Tal supuesto «centro político», si es auténtico -reafirmo-, ni está en el «centro» ni puede ser «moderado», como sugieren algunos. Quiénes cataloguen a estas posiciones políticas como «moderadas» acaso lo estarían haciendo sólo a partir de un error que confunde racionalidad política y empatía social con debilidad, a lo mejor producto de los déficits de su propia escala de valores.
El debate social coloca a las diversas proyecciones políticas, según cánones establecidos, a la «izquierda» o «extrema izquierda», a la «derecha» o «extrema derecha», o al «centro».
«Izquierda» y «derecha» resultan de la natural discrepancia de la política en la lucha por el poder. A la «izquierda» están las posiciones que optan, de diversas formas, por la igualdad social. A la «derecha» aquellas que favorecen las tradiciones, el liberalismo económico y el individuo sobre lo comunitario.
Las llamadas «centro izquierda» y «centro derecha» son las proyecciones políticas de ambos bloques que tienden a la democracia; y las «extrema izquierda» y «extrema derecha» son las proyecciones políticas de ambos que se mueven hacia el autoritarismo o dictadura.
Actualmente la «izquierda» y la «derecha», en sus vertientes democráticas y extremas, padecen una crisis de identidad proveniente del cambio de época y, como derivación, suelen optar por diferentes populismos, en todos los casos nostálgicos de lo absoluto, la homogeneidad y la unanimidad. En medio de ello toma impulso la idea de un posible «centro político».
Esto ocurre también en el contexto cubano, donde parecen prevalecer unas «izquierdas» y «derechas» asentadas en muchos casos en la carencia de empatía social -si bien, indistintamente, dicen representar a toda la sociedad-, el vaciamiento de ideas, la predica estéril, la rigidez, la incapacidad de operar la política y un quehacer a modo de «marcha hacia ninguna parte». Además, ambas catalogan de «centrista» cualquier proyección política de otra naturaleza, utilizando el término como palabreja que refiere timidez, indefinición y treta.
Pero cuando estos perciben tal «centro», tanto desde la «izquierda» como desde la «derecha», lo hacen porque al mirarse mutuamente ambas fuerzas, suelen ver en medio de ellas a un conjunto de nuevas dinámicas que luchan por vitalizar los intereses sociales. Es decir, juzgan a esas nuevas dinámicas desde perspectivas políticas petrificadas en el enfrentamiento y, como consecuencia, al hacerlo van ocupando la periferia de los intereses sociales -no importa que conserven poder o mucho poder, pues ello no es forzosamente análogo a hegemonía.
En tal sentido, las posiciones políticas estimadas de «centro» no lo son desde el punto de vista «geométrico», sino que resultan consideradas así por equidistantes de dos o más tendencias políticas que ya van siendo residuales. Pero esto tampoco es preciso, pues en la praxis no constituyen un mero punto equidistante entre «izquierda» y «derecha», sino un espacio con significado sustantivo.
No son un «centro» desde la perspectiva de realizar síntesis de aspiraciones contradictorias porque la síntesis es un poder del espíritu y la política es acción y la acción es la selección de lo que en cada momento es posible a favor de los fines políticos. Estas fuerzas poseen un compromiso -radical- con los Derechos Humanos, la libertad, la equidad, la cultura, la democracia, el civismo, el trabajo, el bienestar general, la atención a los más necesitados, el imperio de la Ley y unas relaciones internacionales basadas en la cooperación y la paz.
Tal supuesto «centro político», si es auténtico -reafirmo-, ni está en el «centro» ni puede ser «moderado», como sugieren algunos. Quiénes cataloguen a estas posiciones políticas como «moderadas» acaso lo estarían haciendo sólo a partir de un error que confunde racionalidad política y empatía social con debilidad, a lo mejor producto de los déficits de su propia escala de valores.
De manera que estas proyecciones, a veces definidas como «centro político», no deben quedar al centro, sino adelante, ni pueden ser moderadas, sino radicales, y no estarían si fueran débiles, sino valientes.
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Me parece excelente el sistema de definiciones políticas utilizadas. Creo con firmeza que necesitamos ese tipo de centro empático , radical y democrático.
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