La Patria es dicha de todos, y dolor de todos, y cielo para todos. José Martí

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Los Futuros Partidos Políticos de Cuba: Entre la Ficción y las Ciencias Políticas (VI)

El partido de poder, el partido-patriótico nacional, y el partido intransigente-izquierdista competirían por un segmento demográficamente bien definido de la población de Cuba. Al inicio de la segunda década del siglo veintiuno, la mayor cohorte quinquenal cubana tenía entre cuarenta y cinco y cuarenta y nueve años. El tamaño de esta cohorte era casi el doble del tamaño de la cohorte de cinco años o menos. Más de una cuarta parte de la población tendrá más de sesenta años para el 2025.

12 Oct 2021
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Foto © Diario de Cuba

Capítulo 6: Las Bases Populares de los Partidos y la Ley Electoral después de la Transición Aún No Ocurrida [1]

En 2011, la esperanza de vida al nacer era de setenta y ocho años (Oficina Nacional de Estadísticas e Información 2012, Cuadros 3.2, 3.12, 3.17). En síntesis, Cuba será un paraíso para un partido que represente los derechos de los jubilados. Pero los perspectivos ancianos cubanos puede que no sean meramente codiciosos de pensiones. Los cubanos que ya estaban en sus sesentas fueron socializados como jóvenes revolucionarios durante la década de los sesenta, que fue el momento más formativo tanto para el país como para sus propias experiencias. Los cubanos de esa cohorte quinquenal de 45 a 49 años fueron testigos de la relativa prosperidad económica de los setenta, la consolidación de políticas de Estado exitosas en salud y educación y el despliegue global de la influencia cubana durante los setenta y los ochenta. Como se ve materializado en el sucesor de Raúl Castro, Miguel Díaz Canel, podrían querer resolver las debilidades y fallas de las políticas del gobierno sin derribar al régimen político. Y, en la Cuba después de la transición aún no ocurrida, podrían apoyar inmediatamente a cualquiera de los tres partidos que evoque mejor a la Cuba de su juventud.

Si los ancianos cubanos dividen sus votos entre los intransigentes-izquierdistas, los patriotas-nacionales, y el partido de poder –los jubilados votando por la eficacia de este último, y los demás motivados ideológicamente, dividiendo sus votos entre los dos otros partidos– los futuros socialdemócratas podrían ganar una gran porción de los votantes nacidos después de 1986, que fue el último año de un crecimiento económico sostenido. Los socialdemócratas podrían aliarse con el partido de poder. (Así como en los casos de los Liberales prerrevolucionarios, o del Partido Revolucionario Institucional en México después del 2000, o del Partido Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) en Brasil desde 1985, el partido de poder no necesita ser el partido más grande como se mencionara en el capítulo anterior). Si es así, el panorama para una liberalización política y económica más amplia y profunda se ve mejor.

Cuba ha tenido una diáspora grande, concentrada geográficamente en el sur de la Florida: próspera económicamente, y políticamente influyente. El Cuban Research Institute de la Universidad Internacional de Florida ha estado encuestando a la población de origen cubano al sur de la Florida por dos décadas. En 2014, a partir de unos sondeos, se pudo establecer dos categorías. Una es la de los ciudadanos estadounidenses cubanoamericanos que residen desde hace mucho tiempo en los Estados Unidos: solo el 23 por ciento de ellos “invertiría en un negocio privado en Cuba si se le da la oportunidad” y solo el 21 por ciento de ellos son propensos a “regresar a Cuba para vivir” bajo “una forma más democrática de gobierno”. La otra categoría es la de migrantes que llegaron desde los acuerdos de migración firmados en 1994-1995 entre Cuba y Estados Unidos: 56 por ciento de ellos invertirían en un negocio privado en Cuba y 34 por ciento del total regresaría a vivir en Cuba (Cuban Research Institute, 2014). En términos de la disposición para invertir, por lo tanto, la diáspora cubana ya está dividida. En términos de la probabilidad de regresar a Cuba para vivir, la diáspora es bastante homogénea.

Las élites de Miami siempre han tratado de influir en los eventos en Cuba y probablemente buscarían hacer lo mismo en el futuro. Apoyarán políticas de mercado y una liberalización política sostenida. Como en Miami hoy en día, y también en el futuro de Cuba, es probable que se dividan entre una centroderecha, política y económicamente un partido de “empresarios” o “liberal”, versus un partido revanchista que garantice la recuperación de propiedades expropiadas por el gobierno revolucionario en 1959-1961 y que busque acusar, condenar, y encarcelar agentes del antiguo régimen. Dado que la diáspora, por definición, no está en Cuba, es probable que su influencia sea indirecta, gastando en publicidad televisiva, así como programando y financiando las campañas de nuevos partidos. Algunos de estos nuevos protagonistas de la política cubana estarán dotado de personal compuesto por la minoría de cubanos que se repatriarían. Uno o ambos partidos apoyados por la diáspora podrían obtener una votación importante porque una proporción significativa de votantes cubanos mirarán hacia Miami en búsqueda de enriquecimiento económico.

Finalmente, la ley electoral, que debe ser parte de la transición que todavía no ha ocurrido, tendría que cambiar para permitir elecciones libres y competitivas. Sin embargo, una característica podría persistir. En las elecciones a la Asamblea Nacional, antes y después de la adopción de la Constitución de 2019, el número de candidatos iguala al número de puestos por cubrir; sin embargo, los distritos electorales agrupan múltiples candidatos. Un votante puede votar por la “lista unida” (la preferencia del Partido Comunista), o votar en blanco, nulo, o selectivamente. En las elecciones de 2013, ya el 23.5 por ciento de los votantes emitieron un voto inconforme: votaron nulo, en blanco, o selectivamente, es decir, votaron por algunos, pero no por todos los candidatos en la papeleta (calculado de “Resultados finales”, 2013). Para ser elegido, un candidato a diputado debe recibir la mitad de los votos. Así podría desarrollarse un sistema multipartidista, si se modifica la ley electoral para establecer una representación proporcional de lista abierta, mediante la cual cada votante emita su preferencia por uno o varios candidatos en la lista, pero no por todos –a lo cual los votantes cubanos ya están acostumbrados en las elecciones municipales, en que se presentan múltiples candidatos, con opción de segunda vuelta, si se requiere, para lograr la mayoría. Es decir, como ya ocurre en las elecciones municipales y se cambiaría para autorizarlo en futuras elecciones nacionales, ganarían algunos candidatos y perderían otros. Los resultados de una segunda vuelta pueden ayudar al partido de poder, a los socialdemócratas, y al partido de centroderecha apoyado por Miami, en detrimento de los intransigentes-izquierdistas, los patriotas-nacionales, y los revanchistas.

Bibliografía

Cuban Research Institute. (2014) 2014 FIU Cuba Poll. Miami: Florida International University. Recuperado de: http://worldmountain.com/cp 14/polltables.htm

Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI). (2012) Anuario estadístico de Cuba 2011. Recuperado de: www.one.cu/aec2011.htm

“Resultados finales de las elecciones”. (2013). Granma, 8 de febrero. Recuperado de: http://www.granma.cubaweb.cu/2013/02/08/nacional/artic09.html

[1] Se publicó anteriormente en inglés como un capítulo en, Challenges of Party-Building in Latin America, ed. Steve Levitsky, James Loxton, Brandon Van Dyck, y Jorge I. Domínguez (New York: Cambridge University Press, 2016). Doi:10.1017/CBO9781316550564. Cambridge University Press autorizó su traducción al español, realizada por Alejandra Suárez, así como su publicación en la Revista Foro Cubano 1:1 (julio-diciembre 2020): 97-110, https://revistas.usergioarboleda.edu.co/index.php/forocubano/issue/view/rfc/N%C3%BAmero%20Completo. La Revista Foro Cubano ha autorizado la serialización de ese artículo por parte de Cuba Próxima.

SOBRE LOS AUTORES

( 16 Artículos publicados )

Doctor en Ciencias Políticas. Profesor jubilado de la Universidad de Harvard, donde fue vicerrector para los asuntos internacionales entre 2006 y 2015.

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