Es hora de tener una conversación adulta con nosotros mismos sobre política y moda. El traje que vestimos hoy es claramente anticuado, asfixiante y además apesta. Pero no por ello hay que ponerse lo primero que sugiera el algoritmo de las redes. Cuba necesita un traje a su medida y todavía no existe un consenso en su diseño. Nos queda mucho por discutir y hay que hacerlo ya.
La respuesta más obvia a la pregunta que encabeza este artículo podría ser el rotundo fracaso del socialismo que ha asfixiado a Cuba por más de seis décadas. Es comprensible que el rechazo al modelo que nos han impuesto genere un corrimiento acelerado hacia el extremo contrario. Y habría que sumarle la mediocre educación política recibida durante años de adoctrinamiento, así como la tentación de apuntalar ese déficit consumiendo videos cortos en YouTube, Facebook y TikTok.
Una frase popular reza que el cubano, cuando no llega, se pasa. Lo cierto es que hemos sido privados durante demasiado tiempo de la experiencia democrática, la alternancia en el poder, la competencia entre partidos políticos e ideologías diversas, el debate libre y abierto, la publicación de literatura contemporánea que aborde temas actuales de pensamiento y economía. No es una sorpresa que, sobre todo los más jóvenes, se aferren a las corrientes de moda con la misma rigidez con la que nuestros abuelos abrazaron el marxismo.
Por su parte, la prensa oficialista ha estado fatídicamente sesgada por su misión propagandística, mientras que la prensa independiente ha tenido que suplir el vacío informativo concentrándose en la denuncia. Muy pocas veces encontramos espacios de análisis y debate, con expertos acreditados, que nos permitan formarnos una opinión fundamentada sobre los problemas actuales que sacuden a la humanidad. Nuestros foros suelen estar compuestos por burbujas o bloques monolíticos, con ideas muy similares. Resulta más fácil suscribir sentencias simplificadoras, repetir consignas y hacernos eco de las corrientes que circulan en redes (motivados por el enfado, el dolor o la ira), sin profundizar demasiado en sus causas, complejidades y posibles consecuencias.
Pero el corrimiento hacia el azul oscuro también responde a una tendencia global marcada por la crisis y acentuada tras la pandemia. El descontento hacia los partidos políticos tradicionales, las crisis migratorias, la guerra en Ucrania, la inflación y el bombardeo extremadamente polarizado sobre temas como la ideología de género, han provocado un escepticismo sobre el orden mundial y sus instituciones, así como un cuestionamiento de la democracia.
El politólogo neerlandés Cas Mudde, definió a esta corriente como la cuarta ola de la extrema derecha. La primera tendría lugar desde que concluyó la II Guerra Mundial hasta 1955, y estaría compuesta por un pequeño reducto de la causa fascista, amén de su derrota. La segunda ola duró hasta 1980, marcada por un populismo de derecha. En Europa sobresaldría el antiparlamentarismo de Pierre Poujade, quien consideraba al parlamento francés como “el burdel más grande de París”; mientras que en América despuntaría la fiebre anticomunista del senador McCarthy. Los británicos, por su parte, tendrían al Frente Nacional, un grupo abiertamente racista con lemas como “Alto a la inmigración” o “Hagamos a Gran Bretaña grande otra vez”. La tercera ola llegó hasta el año 2000, caracterizada por un populismo mucho más radical, nativista y autoritario.
Es común encontrar en redes sociales descalificaciones a estos grupos, tachándolos de nazis o fascistas. Los simpatizantes de estos grupos, por su parte, utilizan como autodefensa un argumento poco serio: afirman que el fascismo era de izquierdas. Esta sentencia se hizo popular en Brasil, en 2018, durante la campaña de Bolsonaro. Los principales expertos alemanes e italianos les salieron al frente, definiendo la afirmación como una reescritura equivocada de la historia, con explicaciones simplistas y desconocedoras del fenómeno. La tesis de que eran “de izquierda” solo porque se nombraban nacional-socialistas, es tan absurda como creer que Corea del Norte es democrática, solo porque su nombre oficial es República Popular Democrática de Corea.
Pero también es un error tildar gratuitamente a estos grupos como fascistas. Hacerlo, no solo significa confirmar la Ley de Godwin, implica además ignorar la verdadera naturaleza de estos movimientos. El insulto suele ser bastante infértil y únicamente empuja a las partes hacia posiciones de trinchera. El análisis desprejuiciado, la argumentación razonada, la contrastación de datos y el debate objetivo, podrían ser los únicos antídotos para frenar el avance del fundamentalismo autoritario.
La cuarta ola de la extrema derecha abarca un amplio espectro, desde el trumpismo norteamericano; el Brexit Party británico, el bolsonarismo brasileño; Vox en España; o el movimiento del candidato más votado en las recientes PASO en Argentina: Javier Milei. Esta ola ha sido denominada por algunos como extrema derecha 2.0, por su capacidad para usar las nuevas tecnologías en su propaganda política. También han dejado de ser movimientos marginales, contando con grandes fuentes de financiamiento, alcanzando victorias en las urnas y formando gobiernos a un lado y al otro del Atlántico.
Entre las características principales de esta ola encontramos un discurso emocional y populista que explota la ira de los votantes; la nostalgia por un pasado grande y glorioso que debe recuperarse a cualquier precio; un ultranacionalismo que busca cerrar fronteras y expulsar a los inmigrantes; el achicamiento extremo del Estado y sus instituciones; la reducción de impuestos a costa del gasto público; la privatización feroz; la compra de armas por parte de los ciudadanos; una férrea oposición a la ideología de género y la Agenda 2030; la negación del factor humano en el cambio climático; la “batalla cultural” contra la izquierda, el progresismo e incluso la derecha clásica; así como la prohibición del aborto.
Se llaman a sí mismos “libertarios”, pero demuestran tener bolsillos muy liberales y portañuelas muy conservadoras. Sus líderes generalmente nos recuerdan al Joker de Batman, con peinados muy singulares, exageradamente histriónicos, con discursos incendiarios y un radicalismo que sabe muy bien cómo explotar el descontento y la frustración de los sectores más desfavorecidos.
Volviendo a Cuba: la dictadura comunista no solo ha destrozado al país, sino que además resulta insostenible. Las probabilidades de su colapso aumentan, ya sea por derrocamiento o por autodestrucción. La pregunta es: ¿serían beneficiosas para la inminente Cuba post-Castro políticas de extrema derecha?
Es obvio que tras la caída del régimen aparecerán formaciones de este tipo y es legítimo que participen con total libertad. También es previsible que cuenten con un respaldo considerable de amplios sectores, asqueados de décadas de comunismo y miseria. Pero el país estaría en una situación tan ruinosa que difícilmente pueda reconstruirse sin una intervención amplia y efectiva del nuevo Estado.
Por otra parte, Cuba no sufre un fenómeno de inmigración, sino todo lo contrario. En nuestro caso habría que incentivar el retorno de muchos cubanos exiliados e incluso la inmigración de otras nacionalidades. También sería un disparate privatizar completamente áreas como la educación o la salud, abandonando a su suerte a una población envejecida y pobre. Es cierto que el tamaño del Estado es hoy exageradamente grande, pero eliminar ministerios drásticamente, sin un análisis responsable de sus efectos, podría provocar caos e ingobernabilidad. Tampoco quiero imaginar lo que ocurriría si a alguien se le ocurre promover la tenencia de armas o la venta de órganos. Las políticas que se apliquen deberían encontrar un equilibrio sostenible entre desarrollo económico y social, instituciones democráticas sólidas, respeto hacia todos los derechos humanos, libertad para emprender y para pensar sin barreras absurdas ni prejuicios ideológicos.
El problema de Cuba no solo es la comida, existe una crisis total, desde las infraestructuras hasta los valores, desde la cultura hasta el aumento de la violencia, desde el deterioro de la formación profesional hasta la naturalización de la corrupción.
Sería lamentable que, tras la aplicación de políticas radicales fallidas, sin la premisa martiana de “con todos y para el bien de todos”, las desigualdades se salgan de control, seamos incapaces de erradicar la pobreza, nos resulte imposible garantizar orden y justicia, aparezcan nuevas formas de censura y purgas ideológicas, las minorías no puedan conquistar o mantener derechos, y se sustituya la “moral revolucionaria” por una “moral conservadora”, igual de excluyente. De darse ese panorama, en un breve plazo, aparecerán de nuevo los nostálgicos. La izquierda radical usaría entonces ese nuevo descontento a su favor y volveríamos a dar vueltas en círculos.
Es hora de tener una conversación adulta con nosotros mismos sobre política y moda. El traje que vestimos hoy es claramente anticuado, asfixiante y además apesta. Pero no por ello hay que ponerse lo primero que sugiera el algoritmo de las redes. Cuba necesita un traje a su medida y todavía no existe un consenso en su diseño. Nos queda mucho por discutir y hay que hacerlo ya.
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Importante análisis de Yunior sobre ese fenómeno de polarización y corrimiento hacia los extremos que peligrosamente crece entre los cubanos de hoy, al compás de la profundización de la absoluta decadencia en que la tiranía mafiosa ha sumido a Cuba. Ciertamente urge hoy más que nunca una conversación seria sobre fenómenos como este, que no son privativos de Cuba, pero que en nuestro caso, por la carencia de cultura y valores cívicos y democráticos entre buena parte de la ciudadanía, la deshumanización y el deterioro de los valores humanos, éticos y morales que ha traído consigo la depauperante miseria tanto material como espiritual en que vive la sociedad de la Isla desde hace mucho tiempo ya, el ambiente polarizado y tensado existente, y la absoluta falta de libertades cívicas y democráticas que han hecho de Cuba uno de los pocos Estados totalitarios existentes en todo el planeta, son como para preocuparse seriamente, pues estos elementos son un caldo de cultivo perfecto para que Cuba se envuelva en una espiral de conflictos, guerras civiles y violencias que nunca tendría fin. No: el objetivo nunca puede ser ese, y significará que habremos fracasado si, como bien dijo Carolina Barrero a Ian Padrón hace pocos días, no logramos materializar de una vez y por todas el sueño del Maestro de construir una República con todos y para el bien de todos, que es, no lo dude nadie, nuestra mayor asignatura pendiente y la deuda que tenemos con él, y lo que es más importante, con nosotros mismos, desde hace más de cien años.
Esta ocurriendo en el mundo entero, tanto la extrema derecha como la extrema izquierda. Lamentablemente es un fenómeno global.
Este es el típico comentario lanzado desde una supuesta intelectualidad, condescendiente, y con los aires de superioridad socialista. El autor habla de las causas reales del descontento, tanto en Cuba como en el mundo, pero entre líneas deja ver su desprecio por esas masas incultas y trabajadoras que no deberían opinar sobre temas tan complejos como los impuestos, la ideología de género, el cambio climático, la inmigración descontrolada, etc. Sólo faltó llamarles “deplorables” (cf. Hillary Clinton) y cristianos fundamentalistas.
Posiciones como estas son las que precisamente empujan a la gente común, a la que no vive del cuento, a optar por el sentido común, aunque les llamen “extrema derecha” y no sepan quién es Cas Mudde.
Un cordial saludo
Cada quien piensa como vive, como quiere o como desearía. Ahora lo importante es librarse de la tiranía. Eso es lo esencial. Especular sobre tendencias de extrema derecha posibles en el marco político cubano postdictadura me parece inútil. No hay alumnos para tal lección. Ni tiempo que perder.
S
Ya me gustaría a mí, que existieran muchos cubanos jóvenes, como Yunior, pero hace mucho que comprendí que la “moderación” en política no es muy aceptada. Yo estoy totalmente de acuerdo con Yunior, pero no soy optimista con el futuro de Cuba, quizás viene de mi edad (66 años) y un cierto cinismo proveniente de todo lo acumulado de vivir en un régimen como el cubano que aún con 23 años fuera una parte de mi no se siente libre. Lo que más siento es que no hayan tantos “Yuniors” que puedan hacer algo por la nación cubana porque me aterra la idea de irnos hacia el otro extremo, sería distinto pero al final lo mismo.
En los poqusimos momentos buenos que tuvo Cuba durante el Castrismo, y seamos honestos por favor, no hubo descontento. Solo con excepción de aquellos pocos que verdaderamente le importaban la democracia y los derechos humanos y que siempre fueron disidentes. El cubano, si tenía comida, ropa, dólares y vacilón, no le importaba quien estuviera en el poder o si había elecciones o no.
Solamente el título del artículo que le pone es manipulación de el lenguaje -,de quien presume en sus texto de dominar el lexico a la perfeccion -, y representa una conformidad con el régimen – que todos vimos como le prohibía a él y prohibe al pueblo cubano sus derechos- , y sin embargo presume ademas en una dilapidacion vasta de una cultura general -que para que hacer al decir del guajiro: “Que tanto que sabe que le pasa lo de la codorniz, que termina durmiendo en el piso”-. Juntarse a la ideolgia del régimen para mentir al calificar a un sector de la poblacion que es parte de ella, -pero que hoy todavia se insentiza con su comprension y dolor-, es razón más que suficiente en una persona que pretende que se le note de inteligente para no comportarse tan ligero de casco al juzgar a una comunidad que no vaciló en darle la luz cenital cuando pretendió ser guia de un pueblo-.. Y no de quien usa una verborrea para repetir un mantra promulgado por el regimen y en el que no sólo miente al estilo de los más notables paladines del castrismo, pero que demuestra su desconocimiento de una realidad o de su apego aún al régimen que todavía adora desde sus entrañas. Será por eso que todavía abraza en su filosofía y modo de pensar a una corriente extremista que reconoce en algunos casos la existencia de una dictadura totalitaria en Cuba, pero se siente en complicidad – por los hecho- con la permanecía de esta sobre el pueblo cubano y no termina aborreciendole.
Los extremos se juntan, – eso aplica tanto para los expectologos citados a la hora de calificar tanto el Nazismo como al Facismo
y la reducionista idea de izquierda y derechas, (ya me dice que abrazan y cual es la ideologia que profesan), como aquellos que ya se sitúan en una posición extrema que omiten para pretender llevar a las masas lectoras a el lado de su tapete-, sin ser capaces de llamar al balance o la concordia, sino que sea a su modo.
Postada: Ante la falta de respuesta tuya y demás administradores del grupo Archipiélago que fundarse espero que leas las respuestas recibida a tu publicación acá y con ella la mía. Para que al final reciba respuesta.
¿Cuál fue la razón que hasta el día de hoy el texto que cito y que pedia mantenerlo fijo en las publicaciones de grupo Archipiélago por unos dias no sólo no se permitió, sino que no he recibido una respuesta de que se prohibió hacerlo? Demás esta mencionar la importancia que aún tiene.
https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=pfbid02XTemCvkWafHNkfSosLNyWcMnSM6ocaAxhDHFfPQfrhFjKkbj6pZQDkZ1S8Ff1Pal&id=616914292&mibextid=Nif5oz
Gracias por tu tiempo, averiguaciones y lectura.
………………….
Es cierto que Cuba esta en peligro, pero no es el de caer en una política de extremos, pues ya Cuba está hace ratos en esa situación, difícilmente abra una peor, aunque siempre se puede estar peor, pero sabes que es peor y peligroso la nueva izquierda disfrazada de democracia, y de sabiondos. Catalogar a Milei de extrema derecha es una falta de conocimiento total, y una manipulación, es como que yo te diga comunista a ti. América necesita una oportunidad liberal, como la han tenido muchos Singapore, Taiwán, Irlanda, etc. Milei tiene un plan que seguro será mejor que lo que hay pero ya lo descalifican. El esta claro, estado débil e individuos fuertes, tú eres lo contrario supongo, más de lo mismo, eso eres tú. Otra cosa el fascismo sí es de izquierdas, o es primo de esta y se le parece muchísimo, claro a ti no te gusta pero es así. Ah y dejemos de mentir para ser libres, la asignatura pendiente de Cuba, no es la democracia como todos dicen y quieren creer, la asignatura pendiente de Cuba es y será el racismo. Ese que cegó a los cubanos y los llevo a apoyar a quien no debían.
Creo se le olvida una de las principales causas de lo que usted llama “ascenso de la extrema derecha” y es el intento de la izquierda de monopolizar la política. Iba a escribir de cierta izquierda, lo hubiera hecho hace unos poquitos años, pero veo que esta visión esta tan generalizada que ya no tiene sentido. Causas que hasta hace poco se veía natural que fueran defendidas por sectores conservadores ahora pretende proscribirse. Léase la que usted menciona de la defensa de la vida. Pero también una cierta preferencia por lo nacional: personas o productos, que por cierto no es incompatible con acoger un número consensuado de inmigrantes en virtud de la capacidad del país. La defensa de una familia estable que aspira a dejar su impronta de forma persistente. La escala de prioridades no tiene que ser para todos la misma, y por ejemplo lo que para algunos es la principal: el cambio climático para otros puede estar relegada a una posición bastante secundaria.
Las posturas económicas que antes se definían como liberales ahora tiende a intentar exorcizarse llamándolas “neoliberales”.
Las instituciones tienen capacidad de modelarse en cada sociedad de forma que reflejen los anhelos cambiantes de la misma, sin tener por ello que catalogarse una sociedad como menos democrática que otra por ello.
No se puede defender la moderación y al tiempo intentar prohibir, mediante el escarnio público al adversario político. La izquierda tiene que entender que la pluralidad, que en otros tiempos y otros ámbitos defendió, no supone que uno una vez ha logrado imponer democráticamente sus políticas, puede eliminar el derecho de sus opositores a seguir cuestionándolas y aspirar a revocarlas, con la excusas de ser ellos los detentadores de la pureza democrática. La cultura de la cancelación de los adversarios, y no de deja de asombrarme, tiende a extenderse. Muchos que por tiempo defendieron la libertad de expresión irrestricta hoy pretenden usar la censura para acallar personas que les incomodan.
Tiene razón al advertir de cierta intransigencia de algunas personas, de la necesidad de convivencia entre sectores diametralmente opuesto, pero extremistas también hay entre sus afines y no por ello es lícito condenar a todo su colectivo.
En concreto ese supuesto crecimiento es, en buena parte, un constructo creado para evitar entrar en debate con posiciones antagónicas.
Ir a los extremos es intelectualmente mas facil. Amen de que en la extrema derecha siempre ha habido mas comida que en la izquierda. Asi de sencillo. No hay que darle tanta vuelta.
Los cubanos quieren simplemente vivir en libertad. No creo que los cubanos en la isla piensen en derechismo. Que no quieren el castrismo eso “se cae de la mata”. Despues de 64 largos y lentos años bajo un regimen que muy poco le interesa el cubano de a pie. Cualquier cosa que los aleje de lo que ahora viven sera una luz en sus oscuras vidas. No debemos ponernos alertas sobre algo que no ha pasado. Que Cuba sea libre debiese ser la prioridad de cada uno de los cubanos