Cuba atraviesa el ahondamiento de una crisis extensa e intensa, que incrementa la pobreza, la desigualdad, la desesperanza y la polarización, mientras se instala una cierta hemiplejia política.
No habrá solución sin desarrollo de los Derechos Humanos, la inclusión sociopolítica, el Estado de Derecho y un contexto internacional favorable, por medio de la distensión y el diálogo. A la vez todo esfuerzo fracasará sin la participación decisiva de la ciudadanía.
Incluso el VIII Congreso del PCC, que ante las dificultades entregó las riendas a los componentes del poder real, no consiguió implicar a sus bases sociales.
Colegas del extinto Laboratorio de Ideas Cuba Posible reafirman a la nación su compromiso en esta hora grave. Comunican la organización de una nueva labor, la cual iniciará pronto. También que las urgencias reclaman adelantar ocupaciones.
Quieren ser una voz activa en la promoción de valores que contribuyan al surgimiento y consolidación de una nueva ciudadanía libre, no dogmática, tolerante, justa y eficaz, que vaya desplazando la cultura de pobreza e indefensión aprendida que reduce nuestra condición ciudadana.
Tales anticipos se orientan hacia:
– Generar ideas, aportes intelectuales, asesoramientos y otros apoyos útiles a los esfuerzos de la sociedad civil encaminados a las soluciones que reclama el país, con énfasis en la protección de los más empobrecidos y las minorías.
– Favorecer circunstancias sociales y políticas que contribuyan a esos esfuerzos por medio del fomento de interlocución, entendimiento, redes de solidaridad y trabajo mancomunado entre actores diversos nacionales e internacionales.
Para ello ofrecemos:
– Facilitación del ejercicio ciudadano a personas, grupos, proyectos.
– Apoyos al trabajo conjunto de los emigrados y la sociedad civil de la isla no tutelada.
– Demandarle al poder que ponga en marcha las apremiantes reformas económicas y políticas, que finalice el hostigamiento al ejercicio pacífico de la ciudadanía en el reclamo de sus derechos y que tome las medidas inmediatas para al menos aliviar el abismo entre las necesidades sociales y los planes estatales que han demostrado su fracaso.
Lo cual demanda:
– Promover interlocución con colectivos profesionales, opositores democráticos, activistas de la sociedad civil y nuevos actores económicos.
– Con las iglesias dedicadas a la humanización de personas y pueblos, y la jerarquía católica cubana atendiendo a su implantación territorial e influencia en la nación.
– Con el PCC y las fuerzas militares, instancias políticas reales de poder, y otras instituciones que ejecutan encargos del Estado.
A la vez, mucho dependerá de las relaciones con el orbe. Por eso además consideramos:
– Incorporar ciudadanos activos al ámbito de las relaciones internacionales de Cuba.
– En Canadá y Estados Unidos, con sus respectivos gobiernos, cancillerías, comisiones parlamentarias, grupos empresariales y think tanks.
– Con la Unión Europea y los países miembros.
– En América Latina, epicentro natural para la globalización de la Isla.
Cuba necesita apoyo para transitar por este complejo camino nacional e internacional. Al respecto solicitamos la disposición de:
– La Santa Sede como garante facilitador de la distención entre cubanos y entre Cuba y Estados Unidos.
– La diplomacia internacional experta en acompañamiento facilitador de los procesos sociales que resultan de la distención y el entendimiento.
También anunciamos:
– El apoyo al Observatorio Cubano de Derechos Humanos en estas labores.
– La organización de un dispositivo que promueva las aspiraciones aquí suscritas.
En esta hora de Cuba sólo cabe estrechar las manos, pero ello no puede ocurrir con los puños cerrados, sino para ofrecer la rosa blanca de José Martí.
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