Shanti es la propuesta con la que D FRENTE y el Consejo para la Transición Democrática en Cuba (CTDC) dentro de esta concertación, impulsan, concretando más su Hoja de Ruta, una agenda coordinada para afrontar y superar pacíficamente los obstáculos, comportamientos y estructuras que están destruyendo la convivencia y bloqueando la posibilidad y necesidad de creación de una sociedad y un Estado democráticos.
La violencia está determinando nuestras relaciones de convivencia. Normalizada, aparece como el vínculo natural para la gestión de las relaciones en casi todos los ámbitos de la vida de las y los cubanos. En los mercados, en las calles, en las comunidades, en la política, en los medios de transporte, en muchos hogares, en las estaciones de policía, en las cárceles y prisiones y en los espacios laborales, predomina el comportamiento de personas rudas que tratan de imponer su voluntad y de lograr sus metas, muchas veces con éxito, a través de los métodos pre civilizados del más fuerte.
Debajo de estas conductas habituales reside un impulso cultural de dominación cultivado por la pedagogía de la historia, la visión de la política, la mentalidad patriarcal y su tradición machista, el modelo hegemónico de construcción nacional y su estructura patrimonialista, el predominio del Estado, la depreciación del valor de la ciudadanía, la exclusión sistémica y sistemática de la diferencia y la supresión del sentido de complejidad propia del pensamiento y de la sociedad. Y este impulso cultural de dominación se alimenta y reproduce en una sociedad diseñada para la pobreza creciente y dentro de los mecanismos de supervivencia que inevitablemente genera.
Somos una sociedad violenta y pobre que convive dentro de una violencia orgánica. Su naturaleza orgánica es lo que distingue el fenómeno de la violencia en Cuba, la que la hace más peligrosa de cara al futuro y la que debemos atender tanto por sus consecuencias inmediatas para poblaciones concretas como para la posibilidad de la democracia misma. La vida y dignidad de los seres humanos importa del mismo modo que importa saber que solo una sociedad pacífica puede construir una sociedad democrática.
La violencia es la barrera social e institucional clave para la concepción, promoción y ejercicio de los derechos humanos.
La nuestra es una violencia orgánica porque, primero, implica a la mayoría de las y los cubanos, independientemente de su origen, tradición específica, status y condición social o posicionamiento ideológico y político, y porque, segundo, confluyen en ella y desde ella, concatenadas, las instituciones y políticas del Estado, la mentalidad y cultura patriarcales, los comportamientos habituales de la sociedad, los mecanismos que regulan y legitiman las conductas, y el imaginario simbólico que valida y justifica, a través del lenguaje y de sus símbolos, los comportamientos que se consideran necesarios y aceptables por la sociedad. Todo ello en ausencia de instituciones legales, y de espacios sociales y culturales legitimados para la solución de conflictos.
A la violencia orgánica, una paz orgánica. La cultura, concepción y mentalidad Shanti, originarias de la India, nos ofrecen una visión apropiada y sencilla para la construcción de una paz activa, en movimiento, integral, alegre y positiva, con su acento primero en las actitudes y después en las palabras, y que nos permita la pacificación armónica en tres niveles básicos para el presente y futuro de Cuba: hacia y desde el Estado, hacia y desde las colectividades con las que interactuamos, y hacia y desde cada persona misma. Una visión que conecta con elementos básicos de nuestra cultura, abierta al mundo, y con la tradición cívica fundadora de la sociedad civil, que debe traducirse, también, en leyes orgánicas que hagan valer derechos universalmente reconocidos.
La urgencia del momento, que es la urgencia por el futuro, nos está obligando a reforzar la mentalidad, las herramientas y el lenguaje pacíficos. Fundamentalmente desde la cultura del comportamiento. También a darnos cuenta y a advertir la relación, retroalimentada, entre las órdenes a combatir de las autoridades, la violencia institucionalizada en la Constitución, la tendencia creciente de los feminicidios, la violencia reactiva de los grupos sociales históricamente marginados por el color de su piel, la violencia del lenguaje público y del lenguaje estético, las violencias de la intolerancia y la incapacidad social para resolver de forma pacífica los mínimos agravios entre personas.
Shanti, la estrategia global contra la violencia, es la propuesta con la que D FRENTE y el Consejo para la Transición Democrática en Cuba (CTDC) dentro de esta concertación, impulsan, concretando más su Hoja de Ruta, una agenda coordinada para afrontar y superar pacíficamente los obstáculos, comportamientos y estructuras que están destruyendo la convivencia y bloqueando la posibilidad y necesidad de creación de una sociedad y un Estado democráticos. Pueden participar y participan también en esta estrategia proyectos, organizaciones y personas que no forman parte de esta concertación.
Esta estrategia la implementaremos por cuatro vías complementarias: la reanimación de los espacios cívicos de encuentro, conversación y aprendizajes sobre el tema de las violencias; la articulación de espacios virtuales de debate y comunicación; la creación de redes comunitarias compartidas de ciudadanos y ciudadanas dispuestos a trabajar en los diferentes ámbitos iniciales a través de los cuales impulsaremos la estrategia; y la activación proactiva y legal de la ciudadanía cívica, con la solicitud de la Certificación Acreditativa de la Condición de Elector ante el Consejo Electoral Nacional, fundamental para proporcionar validez al apoyo ciudadano a algunas de las iniciativas que presentaremos o reimpulsaremos.
Primariamente, trabajaremos de forma coordinada en cinco ámbitos interconectados entre sí.
Violencia política, con énfasis en sus formas institucionalizadas, y en los cambios y reformas que son necesarios para restablecer la soberanía ciudadana, y en el cuerpo legislativo y en las instituciones que deben velar por su cumplimiento, incluyendo la amnistía para las y los presos políticos y de conciencia. Punto esencial aquí es el papel que deben jugar la justicia y la reparación como formas de sanación sociales.
Violencia de género, apoyando las iniciativas en curso que lideran distintas organizaciones feministas y LGBTIQA +, ofreciendo alternativas para acciones sistemáticas tanto de sensibilización social como de incidencia legal y constitucional, y por la legalización de espacios independientes para la atención directa y diferenciada a víctimas y agresores.
Violencia racializada, apoyando iniciativas que atiendan los problemas de violencia en o desde comunidades marginadas por el color de su piel y que avancen propuestas en el campo legal para respaldar iniciativas económicas, sociales y culturales, y para la participación política de estas comunidades.
Violencia institucionalizada, incluye el territorio de los derechos fundamentales sistemáticamente violados o no reconocidos, con iniciativas concretas, algunas ya en desarrollo, para garantizar el ejercicio y la protección de estos derechos, y la restitución de otros cuya violación ha sido normalizada por el gobierno. Una preocupación esencial en este ámbito es el de la violencia sistemática que sufren presas y presos en las prisiones. Dos enfoques clave aquí serán el del antipunitivismo y el de la justicia restaurativa.
Violencia económica, apoyando iniciativas para paliar las necesidades de los más vulnerables, y para desbloquear las acciones y posiciones del Estado que impiden generar mecanismos y proyectos de autoprotección y cuidados para estos sectores.
Abordaremos progresivamente otros cuatro ámbitos: violencia interreligiosa, violencia intrafamiliar, violencia contra niños, niñas y adolescentes, y violencia psicológica. Cuatro campos cruciales y extremadamente sensibles.
Realizaremos también la Marcha Naranja, en consonancia con el Día de los Derechos Humanos, junto a una jornada de acciones públicas simbolizadas para visibilizar las distintas sensibilidades contra la violencia en Cuba, en conexión con el Día Internacional por la Tolerancia, 16 de noviembre, y el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, 25 de noviembre, Fechas establecidas por las Naciones Unidas.
Esta es una estrategia en desarrollo que implantaremos coordinadamente. En la medida en la que avancemos, podrán agregarse otros ámbitos de acción. Algunos de los ya definidos, con cierta complejidad, se coordinarán por organizaciones específicas; en otros, el trabajo es cruzado e interconectado, sobre todo en lo que se refiere a apoyos concretos y a apoyos en calidad de ciudadanos y ciudadanas. Trabajaremos no obstante con un mismo espíritu, al interior de un mismo espacio coordinado y con la visión de que el fin de las violencias solo se alcanza con el fin de la violencia.
El éxito de esta estrategia empieza garantizado por un hecho: el declive de la violencia simbólica en Cuba ―la que asume como natural el tipo de relación que existe entre dominados y dominantes― se está produciendo ya a través de una ciudadanía que se coloca frente a frente al Estado, de unos marginados que exigen su propio lugar en la sociedad como personas dignificadas, y de las mujeres que se enfrentan al poder machista. Pero solo se logrará completar el éxito si participamos todas y todos. Desde D FRENTE y desde el CTDC invitamos a quienes crean, en igualdad de condiciones, que pueden contribuir y participar en la pacificación social y en la construcción pacífica de la democracia.
La Habana, 28 de mayo de 2023
SOBRE LOS AUTORES
( 295 Artículos publicados )
Reciba nuestra newsletter