La Patria es dicha de todos, y dolor de todos, y cielo para todos. José Martí

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El Gobierno ocupa con represión el espacio vacío de la política

El poder en Cuba ha sido incapaz de comprender que su mayor peligro no está en aceptar las políticas de cambios, sino en frenarlas, detenerlas, reprimirlas, desarticularlas. Además, la significativa carencia de gestión y sensibilidad política del Gobierno le ha conducido a llenar con represión el espacio vacío de la política contra un pueblo que le ha dado todas las oportunidades posibles para una transformación en paz y para la paz. De este modo, el propio Gobierno empeora su escenario.  

27 May 2024
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Imagen © Reuters

Compartimos el capítulo 8 de una serie de 10 capítulos, autoría de Roberto Veiga González, publicados en el Cuaderno No. 15 de este Centro de Estudios con título «Cuba, bordeando el precipicio».

“Cuba, reformar o matar es el dilema”.

Joaquín Villalobos (El País, 15 de julio de 2021).

Los déficits del sistema sociopolítico cubano son inherentes a sus fobias con la libertad. Con toda seguridad podemos tener libertad y carecer de justicia y bienestar, pero sin libertad es imposible siquiera aspirar al bienestar, a la justicia. La libertad muchas veces no es suficiente, pero sin ella cualquier sociedad se derrumba.

Desde hace décadas evolucionan en Cuba las condiciones para una expresión social de rebeldía. El país ha ido adentrándose en una espiral descendiente de pobreza, desigualdad, desesperanza, polarización y hemiplejia política. Ello, en buena medida, no ha sido producto directo de las políticas de confrontación que gestionan poderes estadounidenses, sino déficits del sistema sociopolítico, si bien lo anterior afecta de modo significativo.

Esto ahora zarandea al Gobierno, incapaz de ofrecer al menos un sucedáneo de libertad o discursos estimulantes, como en el pasado. Inepto a la vez de comprender que, si el pacto social se deshace, el Estado comienza a dejar de ser legítimo y todo uso de la fuerza se convierte en crimen. Esto, además, ejecutado con impericia, ha instalado una especie de asfixia social, con intensas y prologadas —aunque también serenas y pacientes— alertas provenientes de diversos sectores sociales que el Gobierno no ha atendido, e incluso reprime, cuando esto no basta para silenciarlos; lo cual se ha escalado en los últimos años.

Como consecuencia, desde hace tiempo se gesta una consideración general de hecatombe endémica; la sociedad comparte un ansia de bienestar que progresivamente se convierte en opción social; y los mecanismos del Gobierno para sujetar la autonomía ciudadana ya no ofrecen los provechos de otrora, sino por el contrario -aunque al parecer, los gobernantes cubanos no lo comprenden o no desean comprenderlo-.

A partir de 2016 el Gobierno asfixió el estrecho espacio de una nueva sociedad civil que emergía, que optaba por un diálogo nacional y no por la confrontación; lo cual provocó que muchos de aquellos actores perdieran la confianza en las transformaciones pacíficas y emigraran, incorporándose a la oposición tradicional y radical. También comenzó a ejercer un tipo de represión preventiva contra grupos hasta entonces relativamente tolerados, como defensores de derechos animales, agendas LGBTI y artistas.

Así destaca el Movimiento San Isidro (MSI), que tomó su nombre del barrio popular de La Habana Vieja donde este grupo tenía su sede. Es un grupo de artistas disidentes hip-hop que enfrentaron al Gobierno con una serie de protestas creativas que combinaban el activismo político e intervenciones artísticas. El Gobierno los reprimió y ello provocó una serie de protestas tanto en el interior como en el exterior de la Isla. Otros miembros del MSI iniciaron una huelga de hambre, a la que se sumaron otras figuras públicas del arte y la cultura opositoras. Ello liderado por el artista y activista político Luis Manuel Otero Alcántara. 

Coincidiendo con estos acontecimientos, un grupo de conocidos músicos cubanos lanzó la canción Patria y Vida ―en alusión a la consigna revolucionaria Patria o Muerte―, con letra que rinde homenaje al MSI. Patria y Vida se convirtió en el gran eslogan de los opositores y segmentos sociales inconformes, tanto en Cuba como entre los cubanos de la emigración. 

El 27 de noviembre de 2020, la detención de catorce huelguistas del MSI y la interrupción del acceso a las redes sociales en toda la Isla desencadenaron una manifestación espontánea en el Ministerio de Cultura de unos trescientos artistas de diversas ideologías, incluyendo algunos muy reconocidos por el propio Gobierno. Ese grupo, posteriormente nombrado Movimiento 27N, logró incluso iniciar diálogos con un viceministro, quien prometió concesiones que rápidamente fueron retiradas. 

La culminación de este ciclo de protestas ocurrió con la movilización espontánea y masiva en todo el país el 11 de julio de 2021, conocida como 11J. El presidente Miguel Díaz-Canel, totalmente sorprendido y al parecer atemorizado, convocó a los oficialistas para tomar las calles y defender la Revolución, lo que provocó violentos enfrentamientos con los manifestantes. Tras dos días de protestas, la policía arrestó a unas 1300 personas y negó la salida a la calle de muchos más. Internet fue constantemente interrumpido. Se creó un ambiente de terror en la población. 

En un intento de capitalizar la movilización del 11J, un grupo de artistas creó una red de Facebook llamada Archipiélago, liderada por el dramaturgo Yunior García. Solicitaba permiso para hacer nuevas manifestaciones el 15 de noviembre (15N) de 2021. El Gobierno rechazó las peticiones con el argumento de que las protestas tenían como objetivo el cambio de régimen, lo que representaba una violación a la premisa constitucional de que el sistema socialista de Cuba es «irrevocable». El Gobierno prohibió las marchas anunciadas, tildó a los organizadores de agentes extranjeros y detuvo a muchos de ellos.

La represión que siguió al 11J y al 15N fue masiva. La mayoría de los activistas del MSI y otros que tuvieron un papel destacado el 11J fueron encarcelados, mientas otros lograron viajar al exterior. Aumentó drásticamente el número de personas que abandonaron el país.

El 11J constituyó una manifestación nacional por el número de ciudadanos implicados, la diversa composición de estos —desde la mayoría de los indicadores posibles—, la cantidad de ciudades y pueblos donde ocurrieron, y la amplitud de las causas y el horizonte de los reclamos.  Las manifestaciones fueron pacíficas, si bien expresaban furor, lo cual puede formar parte de acontecimientos de esta naturaleza. Sin embargo, no faltaron hechos vandálicos, pero fueron actos minoritarios, aunque el oficialismo sugiera lo contrario. 

Además, el enfrentamiento con policías y la embestida a vehículos del orden, etcétera, no fueron sucesos vandálicos, sino respuesta obvia a la represión por parte de fuerzas policiales, que respondía al mandato gubernamental de enfrentar a “revolucionarios” y “mercenarios” a manera de combate. Esto último, en primer lugar, convirtió una manifestación nacional cívica en un estallido social; y, en segundo lugar, provocó que una manifestación iniciada con hálito de furor, culminará asentando en el país un espíritu de odio. 

También otra nueva respuesta de la población se sumó a la crisis actual de legitimidad del Gobierno, en relación con el comportamiento electoral. Históricamente la inmensa mayoría ha votado a favor de la voluntad del Partido único y el Gobierno. En las elecciones parlamentarias de 2008, solo el 3% de los votantes se abstuvieron. En 2018, ese porcentaje subió a casi 15%, y en las elecciones municipales de noviembre de 2022 a 31%, más 11% de votos blancos y anulados. En el referendo sobre la Constitución en 1976, casi un 98% votó a favor. Cuando la nueva Constitución fue sometida a referendo en 2019, la cifra comparativa fue de 22% (sumando 10% de abstención, 8% NO, y 4% de votos blancos y anulados). En septiembre de 2022, hubo un acontecimiento histórico en el comportamiento electoral de la Revolución cubana: si bien el nuevo Código de las Familias fue aprobado por un 67% de votos positivos en otro referendo, sumando el 33% de votos en contra con la abstención del 26% más los votos nulos o anulados, la ley fue aprobada por apenas 46,70% de la población cubana con derecho al voto. 

Con esta experiencia, luego en las llamadas elecciones generales del 26 de marzo de 2023, el poder aseguró -al parecer a toda costa- un resultado favorable, que no evidenciara una deslegitimación insostenible.

En este esfuerzo gestionó una campaña por el voto unido, no selectivo, para confirmar a los diputados previamente designados y, sobre todo, como apoyo al actual sistema político y económico, además de acuerdo con el eufemismo de “continuidad”. Acosó a los activistas que en Cuba realizaron convocatorias a la abstención, como forma legítima de oponerse a esta pretensión del PCC. Utilizó los centros de trabajo para forzar a compromisos de votación. Sugirió a miembros de familias que votaran en representación de los que no se habían presentado a los colegios electorales. Trasladó urnas a casas de personas sin enfermedades ni limitaciones físicas para que ejercieran el voto de cualquier manera. Presionó en hogares para obtener el voto a toda costa. Reprimió a ciudadanos que se disponían a realizar observación independiente de lo que sucedía en diferentes colegios electorales del país. Mantuvo excluidos del derecho al voto a los cubanos radicados en el extranjero. Asimismo, dada la ausencia de mecanismos de control independientes, no será posible verificar si pudo o no haber manejado arbitrariamente a su favor los datos del Consejo Electoral Nacional (CEN), institución controlada por el PCC.

Sin embargo, de acuerdo con las cifras de este CNE la cantidad de electores en Cuba fue de 8 129 321 y ejercieron el voto 6 164 876, para un 75,84 % de participación. Un 31,56 % expresó un voto en contra por medio de 1 964 445 abstenciones, 383 455 boletas en blanco y 215 771 anuladas. Un 27,9 % de los votos válidos, o sea, 1 552 816 electores -es decir, el 19,1 % del padrón electoral-, reafirmó los nominados de manera selectiva, abandonando con ello el voto unido convocado por el PCC. Un 49,36 % del padrón, es decir, 4 012 834 electores, ejerció el voto unido. En total, el 50,64 % del padrón electoral, 4 116 487 ciudadanos, no ejerció el voto unido reclamado por el PCC.

El poder en Cuba ha sido incapaz de comprender que su mayor peligro no está en aceptar las políticas de cambios, sino en frenarlas, detenerlas, reprimirlas, desarticularlas. Además, la significativa carencia de gestión y sensibilidad política del Gobierno le ha conducido a llenar con represión el espacio vacío de la política contra un pueblo que le ha dado todas las oportunidades posibles para una transformación en paz y para la paz. De este modo, el propio Gobierno empeora su escenario.  

SOBRE LOS AUTORES

( 95 Artículos publicados )

Director de Cuba Próxima. Jurista y politólogo. Miembro del Diálogo Interamericano. Editor de la revista católica Espacio Laical (2005-2014) y director del Laboratorio de Ideas Cuba Posible (2014-2019).

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