Entrevista a la doctora Mabel Cuesta sobre la Coordinación Política de Cuba Próxima.
En 2022 comienza el trabajo de la Coordinación Política de Cuba Próxima, la cual gestionará una agenda de fomento de un Proyecto de País. En este sentido se encargará del trabajo relacionado con la transición democrática, el proceso de reconciliación nacional, la defensa de los Derechos Humanos, la participación ciudadana, la elaboración de propuestas de leyes, regulaciones y políticas públicas para el fortalecimiento del Estado de Derecho y la situación de los presos políticos en Cuba. Para esto establecerá mecanismos de diálogo y coordinación con actores, grupos, proyectos e instituciones de interés para estos temas.
1- ¿Cuál debería ser la orientación del trabajo de esta Coordinación para impulsar una transición democrática en Cuba?
En relación con esta primera pregunta, es extremadamente difícil de responder, porque es parte del vicio y la imposibilidad que deja un régimen totalitario. Estando ese régimen y sus actores en el poder, es muy difícil hacer una coordinación que realmente tenga una proyección de impacto en la ciudadanía cubana porque, por mucho que desde el exilio podamos hacer propuestas, imaginar espacios de reconciliación y democratización, sin la participación de las personas que están viviendo en Cuba, incluso, sin la participación de ciertas esferas o zonas del régimen, el empeño se quedaría siempre a medias. Entonces, en este punto, pensando desde la imposibilidad y también desde una suerte de delirio, una transición democrática y un gesto o un proyecto de reconciliación nacional no puede darle la espalda a quienes viven en Cuba, tanto en la sociedad como en el poder.
2- ¿Cuáles serían los mejores aportes que esta Coordinación pudiera hacer?
Debería intentar apelar a la conciencia de la ciudadanía, a través de personas en la base y grupos que están trabajando desde la sociedad civil. Y no me refiero solo los animalistas o la Comunidad LGBTQ, que son los que más se han destacado, sino también a los movimientos y asociaciones por los derechos raciales, por la equidad racial y otros grupos que ni siquiera tienen un proyecto meramente político, sino más bien comunitario. Estoy pensando, por ejemplo, en mi ciudad, Matanzas; existen allí unos grupos que trabajan en los barrios menos privilegiados, sin llamarles con ese nombre; con proyectos de base. Son barrios donde la mayoría son personas negras y están intentando impulsar allí proyectos culturales.
Los anteriores son solo ejemplos, pero definitivamente habría que convocar y tratar de encontrar los mecanismos para llegar a esos lugares y encontrarse con esas personas. Intentar incluir sus agendas, por apolíticas que en principio puedan parecer, sería el primer paso. La gestión de reconciliación, de inclusión y democratización, debe pasar por ellos, por sus experiencias y expectativas. Así como debería pasar también (y esta es quizá la parte más peliaguda) por algunos sectores del poder que probablemente desconocemos, pero están ahí, queriendo si no participar, por lo menos escuchar cuál es una posible agenda imaginada para la Cuba del mañana. Así es como lo veo, y lo veo muy difícil igualmente; soy consciente de la dificultad a la que me refiero.
3- Desde su punto de vista qué actores, grupos, proyectos e instituciones deben formar parte de los mecanismos de diálogo y coordinación que realice Cuba Próxima y si considera que deba existir algún criterio de exclusión.
Lo respondí parcialmente en la pregunta anterior, pero voy a insistir en la necesidad de conseguir una especie de manto largo, de manto que cubra tanto las esferas o los grupos de la vida social y política en el exilio como de la vida social y política en la Isla.
Hay que trabajar con los activistas por la comunidad LGBTQ, con las mujeres que desde hace bastante tiempo procuran una ley integral contra la violencia de género, con las coordinadoras y activistas feministas que estamos bien atentas para conseguir leyes y protecciones para las mujeres. Habría igualmente que trabajar con los activistas antirracistas. Habría que trabajar con las comunidades de base; ya mencioné en la respuesta anterior las comunidades que están en los barrios desfavorecidos, intentando sacar a niños y jóvenes de circuitos de delincuencia y baja instrucción. Esos grupos existen, algunos están regulados y controlados por el gobierno, otros son más autóctonos, más independientes; habría que definitivamente intentar convocarlos, sino a todos, a la mayoría de ellos.
El exilio, con sus enormes diferencias, tiene claro cuál es la Cuba a la que aspira, y es una Cuba inclusiva, plural, donde se puedan respetar visiones políticas diferentes y convocar elecciones. En cambio, en Cuba, esos grupos de base, sobre todo los regulados por el gobierno, no lo pueden tener tan claro, porque su visión siempre ha sido coactada por la ideología. Entonces, a mí me parece que ese es un lugar muy importante al cual hay que intentar alcanzar.
4- ¿Qué grupos o qué sectores dejaríamos fuera si hubiera algún criterio de exclusión?
Esta pregunta también es complicada porque en la plataforma de Cuba Próxima se dice con muchísima claridad que estamos a favor de todos y en contra de nadie. Asociarse con grupos terroristas, o con grupos que estén a favor del anexionismo, de la intervención militar norteamericana, a mí personalmente, me parece muy peligroso; o sea, jamás voy a estar a favor de ideologías reaccionarias muy peligrosas, porque sería desconocer las batallas, ya no solo de los últimos 63 años de revolución -por muy lejos que estemos de la agenda de ese proyecto político-, sino sobre todo de las luchas de independencia del siglo XIX y con los grupos orgánicos de la República que siempre rechazaron el intervencionismo norteamericano en Cuba, y también de muchos jóvenes que en los estertores de Julio 11 de 2021 demostraron explícitamente que ese no era el camino. Este, para mí, sería un importante criterio de exclusión.
También excluiría los fundamentalismos religiosos y este es todavía más peligroso que el anterior, porque trabaja con el mundo de las subjetividades. En el momento que estemos dispuestos a pactar con fundamentalistas religiosos, no estoy hablando de las religiones como un todo, no estoy hablando de coactar la libertad de culto de católicos, protestantes o practicantes de las religiones afrocubanas; todo eso está muy bien y debe tener un lugar en un futuro parlamento cubano.
Pero otra cosa serían las agendas religiosas fundamentalistas que están en contra de una educación con perspectiva de género o del matrimonio igualitario o de conseguir derechos laborales para la comunidad trans, etcétera. Y las menciono como un peligro porque excluyen derechos mínimos de una parte relevante de la comunidad cubana, tanto dentro como fuera de la Isla.
Esos, en mi opinión, serían los dos grupos (y no sé si exclusión es el sustantivo con el que prefiera trabajar) con los que un proyecto imaginado de nación como Cuba Próxima debería tener harto cuidado.
5- Uno de los puntos más importantes del trabajo de Cuba Próxima, es la elaboración de propuestas que sienten las bases para un futuro democrático en Cuba, en su opinión que propuestas deberían ser las que Cuba Próxima deba priorizar.
Sin dudas, creo que la pluralidad partidista debe ser una prioridad, y esa es básicamente la base de la democratización, que muchas voces puedan formar el crisol político de Cuba Próxima, que exista la posibilidad de legitimar partidos de diversa clase, incluso (y ahora voy a contradecir lo que acabo de decir) aquellos partidos que sostengan agendas en las que personalmente no estoy interesada y con las que no comulgo. Pero de eso se trataría, de tener la posibilidad; o sea, de crear una suerte de proyecto constitucional donde quede claro que cada partido con x número de afiliados pueda ser legitimado. Creo que ese sería el paso número uno, para de verdad poder imaginar y pensar una República libre.
En esa misma línea de pensamiento sería importante establecer que ninguno de esos partidos, aunque tengan mayoría de votantes o mayoría de afiliados, pueda controlar de manera unilateral la reescritura de la Constitución o aquellos proyectos y leyes que sean articulados en beneficio de toda la nación.
Un segundo paso sería justamente la reescritura de una nueva Constitución que rescate los valores o aquellos principios, artículos, capítulos que parecen importantes, legítimos, a la mayoría de la ciudadanía y que ya aparecen reflejados en la Carta Magna actual. Porque es un hecho que ya existen apartados de muchísimo interés y justicia social en la actual Constitución. Sería entonces una acción de repensar la Ley fundamental para que realmente sea inclusiva y sobre todo para que no esté regida por los moldes y la ideología de un partido único.
Me refiero a un nuevo proyecto llevado a real consulta a través de referendos que termine por recoger el espíritu de la pluralidad nacional.
En tercer lugar (dejando fuera cientos de acciones por añadir) pienso en la importancia de conceder derechos a todos los cubanos con independencia de cuál sea su lugar de asentamiento, estén donde estén; si son cubanos (por nacimiento o naturalización) deben tener los mismos derechos de quienes residen en la Isla.
Obviamente, con estos derechos vendría la inversión de capital, la tenencia de propiedades y muchos otros sin que estén sujetos a condiciones tales como la tenencia del pasaporte cubano o la repatriación -asuntos estos que de alguna manera condicionan la legitimidad de la ciudadanía cubana-.
Es discutible, no tiene que quedar exactamente así; pero básicamente creo que lo que mejor engloba todo esto es la posibilidad de darle a la ciudadanía cubana, esté donde esté, la adjudicación de derechos y deberes de manera desligada a su lugar de residencia.
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