Cabe preguntarse si sobrevivirá la convivencia y la democracia sin predominio de una opinión pública expresada en y con libertad y a la vez objetiva y respetuosa. Será necesario promover la responsabilidad cívica de los medios de comunicación a favor de la libertad responsable, del compromiso profesional, de la objetividad, de la sensibilidad humana y política, del vínculo intrínseco con la sociedad, y del acceso a los recursos necesarios y la probidad en su empleo.
La información y la prensa como conjunto de medios a su servicio son esenciales en la convivencia social y democrática. Ofrecen datos procesados en torno a conocimientos que contribuyen a interpelarnos como personas, ciudadanos y sociedad y a la formación de la opinión.
Por ello, deben ser garantizados los derechos a una información democrática y una prensa libre, e igualmente debe exigirse la responsabilidad en tales desempeños. Sin información -libre, democrática y responsable- no puede haber confrontación ordenada y pacífica de ideas y proyecciones ni consensos sólidos ni convivencia sincera.
Esta dinámica comunicativa ha sido desarrollada tradicionalmente por la televisión, la radio, las películas, los CDs o DVDs y la prensa. Mas estos medios, con el tiempo, suelen padecer la carencia de libertad producto de una excesiva dependencia de poderes y una precaria financiación porque cada vez poseen menos influencia social.
Están siendo desplazados por otros medios desarrollados en internet, como las redes sociales, especialmente Facebook, Twitter e Instagram; las cuales según consultores de Marketing digital están entre las 11 redes con más usuarios del mundo.
Algunos estudiosos sustentaron que estas redes aportarían a una democracia digital, brindando un espacio nuevo de participación universal para el diálogo y la reflexión, caracterizado por la libertad, la inmediatez y la bidireccionalidad. Pero estos espacios han resultado, en peligrosa medida, ubicuos, versátiles, caóticos, demagógicos, vulgares, falsos, manipuladores e irresponsables.
Cabe preguntarse si sobrevivirá la convivencia y la democracia sin predominio de una opinión pública expresada en y con libertad y a la vez objetiva y respetuosa. Será necesario promover la responsabilidad cívica de los medios de comunicación a favor de la libertad responsable, del compromiso profesional, de la objetividad, de la sensibilidad humana y política, del vínculo intrínseco con la sociedad, y del acceso a los recursos necesarios y la probidad en su empleo.
Este desafío reclamará disponer voluntades a partir de ideales e intereses -tan naturales todos-.
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