La experiencia de este más de medio siglo sugiere que esta nueva campaña anticorrupción no irá demasiado lejos. Bajo esa fórmula, la corrupción seguirá siendo un cáncer y un pulpo irradiando consecuencias negativas en todos los órdenes. De conjunto, cual círculo vicioso con la falta de democracia y el irrespeto por los derechos humanos, seguirá hundiendo al país. Antes de que sea tarde, solucionémoslo refundando la República y sanando la nación.
Censura, hermetismo y conveniencia del gobierno no impiden que despertemos cada día con noticias sobre corrupción[i] en Cuba. Es un pulpo en círculo vicioso y explosivo con la democracia y los derechos humanos. Un cáncer y una variable clave para pensar el futuro de Cuba.
No es nuevo, pero sí cada vez más grave con efectos acumulativos en los órdenes económico, social, político. Ha lacerado el tejido social provocando diversas y profundas anomalías. En una nueva Cuba, serán más difíciles de resolver que los problemas económicos.
Pasa como en otras experiencias del “socialismo real”: la sociedad está enferma, todo cuanto se toca o intenta reformar, desvela metástasis del cáncer. No hay chance: corrupción, derechos humanos y democracia confirman la urgencia de transformar y edificar un nuevo proyecto de país.
El Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) presentado en reciente informe[ii] de Transparencia Internacional (TI) es el peor de la historia: puntaje de 42/100 (nivel de corrupción, más grave mientras se acerca a cero y más saludable según se aproxima a 100) con un cambio de puntuación de -3 desde 2022 y un rango de 76/180. Consideremos que: puntaje inferior a 50 indica gravedad del fenómeno, el de Cuba es inferior al promedio del hemisferio y somos uno de los 23 países que tuvieron su puntuación más baja este año.
I
Y la realidad debe ser más grave, considerando la opacidad y falta de transparencia gubernamental, complejidad del fenómeno y límites del instrumento de medición. Aunque es el más utilizado y eficaz para medir la corrupción a nivel mundial, el IPC se basa en las percepciones de expertos y empresarios sobre la corrupción en el sector público (soborno, abuso de poder, desvío de fondos públicos, nepotismo y otras violaciones). No contempla, por ejemplo, percepciones ciudadanas, flujos financieros ilícitos, lavado de dinero ni sector privado. Tampoco cubre todas las variantes de corrupción y siempre deja hecho fuera del monitoreo, aquellos que están ocurriendo, pero solo se detectan años después.
Para examinar a Cuba cuentan otras dos limitantes: 1) No contamos en el país con representación de TI, rectora a nivel mundial, con gran prestigio y capítulos nacionales en más de 100 naciones; y 2) Tampoco se aplica en el Barómetro Global de la Corrupción -instrumento complementario del IPC-, que se basa en la percepción de los ciudadanos.
Hoy junto con la falta de democracia y de respeto por los derechos humanos, la corrupción campea e integra la crisis sistémica. No es excepcional, pero tiene especificidades e impactos para el presente y el futuro de la nación. Es estructural, asociada al modelo de matriz estalinista que carece de mínimos democráticos, crea condiciones favorecedoras y no cuenta con mecanismos que usualmente son eficaces para enfrentarla.
Al contrario[iii], persisten la no separación de poderes ni el libre ejercicio de medios de comunicación, la inexistencia de instituciones independientes del poder, la falta de participación ciudadana y control social sobre el gobierno. Prevalece la coartación de la sociedad civil y una red institucional debilitada en la que la ciudadanía no confía. Nada de rendiciones de cuenta, de políticas concretas contra la corrupción, de una cultura empresarial anticorrupción o del Sistema Nacional Anticorrupción que la realidad demanda hace años.
El gobierno usa disfraces y cortinas de humo. La neolengua del totalitarismo criollo y apuntar siempre hacia abajo son cruciales. Con el discurso del “enemigo”, la “racionalidad política”, “el bloqueo”, etc., evitan desvelar las cadenas corruptas de alto nivel. Las “campañas” anticorrupción (1989, 2006, 2014, 2020, 2024, por ejemplo) son ejercicios de imagen y donde siempre, cuando es arriba, hay algo más de fondo que alarma al poder y compulsa las purgas. No falla que se presenten como excepciones y se usen para coartar libertades, asegurar impunidad y tolerancia como premio a la lealtad hacia la cúpula.
Como en otros fenómenos –verbigracia, la represión-, cuando no puede ocultarse entonces se usan recursos para minimizarlo: “otros están peor”, “el gobierno cubano lo enfrenta como nadie”, “es que nos vamos pareciendo a ese mundo”. Entonces ni la Revolución ni el Socialismo cuentan, pura manipulación. Es combinación macabra, cómplice y cínica, sumada a la práctica política tradicional de presentar desastres como victorias.
II
El cuadro hoy no puede ser más claro. Se agrava la corrupción mientras se recrudecen la pobreza y la desigualdad, se desmontan políticas públicas de beneficio social, se acentúa el declive democrático, la represión y las violaciones de derechos humanos.
No es casual. La corrupción está en casi todas las instituciones y sectores de la sociedad a la que afecta sobremanera. Por un lado, sobornos, privilegios, evasión del fisco, manipulación de contratos, precios inflados, etc., perjudican los fondos públicos para políticas sociales, por ejemplo.
Por otro, porque vivimos hace tiempo en un ambiente corrupto, lo que tiene consecuencias psicológicas a escala individual y social. Estudios especializados[iv] confirman que la corrupción “promueve el cinismo y nihilismo”, “merma en los individuos su confianza y suspicacia”, “crea un clima desesperanzador” y genera “círculo vicioso basado en que a la corrupción se hace frente con corrupción”. Y se puede contagiar muy fácilmente, sobre todo, cuando se vive en contexto sin transparencia ni rendición de cuentas.
Hoy en Cuba prolifera donde quiera que hay recursos y cuotas de poder emanadas de prohibiciones y carencias crónicas, que favorecen el tráfico de influencias, de dinero, el nepotismo, etc. Dan cuenta de ello empresas “estatales”, familias extendidas de la élite política, mafias locales emergentes, instituciones y fuerzas militares y el funcionariado en diversos niveles.
Durante décadas se generó una mentalidad basada en que todo es de todos, por tanto nada es de nadie. El historiador Salvador Morales decía a mediados de los noventa, que uno de los grandes problemas de Cuba era que ya la gente asumía “el robo” en las instituciones como una especie de “redistribución de la riqueza nacional”. Mucho antes se había generalizado el “tú te haces el que me pagas, yo me hago el que trabajo”.
El resultado es la selva que tenemos hoy. En todos los niveles las personas se acostumbraron a “resolver”, a engañar y a una relación clientelar y dependiente del Estado que hoy constituyen frenos y reflejan anomalías de todo tipo. Una forma de dominación manifiesta, por ejemplo, en la frase “al que velan no escapa”, pues siempre de un modo u otro, hasta para sobrevivir, los ciudadanos están en una cuerda floja con la legalidad.
Con el tiempo se enterró la cultura productiva prexistente, desvalorizó el trabajo, creó una falsa imagen de igualdad, sepultó el sentido de pertenencia y distorsionó valores. Un modelo donde tras narrativa oficial de “orden” impera el desorden conveniente a la élite corrupta que gobierna disfrazándose de ideología para enriquecerse y perpetuarse en el poder. Esto supone oscuridad, burocratización, manipulación, falta de transparencia, poderosos mecanismos de control social y censura, más represión.
Recién han entrado en el tablero las mypimes, parto doloroso y largo, en parte por anacrónicas ataduras ideológicas, pero también para con tiempo hacerlo bajo el control y conveniencia de la clase política. Sector emergente que nace y vive en contexto vulnerable, por la corrupción enquistada, el carácter totalitario del modelo y las restricciones que supone en relación con el poder político. Asunto controversial[v] donde también hay manejos oscuros que mezclan corrupción, lealtades al gobierno, especulación del mercado informal de divisas y otras muchas irregularidades.
Existen en un país que carece de Estado de derecho y donde la crisis crónica, la incertidumbre y los retrocesos de las reformas son norma. Donde la burocracia se multiplica e impone mediaciones –desde los inspectores, encadenamientos, registros legales, posibilidades de importación, el fisco, etc.- que estimulan e incrementan las prácticas corruptas.
Asimismo, constituyen agravantes la ambigüedad de leyes y normas que permiten la impunidad y aplicación discrecional por parte de los funcionarios, la ausencia de una ley de empresas, las decisiones ejecutivas para coartar libertades (también a discreción) y no para estimular que todas puedan desplegar su potencial.
En estos nuevos actores la corrupción es peligrosa porque puede encadenarse con otras de sus variantes como la política y administrativa. Tampoco es exclusivo de Cuba, pero en nuestro contexto –como se ha visto- las condiciones para que eso ocurra son ideales.
Cuando tienen conexiones internacionales los riesgos son mayores, es el caso de supuestas “estatales” y ahora también privadas vinculadas a la clase política incluidos los militares y “familias extendidas”. Muchas de esas empresas han nacido presas y/o víctimas de ese ambiente corrupto; otras, de las más prósperas, sobre todo, son hijas del fenómeno y parte de su razón de existencia.
La experiencia de este más de medio siglo sugiere que esta nueva campaña anticorrupción no irá demasiado lejos. Bajo esa fórmula, la corrupción seguirá siendo un cáncer y un pulpo irradiando consecuencias negativas en todos los órdenes. De conjunto, cual círculo vicioso con la falta de democracia y el irrespeto por los derechos humanos, seguirá hundiendo al país. Antes de que sea tarde, solucionémoslo refundando la República y sanando la nación.
[i] https://diariodecuba.com/cuba/1706893190_52595.html
[ii] Transparency.org – El Índice de Percepción de la Corrupción 2023 para…
[iii] Incluso recientemente se confirmó al calor de nuevos casos de corrupción y en voz de la propia contralora general -la misma desde que se fundó dicho órgano en 2009-, que la Contraloría General de la República no tiene autoridad para fiscalizar a las instituciones armadas y sus dependencias civiles, que acaparan los sectores más dinámicos de la economía y se controlan a sí mismos. https://havanatimesenespanol.org/opinion/gaesa-no-esta-bajo-el-control-de-la-contraloria-en-cuba/#main
[iv] “Psicología de la corrupción, el deseo insaciable de poseer cosas”, por Liz Basañez, mexicana psicóloga cognitivo conductual. https://www.forbes.com.mx/psicologia-de-la-corrupcion-el-deseo-insaciable-de-poseer-cosas/
[v] https://www.cubaxcuba.com/blog/implicaciones-juridicas-especulacion-mercado-informal-divisas
SOBRE LOS AUTORES
( 8 Artículos publicados )
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Excelente artículo profesora Muchas gracias por publicarlo
Muchas gracias por su descriptivo articulo. No me impresiona el relato de la realidad MORAL que sufre nuestra Patria a todos los niveles como consecuencia esencialmente de la ignorancia económica, política y social de sus dirigentes. Tal vez seria prudente que antes de intentar “respuestas a”, revisaramos la historia -pqso a paso- del decline sufrido producto de la ignorancia y de la egolatria de los dirigentes. No se de quien es la frase pero creo firmemente que “lo bueno que tiene esto es lo malo que se está poniendo”, y consecuentemente, “refundar” la república es posible. Iniciativas como “Cuba Proxima” que educa -no solo informa- de forma no politizada sino ciudadana ayudan mucho; Gracias por permitirme opinar.