La propuesta es un punto de partida lo suficientemente realista, así como democrática, para generar el consenso inicial necesario que necesitaremos durante una transición democrática
Las propuestas de Ley Electoral Provisional del Centro de Estudios «Cuba Próxima» son en general realistas y reflejan una necesidad clave en el contexto cubano: la necesidad de crear una institucionalidad que genere confianza en los ciudadanos cubanos y legitimidad democrática. Tal es el caso, por ejemplo, de cómo se conforma el Comité Nacional Electoral y como se elige su presidente. Conseguir que las elecciones que nos pueden dar el último paso de inicio del proceso transicional sean lo más confiables posible, parte de tener un órgano electoral rector que tenga la menor influencia posible de la clase política.
Asimismo, la propuesta refleja principios democráticos elementales tales como el derecho de todos los ciudadanos cubanos —sin importar donde residan— a votar, así como garantías para la libre circulación de información sobre los candidatos. La propuesta es además respetuosa de las tradiciones presidencialista y semi-presidencialista cubana de modo que, si bien implica una refundación del estado de cosas actual, no rompe con la historia del país ni intenta experimentar con un engranaje institucional completamente nuevo.
A su vez, la propuesta no escatima en innovar allí donde puede hacerlo. Por ejemplo, la inclusión del voto preferencial es una herramienta que puede contribuir a limitar el impacto de candidaturas polarizantes en tanto brinda a los ciudadanos la posibilidad de «castigar» con su segunda y tercera preferencia al candidato del extremo opuesto. Estas segundas y terceras preferencias hacen también más viable el éxito de candidaturas moderadas.
El punto tal vez más controversial de la propuesta puede estar en la conformación de distritos mayoritarios que solo eligen a un candidato, lo cual genera menos representatividad. Esto es, el ganador en cada distrito se lo lleva todo mientras que los votos que van al candidato o candidatos perdedores no obtienen representatividad en la Asamblea. Sin embargo, este diseño puede generar menos fragmentación en la Asamblea en tanto brinda menos opciones a que pequeños partidos obtengan representación. En cualquier diseño electoral una de las disyuntivas centrales radica precisamente entre la fragmentación —que puede generar problemas de gobernabilidad— y la representatividad —que puede generar problemas de exclusión de algunas minorías. Desde luego, ningún diseño es perfecto, así que siempre que elijamos entre una u otra formula esteremos beneficiando una u otra variable. Si miramos a las democracias latinoamericanas, creo que es palpable que uno de sus problemas principales es la gobernabilidad que frecuentemente se alimenta de la excesiva fragmentación política en sus congresos nacionales.
Con todo, la propuesta es un punto de partida lo suficientemente realista, así como democrática, para generar el consenso inicial necesario que necesitaremos durante una transición democrática. Sin embargo, como propuesta al fin no debe buscar ser la última palabra al respecto, sino ilustrar en qué marco institucional se pueden llevar a cabo las primeras elecciones democráticas en la Cuba después de muchas décadas de autoritarismos y con muy escaza —o nula— memoria democrática como sociedad.
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