La actual Constitución de la República está concebida de modo que agudiza la crisis política al imponer el imperio del PCC y un sistema electoral imposible de ser modificado e impermeable a otras fuerzas cívicas, prácticamente divide al texto legal en dos partes imposibles de conciliarse: el sistema político y los derechos ciudadanos.
Respuestas de Alina Bárbara López Hernández al dossier de Cuba Próxima titulado Ante la crisis definitiva del modelo político, debemos hacer lo que corresponde, el que a su vez participan Dimas Castellanos, Jorge Ignacio Domínguez y Armando Chaguaceda
1- ¿Cuáles son las características de la crisis cubana actual? ¿Se diferencia de otras pasadas?
La actual crisis cubana no tiene precedentes en el período denominado revolucionario. Es una crisis total: económica, social, política, cultural, simbólica. Implica el agotamiento definitivo del modelo actual. La crisis económica es de vieja data, lo nuevo sería que ahora no hay modo de revertirla en condiciones que en otras ocasiones lo permitieron.
Cuba carece de dos condiciones por las cuales este modelo se pudo mantener. Una es tener un país-pilar y la otra es poder mantener a la ciudadanía apartada de las decisiones a partir del férreo control de la opinión pública. Ninguna de ellas existe hoy y eso es básico para el cambio que se está produciendo.
Cuba no está aislada geopolíticamente, pero ya no cuenta con apoyos financieros como en otras épocas, de la URSS o la Venezuela de Chávez. Los gobiernos de izquierda o progresistas emergentes en la región tienen sus propias complejidades, gobiernan en alianza con otras fuerzas políticas, deben solucionar los estragos ocasionados por el largo período de la pandemia y no van a sostener una onerosa carga, que es lo que implicaría una relación económica con Cuba bajo las actuales condiciones. Tampoco existe la posibilidad de acceder a financiamientos y créditos internacionales, por el propio endeudamiento de la Isla, su morosidad para el pago y la política de sanciones desde Estados Unidos que, por ejemplo, la ratifica sin justificación alguna en la lista de países patrocinadores del terrorismo y desestimula a los inversores extranjeros.
Este escenario se agrava pues el Gobierno cubano —siempre temeroso de compartir cuotas de poder político, en estos años de reforma declarada, ya alrededor de dieciséis—, no logró o no procuró una base nacionalista al favorecer una mediana y pequeña burguesía nacional. Ocurre que no ha estado dispuesto a facilitar y reconocer derechos políticos, ni a su ciudadanía residente ni a la emigración. A esta última la ha percibido siempre con sentido rentista. En el último año es que ha comenzada a dar algunos pasos en tal sentido, pero potenciando entre ese sector de las Mipymes a personas confiables o con relaciones clientelares con el Estado, muchas veces con relaciones de parentesco, sea por consanguinidad, sea por afinidad con dirigentes políticos.
En estos momentos se acumula —y no sólo proveniente de los años de pandemia— una enorme deuda de pobreza. Hay sectores sociales en pobreza extrema. La llamada Tarea Ordenamiento fue mal concebida, mal diseñada, mal aplicada, en el peor momento y, como consecuencia, generó una situación caótica en el país. La padecen demasiado los sectores de jubilados, pensionados, que prácticamente no tienen cómo sostenerse.
Es una crisis absoluta, en la cual el modelo colapsa y se devora a sí mismo. Estos modelos similares al soviético dependen de un desarrollo extensivo con muchos recursos y abundante mano de obra barata. Eso ya no será posible. Hace mucho tiempo debimos tener un modelo intensivo, sin embargo, este requiere desarrollo tecnológico e infraestructura moderna —que no existe pues habría que transferir tecnología y eso es costoso—, con mano de obra altamente calificada, pero es precisamente esa fuerza laboral calificada la que se marcha a pasos agigantados en el éxodo masivo en los últimos años, provocando una enorme sangría.
Se han ido los cubanos con alguna solvencia económica, pues eran quienes podían pagar el viaje o tenían familia en condiciones de asumir los gastos. En Cuba han quedado grandes sectores que durante tiempo han sufrido abandono escolar —con noveno grado apenas. Hemos perdido la calificación laboral necesaria para establecer un modelo intensivo a corto plazo.
Estamos ante una crisis definitiva, que debe llevar a un cambio de modelo, que no podría vaticinar pues dependerá de muchas cuestiones, incluso de la ciudadanía. Sí estoy convencida que debería ser por vías pacíficas, pero la actitud del aparato represivo no me da razones para ser optimista al respecto. A mayor desgaste político y simbólico, menos estratégico es y más autoritario se torna. Ello puede acarrear resultados cruentos dada la cada vez más precaria situación social.
2- ¿Qué hecho, acontecimiento o decisión podría constituir el pilar de una esperanza?
La mayor implicación ciudadana sería el pilar de una esperanza, si bien comprendo que sea complejo porque este tipo de modelo de rasgos totalitarios implica una actitud pasiva de la ciudadanía. Estos modelos generan temor a la participación política e indecisión para hacerlo.
Ha sido una ciudadanía controlada a través de múltiples dispositivos, no todos por la fuerza, sino además con mensajes por los medios de comunicación y una educación muy doctrinal. Poder revertirlo será difícil, aunque percibimos signos de que se logra y esa puede resultar la esperanza.
Pero preciso algo, una esperanza en nosotros, no en alguien que llegue de fuera a salvarnos. Es la ciudadanía quien puede decir “cambiamos, no admito esto” e implicarse. Con ello no desconozco a la ciudadanía residente en otros países, pero el cambio, para ser profundo, deberá provenir de quienes por estar acá pueden hacerlo acontecer.
No soy muy optimista, pero ciertamente existen señales alentadoras.
3- En medio de abundantes circunstancias lamentables, ¿cuáles realidades, a modo de signos, podrían considerarse positivas, posibles catalizadoras de soluciones?
Es difícil concretar signos que podrían ser catalizadores de soluciones. Sin embargo, habría un aspecto a considerar. La actual Constitución de la República está concebida de modo que agudiza la crisis política al imponer el imperio del PCC y un sistema electoral imposible de ser modificado e impermeable a otras fuerzas cívicas, prácticamente divide al texto legal en dos partes imposibles de conciliarse: el sistema político y los derechos ciudadanos. Esto la hace inviable porque anula en la práctica los derechos y la posibilidad real de participación, pero tal incongruencia tiene lugar en un contexto en que gracias a Internet, las redes sociales y los medios alternativos, el Estado puede ser interpelado abiertamente por la ciudadanía.
Esa contradicción puede solucionarse únicamente con la redacción de una nueva Constitución, claro que elaborada por una Asamblea Nacional Constituyente cuyos delegados sean elegidos de manera democrática.
Cuando en Cuba parecía fracasada la Revolución del 30 y las fuerzas políticas estaban divididas, la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente logró unificar el sueño de aquella generación. Ahora debiéramos hacer lo mismo. Quizá parezca a muchos poco probable en lo inmediato, pero tendrá que serlo para que realmente haya una solución.
4- El cardenal Beniamino Stella acaba de visitar Cuba como enviado del papa Francisco. El Cardenal, en nombre de éste, solicitó la liberación de los presos del 11J, y en sus comparecencias sugirió la proyección de Juan Pablo II para Cuba, sus mensajes a la nación cubana y la gestión de la Iglesia en Cuba que por décadas impulsó y sostuvo. ¿Qué opina usted?
La visita del cardenal Beniamino Stella es una buena señal. Pero sería necesaria una mayor implicación de la ciudadanía en la exigencia al Gobierno para que sean revisadas todas las causas de los presos políticos y la liberación de aquellos que no cometieron ningún tipo de violencia, los cuales son la inmensa mayoría.
También considero que, de ser liberados, sean ellos quienes decidan si se marchan a residir en el extranjero o se quedan en Cuba. La liberación condicionada a la salida obligatoria del país no sería jamás una solución.
5- De cara a una solución posible en Cuba, ¿cuál debería ser el desempeño internacional, en especial de Estados Unidos?
El mejor desempeño de Estados Unidos, en cualquier caso, estaría en no ser un molesto compañero de viaje. Sin embargo, queda claro que su relación con Cuba está marcada por pretensiones hegemónicas que son anteriores a 1959. Estima que su desempeño en los cambios internos tendría que resultar decisivo y no entiende las señales de la época, de una transformación que debe provenir del ejercicio activo de la ciudadanía y no de un país que fue incluso ocupante del nuestro.
Muchas personas dentro de Cuba no se implican más en la vida política, aun deseando cambios, para no ser acusados “de agentes” de los Estados Unidos. Se entiende que esta ha sido una falacia del aparato ideológico insular para mantener el control sobre la opinión pública, pero no deja de ser un límite a la participación activa de cubanas y cubanos en la búsqueda de justicia social y democracia.
Si bien los sistemas de partido único fueron siempre discriminatorios y excluyentes, aún en países sin la amenaza estadounidense; habría que resaltar que ciertas políticas y decisiones de Estados Unidos aceleran la crisis en Cuba, provocan mayor empobrecimiento —no a la clase política dirigente, sino a los sectores más empobrecidos—, y estimulan la represión del Gobierno cubano al incrementar el factor de intolerancia en un escenario de por sí hostil.
Asimismo, soy contraria a pedir sanciones sobre Cuba como manera de solucionar los asuntos cubanos. Lo factual muestra que no es viable, que incluso consigue lo contrario. ¿Por qué persistir en la misma estrategia?
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