La lucha por la democracia a nivel local y global es un imperativo para garantizar nuestro futuro como especie y el aumento de la felicidad de todos los seres humanos, tal y como proclamó la Constitución francesa de 1793 en su primer artículo: «El fin de la sociedad es la felicidad común.»
Respuestas de Michel Fernández al dossier de Cuba Próxima titulado «La democracia siempre deberá reconquistar los Derechos Humanos, el pluralismo político y el bienestar de las sociedades», coordinado por Roberto Veiga González, en el que también participan Peter Hakim, Gerardo Arreola, Jorge Ignacio Domínguez, y Sergio Bitar.
1- ¿La democracia como ideal conserva la fuerza de otros tiempos? ¿Qué la favorece y qué la obstaculiza?
Creo que lo más importante antes de responder a la pregunta inicial es definir qué se entiende por democracia en el mundo actual. La idea más aceptada de democracia parte de varios principios esenciales que, de no cumplirse, no se podría calificar ese sistema como democrático. Estos principios serían: el reconocimiento de la «regla de la mayoría», el reconocimiento del pluralismo político —entendido como la capacidad de los sujetos políticos de organizarse y defender sus puntos de vista— y, por último, la existencia de un catálogo de derechos que permita el ejercicio de la política. Esta visión de la democracia, de corte eminentemente occidental, privilegia la idea de la democracia como procedimiento, como forma, y no le otorga tanto valor a cuestiones como la satisfacción de las necesidades materiales y la capacidad económica de los ciudadanos.
Otro de los principales problemas que se presenta al intentar responder a esta pregunta es el significado polisémico del término democracia, que tiene su origen en una confusión conceptual grave al comenzarse a usar el término democracia para sistemas que no eran originalmente democráticos. El primero en incurrir en este error fue Alexis de Tocqueville, al nombrar su libro «La democracia en América», dándole el calificativo de democrático a un modelo que expresamente fue diseñado para no ser democrático. En este punto es importante hacer una aclaración: que el modelo fuera no democrático no era un problema o algo negativo en el momento en que se creó la Constitución de Estados Unidos. Simplemente, los Padres Fundadores tenían muy claro que no querían un modelo democrático. Y tanta fue la genialidad de esos hombres que crearon uno de los modelos constitucionales más estables y duraderos de la modernidad, lo que le ha permitido a Estados Unidos alcanzar altos niveles de desarrollo y estabilidad política, a pesar de todas las limitaciones «democráticas» que aún tiene.
Los escritores ilustrados y los revolucionarios del siglo XVIII tenían muy clara esa diferencia, y eso se expresó en los modelos constitucionales que siguieron a la Revolución francesa. El modelo de la constitución de 1791, basado en la representación política y la tripartición de poderes, y el modelo de la constitución jacobina de 1793, nunca implementada en su totalidad, se basaba en los principios de la soberanía popular indelegable. Dicho de otra manera, la representación política excluye la democracia, tal y como dijo Rousseau a los ingleses: «Los ingleses se creen libres, pero solo lo son durante el momento en que votan. El resto del tiempo son esclavos. Los que se contentan con ser libres durante el momento en que votan no son libres en absoluto. La libertad no es un regalo que se pueda otorgar o quitar. Es una conquista que debe mantenerse constantemente».
En el modelo triunfante, la vía para controlar los abusos del poder fue la «tripartición de poderes», mientras que, en el otro modelo, inspirado en la República romana, el control de los abusos del poder correspondía al «Tribunado de la Plebe» como poder negativo, que no podía hacer nada, pero sí impedirlo todo.
Fue Simón Bolívar quien intentó conciliar ambos modelos con el proyecto de Constitución de Bolivia de 1826, incorporando el poder electoral a la triada clásica de los poderes ejecutivos, legislativos y judiciales.
Un elemento que ha ido evolucionando en los sistemas representativos es que cada vez han ido incorporando más mecanismos de participación democrática, tales como la iniciativa legislativa popular, los referendos y la ampliación de la representación. Se puede decir que, a pesar de que estos sistemas aún mantienen su esencia, se han ido «contaminando» con la democracia.
Más allá de estos problemas conceptuales, es útil mantener determinados códigos del lenguaje para definir qué se entiende en estos momentos como democracia y siempre tener en cuenta que lo más común es encontrar modelos que tengan al mismo tiempo componentes democráticos y otros no democráticos. Por estas razones, creo que los principios que enumeré en el primer párrafo sobre la regla de las mayorías, el reconocimiento del pluralismo político y la existencia de un catálogo de derechos que permitan el ejercicio de la política son esenciales en cualquier sistema que quiera ser considerado democrático.
Lo que favorece la democracia en estos momentos es que la mayoría de los países occidentales han aceptado estos principios mínimos, y muchos otros países también se han movido en este sentido. Además, cada día hay más acceso a la información, lo que hace más difícil que triunfen posiciones antidemocráticas. A pesar de esto, hay grandes riesgos, como el aumento de líderes autoritarios que desconocen o tratan de revertir las reglas democráticas, y el aumento de la xenofobia y movimientos neonazis que buscan excluir de la política a los grupos menos favorecidos.
En mi opinión, la idea de la democracia es cada día más fuerte y debe llegar al punto en que todos tengan las mismas posibilidades de participación, lo que cada día es más cercano debido a los desarrollos tecnológicos y la idea cada vez más aceptada de una Renta Básica Universal.
2- ¿Cuáles fuerzas políticas y lideres actuales se posicionan a favor de la democracia? ¿Qué caracteriza este quehacer?
La respuesta más obvia a esta pregunta, y por supuesto, desacertada, sería que casi todas las fuerzas políticas y los líderes se posicionan a favor de la democracia. Incluso los países sobre los cuales hay un amplio consenso de que no son democráticos se llaman a sí mismos democráticos, hasta en su propio nombre (República Popular «Democrática» de Corea).
Creo que el elemento que define si una fuerza política o líder es democrático es el reconocimiento del otro como un sujeto legítimo para ser parte del juego político, es la no exclusión del que piensa y actúa de manera diferente. Pero este principio tiene una limitación esencial, y es que no se debe permitir el ejercicio de la política a aquellos cuyo objetivo es despojar de sus derechos a sus oponentes políticos. En este sentido, es muy importante definir o entender cuáles son las «reglas del juego» de la política y dónde están estas y cuáles serían las consecuencias de la ruptura de estas reglas y si esa ruptura es legítima o no. En este sentido, la constitución juega un papel central, al ser la fuente primera de las reglas del juego político, junto con las otras disposiciones normativas de menor jerarquía y los otros sistemas normativos, no jurídicos, existentes en la sociedad.
En ese sentido, ha sido común en líderes y grupos no democráticos la utilización de los llamados «golpes de estado constitucionales», utilizando mecanismos legales para afianzarse en el poder o sacar del poder a sus oponentes. Este fenómeno ha sido utilizado tanto por las derechas como por las izquierdas autoritarias y se ha valido de instituciones como el juicio político, la reforma constitucional y el uso de instituciones del Estado con el fin de la represión política.
Otro aspecto central de los grupos y líderes que no respetan las reglas democráticas es la no aceptación de los resultados electorales y el intento de permanencia en el poder.
En el mundo occidental, estos movimientos no democráticos podrían clasificarse en:
– Los llamados países comunistas, con sistemas de partido único, aunque algunos, como China y Vietnam, reconocen otros partidos que no discuten la supremacía del Partido Comunista. Estos países no tienen elecciones competitivas, ni reconocen los derechos civiles y políticos aceptados internacionalmente y reprimen a los movimientos de oposición, acusándolos de enemigos del pueblo y la nación, y de ser agentes del imperialismo.
– Los países que, a pesar de tener sistemas pluripartidistas y reconocer los derechos de la oposición, han minado el régimen democrático y han mantenido en el poder a figuras autoritarias, como Venezuela, Nicaragua, Hungría y Turquía, por mencionar solo estos casos más conocidos.
Por otra parte, hay fuerzas políticas de diferentes orientaciones que sí defienden los valores democráticos, reconociendo a sus oponentes como figuras válidas y legítimas y respetando las «reglas del juego» o, cuando quieren modificarlas, lo hacen mediante mecanismos legítimos de participación popular y debate ciudadano, sin criminalizar a quienes piensan diferente.
3- Algunos consideran que los demócratas del orbe -con independencia de la ideología que posean- deben defender a escala global, por ejemplo, el desarrollo de las garantías a los Derechos Humanos, una educación humanista y capaz de formar ciudadanos y trabajadores, la evolución cualitativa de la representación política, la cooperación para un desarrollo económico capaz de un bienestar cada vez más equitativo, y una relaciones internacionales orientadas hacia la distensión, la concertación, la cooperación y la paz. ¿Qué opina usted?
En mi opinión, hay una identificación clara de los principios democráticos en una parte importante de los operadores políticos de Occidente, pero esto no ha llevado aún a un accionar global en materia democrática con resultados favorables. No se ha podido avanzar significativamente en materia democrática en muchos países de África, envueltos en guerras civiles y golpes de estado. En el Medio Oriente, los estados teocráticos como Arabia Saudita, Irán, Afganistán y Emiratos Árabes Unidos, entre otros, son quizás los que menos indicadores democráticos poseen y los que más violencia ejercen contra sus oponentes. En Asia, China y Corea del Norte son ejemplos evidentes de sistemas no democráticos y violadores de los derechos civiles y políticos.
Una de las razones importantes del poco avance en la democracia es que la mayoría de las potencias occidentales, con sistemas democráticos consolidados internamente, actúan a nivel internacional privilegiando sus intereses económicos y políticos, sin poner la democracia como elemento central de su política exterior. La democracia la utilizan generalmente como pretexto para atacar a aquellos que se oponen a sus intereses geoestratégicos, utilizando dobles estándares de acuerdo con su conveniencia.
Por otra parte, hay aspectos en los que se ha avanzado más que nunca a nivel global, a pesar de las limitaciones del sistema internacional configurado después de la Segunda Guerra Mundial. Este ha logrado establecer mecanismos de cooperación y de solidaridad internacional y ha evitado, hasta el momento, la ocurrencia de un conflicto de proporciones mundiales. Además, se ha consolidado un sistema de organizaciones de la sociedad civil internacional que realizan un trabajo muy importante en materia de promoción de la democracia y los Derechos Humanos.
4- ¿Cuánto contribuyen a un mundo democrático, de prosperidad y paz, los actuales think tank, los sistemas educativos, las artes y la prensa?
En un mundo democrático, el rol de los think tanks, los sistemas educativos, las artes y la prensa es vital para preservar la democracia alcanzada y avanzar en la conquista de más espacios democráticos.
Aunque todos ellos son importantes, creo que el que tiene un papel fundacional en la construcción de la democracia son los sistemas educativos, ya que estos sientan las bases intelectuales para el desempeño político de los ciudadanos. Por esa razón, el campo de batalla más importante para el pensamiento democrático se debe desarrollar en el diseño de sistemas educativos que eduquen en la democracia y bajo principios democráticos. En este aspecto, el modelo de Educación Popular desarrollado por Paulo Freire es el que más se ha acercado a una educación democrática, al pensar la educación como un proceso liberador y transformador, basado en un enfoque dialógico en el que los educadores y los estudiantes participan activamente en la construcción del conocimiento. El método de la «Pedagogía del Oprimido», título de uno de los libros más importantes de Freire, busca promover la conciencia crítica y la participación activa en la solución de los conflictos sociales.
También es imprescindible en un sistema democrático tener la libertad de prensa garantizada, tanto formal como materialmente. Sin libertad de prensa, no hay democracia posible y esta funciona tanto como mecanismo de información y análisis para los ciudadanos como un mecanismo de control a la actividad del Estado, el cual siempre se debe sentir «vigilado» y «juzgado» por la prensa.
Las artes, en su sentido más amplio, deben ser las que más libertades posean, para que puedan ser la guía espiritual de los pueblos. Por esta razón, deben contar con el mayor apoyo posible del Estado, sin que esto se convierta en que subordinen su arte a los intereses estatales; debe ser todo lo contrario. Esto es fácilmente alcanzable con mecanismos legales que garanticen la absoluta libertad artística y la protección de los artistas.
Los think tanks son, quizás de estos cuatro pilares de la democracia, los que más cerca están del proceso de toma de decisiones políticas, y por su propia naturaleza, sus propuestas deben ser una parte importante en este proceso. En ese sentido, es vital garantizar la pluralidad y diversidad de estas organizaciones, así como su independencia de agendas políticas específicas, para que no se conviertan en rehenes y legitimadores del día a día de la política.
5- ¿Cómo favorecer hoy el desarrollo de una Sociedad Democrática -local y global a la vez-?
A pesar de todos los riesgos que enfrenta la democracia a nivel global y local, creo que es el momento con más posibilidades para poder avanzar en su consolidación. Esto no significa el triunfo ineludible de la democracia; esta siempre va a estar al riesgo de figuras autoritarias, movimientos extremistas, negadores de los derechos de los otros y, principalmente, sometida al riesgo constante de los grupos de poder económico y político que intentarán por todas las vías favorecer sus intereses específicos sobre los intereses de la mayoría.
En mi opinión, la forma más efectiva de contrarrestar esos riesgos es ampliar la democracia cada vez más, hacerla más cercana y fácil para los titulares originarios de la soberanía, el pueblo/los ciudadanos. En este sentido, ya hay ejemplos exitosos de facilitación de la participación, pero todavía son excepciones, y no creo que quienes detentan el poder político tengan la voluntad de abrir esos caminos de mayor participación. La vía para alcanzar ese objetivo tiene que ser la lucha de los pueblos por rescatar su soberanía.
En el mundo de hoy, cada vez más personas están conectadas a internet y utilizan sus dispositivos electrónicos, principalmente sus celulares, para hacer muchas de sus actividades diarias, entre ellas una de las más importantes es poder disponer de su dinero, al que accedemos por las aplicaciones de los bancos u otras y del cual disponemos electrónicamente. Según estadísticas del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, se espera que en el 2024, 3.6 mil millones de personas en el mundo usen la banca online, y los pronósticos indican que esta actividad seguirá creciendo a un elevado ritmo.
Si somos capaces de hacer una de las cosas más importantes de nuestra vida, desde la perspectiva individual, usar nuestro dinero online, ¿por qué no es posible hacer lo mismo para los asuntos de todos? De hecho, es muy sencillo implementar la participación política online, no solo en los procesos electorales, sino en la discusión de políticas y programas. Su aplicación aumentaría los niveles de participación, reduciría los costos electorales, aumentaría la seguridad y disminuiría las posibilidades de fraude. Por ejemplo, el modelo de voto electrónico se viene aplicando en Estonia desde el año 2005, y en las elecciones parlamentarias del 2023, el 53% de los votos fue emitido electrónicamente.
El sistema tiene su fundamento en la tarjeta de identidad nacional, que contiene un chip con la información personal y las llaves criptográficas, lo que garantiza la autenticación de las personas y la seguridad del voto electrónico; además de la firma digital autenticada. Por otra parte, si las personas cambian de opinión, tienen la posibilidad de votar en varias ocasiones sobre el mismo tema, y solo se tiene en cuenta el último voto. Según el Ministerio de Justicia estonio, el voto electrónico es 20 veces más barato que el voto tradicional, y eso ha significado un ahorro de 20 millones de euros anuales en ese país.
Pero no solo se debe avanzar en la facilitación de la participación, también es imprescindible la descentralización del Estado, otorgándole muchas más facultades a los poderes locales, lo que le daría la posibilidad a los ciudadanos de decidir en la mayoría de los temas de su interés.
Otro de los factores fundacionales del avance democrático es la educación, y esta debe enfocarse en la promoción de los valores de los Derechos Humanos y en un enfoque cooperativo, ya que la cooperación, y no la competencia, es lo que garantiza el alcance de los objetivos de desarrollo de una forma más eficiente y rápida. En este aspecto, hay dos ejemplos muy evidentes de que cuando los estados cooperan entre ellos, se pueden alcanzar grandes resultados. Uno de estos ejemplos es la «Convención sobre la Prohibición del Desarrollo, Producción, Almacenaje y Uso de Armas Químicas y sobre su Destrucción», la cual ha tenido una implementación exitosa y cada día se acerca más a la eliminación de este tipo de arma de destrucción masiva. El otro ejemplo es el «Convenio de Viena para la Protección de la Capa de Ozono» y sus respectivos protocolos, los cuales han logrado la eliminación o reducción de las sustancias agotadoras de la Capa de Ozono y así solucionar el grave riesgo que significaba para la humanidad la destrucción de la Capa de Ozono.
Un elemento imprescindible para avanzar en la democratización a nivel global es el rediseño del sistema de relaciones internacionales, superando las faltas democráticas del diseño posterior a la Segunda Guerra Mundial, en el cual cinco países tienen la última palabra en el proceso de toma de decisiones en las Naciones Unidas. Esto resulta imposible en estos momentos, pero su imposibilidad objetiva no niega que se enuncie como problema y buscar alternativas de solución.
La lucha por la democracia a nivel local y global es un imperativo para garantizar nuestro futuro como especie y el aumento de la felicidad de todos los seres humanos, tal y como proclamó la Constitución francesa de 1793 en su primer artículo: «El fin de la sociedad es la felicidad común.»
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