El mayor reto de proponer una Ley Electoral es preguntarnos si se hará cuando la naturaleza del régimen haya dado muestras de cambio y renovación democrática
El mayor reto de proponer una Ley Electoral es preguntarnos si se hará cuando la naturaleza del régimen haya dado muestras de cambio y renovación democrática, cuestión imprescindible para garantizar un proceso de elección de candidatos que sea justo, equitativo y en igualdad de condiciones.
Con todo sentido, y en cualquier país del mundo que ha transitado de una dictadura a una democracia, se intenta construir un modelo que asegure la estabilidad de un país, lo que puede llevar a la cristalización, en aras de la estabilidad, de que la ley Electoral favorezca a los «grandes».
La propuesta de Ley Electoral Provisional del Centro de Estudios «Cuba Próxima», desde el punto de vista teórico es impecable, pero como ciudadana, inexperta en esta materia, me surgen algunas dudas, muy básicas, que traslado a continuación:
1- ¿Se habrá devuelto de antemano el poder a la soberanía nacional?
2- ¿Habría paridad de las partes en la nominación de candidatos?
3- ¿Tendría garantías de que los candidatos puedan expresar sus propuestas libremente a través de los medios de comunicación masiva?
4- ¿Las sociedades civil y política cubanas poseen personas expertas y con formación certificada en este asunto?
5- ¿Cuál institución, o cuáles instituciones, en la Isla pudiera garantizar un proceso de esta índole, con autoridad cierta?
6- ¿Quiénes serían los responsables de fiscalizar el financiamiento?
7- ¿Existirá un compromiso previo, explícito y seguro, de «juego limpio»?
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Coincido. Es preciso un previo proceso de democratización que garantice todos los derechos y libertades