La Patria es dicha de todos, y dolor de todos, y cielo para todos. José Martí

La Patria es dicha de todos, y dolor de todos, y cielo para todos. José Martí


La parálisis del sueño cubano

Si nuestro fin es la transición hacia un verdadero Estado de Derecho, debemos ser capaces de llegar a consensos y de establecer alianzas transversales con todos los que aspiren a la democracia. La dicotomía en Cuba no es izquierda versus derecha, sino democracia contra dictadura. Las batallas a muerte sobre los distintos colores del espectro político, o la superioridad de unas ideas sobre otras, no parecen llevarnos a ninguna parte.

03 Feb 2025
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Imagen © AFP

Todos hemos soñado alguna vez que nos encontramos ante un peligro y nos resulta imposible movernos o gritar. Según los expertos, esto podría ser una señal de frustración, de pérdida de control sobre ciertas situaciones, un signo de miedo y negatividad. Pero la parálisis del sueño es una afección distinta. Esta ocurre en la transición entre el sueño y la vigilia, cuando despertamos y somos incapaces de movernos o emitir sonidos. Durante estos episodios somos totalmente conscientes, pero nuestro cuerpo no responde.

Cuba parece experimentar ambas afecciones. Ni el régimen es capaz de afianzar su control, ni el conjunto de activistas por el cambio o los segmentos de la sociedad civil que aspiran a un país más inclusivo, dan señales de poder avanzar, con paso firme, hacia una verdadera transformación de la realidad política y social en la Isla.

Las experiencias en Venezuela y Nicaragua demuestran que no basta con lograr manifestaciones masivas. En ambos países la población ha visto morir a cientos de sus hijos, asesinados en las calles durante las protestas, sin lograr sacar a Maduro o a Ortega del poder. Y la “primavera árabe” indicó que, luego de derrocar a regímenes autoritarios, puede sobrevenir un invierno fundamentalista.

La comunidad internacional no mira hacia Cuba con demasiado interés. La democracia sufre en todo el mundo una especie de fatiga y a ambos lados del Atlántico aumenta la polarización. Los discursos incendiarios, los liderazgos “Jokers”, la descalificación del contrario y los insultos vulgares logran más “vistas” y alcanzan más “seguidores” que las estrategias argumentativas. La moderación parece obsoleta, el equilibrio ha caído en desuso, el centro adelgaza al mismo ritmo con el que engordan los extremos.

Y algunos usuarios de redes sociales en Cuba no escapan de esas tendencias. Ramiro Valdés decía que el Internet era un “potro al que debían domar”. Pues bien, ante la incapacidad del régimen para someter a la bestia, apuestan porque sus jinetes se desboquen contra los extremos del picadero. Miles de perfiles anónimos, creados por los departamentos de la “seguridad del establo”, aseguran ser cien por ciento comunistas o cien por ciento anticomunistas, da igual.  Su objetivo es atacar toda propuesta con posibilidad de éxito, destruir incipientes liderazgos, sembrar teorías conspiranoicas, lograr que todos sospechen de todos y apuntalar la parálisis.

Para estos perfiles encargados de sembrar estados de opinión, cualquier alternativa de cambio es tildada de “fraude”. Ningún líder les parece fiable, ni siquiera los que están en prisión. Ninguna propuesta concreta merece, para ellos, ser tomada en serio. Su orden es generar ruido estacionario, para que nadie entienda absolutamente nada y para que lleguemos a familiarizarnos con ese ruido, quedándonos nuevamente dormidos.

Entonces, ¿hay esperanzas para Cuba? Yo me mantengo optimista, a pesar de todo. El exilio se organiza en todas partes del mundo, no solo en los Estados Unidos, y ayuda a deconstruir la narrativa que el régimen logró sembrar en otros tiempos. La sociedad civil continúa organizándose desde dentro e insiste en defender sus derechos, ejerciendo presión constante sobre el poder y sus instituciones. Las urnas, aunque sabemos que en realidad se trata de votaciones placebo, han demostrado que el régimen ya no puede ufanarse de contar con el apoyo de las mayorías.

También creo, a pesar de la polarización imperante en las redes, que la sociedad cubana prefiere un cambio sin sangre. Es justamente en el terreno de las ideas y no en el de la violencia, donde somos más fuertes que el poder. Ellos cuentan con el monopolio de las armas, pero han perdido el monopolio del relato y de la información. Tampoco han demostrado resiliencia a la hora de defender sus posturas desde argumentos sólidos. Acuden robóticamente a discursos y excusas roídas por el uso incesante. Ni siquiera con las nuevas herramientas de Inteligencia Artificial, son capaces de disimular su necedad orgánica.

Su negativa al diálogo abierto es, justamente, porque han perdido todos los debates que, a fuerza de presión, se han visto obligados a realizar. Su aversión a que se transmitan esos encuentros por los medios es porque quedarían totalmente desarmados ante la opinión pública, tanto dentro, como fuera. Ya sus asesores han medido el riesgo/beneficio y saben que un debate público no les conviene en absoluto.

Es cierto que, los que aspiramos al cambio, debemos evitar repetir ingenuidades que solo sirvan para oxigenarlos, o para que ellos simulen una falsa disposición al diálogo. La experiencia reciente ha demostrado que se requiere músculo y capacidad de movilización para lograr cualquier propósito. Tampoco bastan las catarsis personales o los cuartos de desahogo. Es absurdo sentarse a negociar con el pecho repleto de emociones, pero con la maleta de opciones vacía.

Si nuestro fin es la transición hacia un verdadero Estado de Derecho, debemos ser capaces de llegar a consensos y de establecer alianzas transversales con todos los que aspiren a la democracia. La dicotomía en Cuba no es izquierda versus derecha, sino democracia contra dictadura. Las batallas a muerte sobre los distintos colores del espectro político, o la superioridad de unas ideas sobre otras, no parecen llevarnos a ninguna parte. Algunos consideran que esas discusiones son un ensayo para cuando logremos la democracia, pero lo cierto es que el régimen ni siquiera reconoce o respeta el derecho humano de reunión y asociación pacíficas. Mientras nos desgastamos dando vueltas en círculos o chocando contra las vallas, ellos sienten que están “domando al potro”.

Nadie posee la fórmula secreta para lograr el cambio, pero hay un par de cosas que nunca han funcionado en ninguna parte. Una oposición extremadamente fragmentada y con demasiadas luchas internas no será capaz de conseguir el músculo necesario. Y descartar a priori la mayoría de las propuestas, basándonos en teorías de la conspiración, consignas falaces o descalificaciones personales, nos deja con la maleta vacía.

La sociedad cubana parece estar abriendo los ojos luego de una muy larga pesadilla. La pregunta es, ¿cuándo seremos capaces de superar esta parálisis del sueño?

SOBRE LOS AUTORES

( 2 Artículos publicados )

Actor, dramaturgo y activista cubano. Graduado de la Escuela Nacional de Arte (ENA) en la especialidad de actuación y del Instituto Superior del Arte (ISA) en la especialidad de dramaturgia. Ha escrito y dirigido varias obras de teatro, como Jacuzzi, Todos los hombres son iguales y Sangre. Fundador de la plataforma cívica Archipiélago.

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Comentarios

  1. La.lucha es de democracia contra dictadura, eso está clarísimo, pero solo ahora se puede lograr cuando,.los que tienen voz en la arena intermacional, lleven ese mismo mensaje a la opinión pública internacional, para que dejen de ver al gobierno cubano con romanticismo, y presionen a la misma vez que los de adentro.

  2. Te admiro, muchacho! eres capaz de hacer analisis tan profundos como eticos y comprensibles. Mucho ayudas al pueblo cubano ( que somos todos) a entender la complejidad de nuestro proceso para alcanzar la Patria que Marti sono. Gracias!!!

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