio Cuido 60.

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