Los cubanos que residen en Cuba carecen de derechos para disentir políticamente, asociarse al margen del Estado y tener propiedades que crezcan de manera permanente. Los que viven en el exterior no tienen derecho al voto, a invertir en el sector que deseen con libertad, y a muchos simplemente no se les permite la entrada al país
Responde a Cuba Próxima Waldo Fernández Cuenca, periodista
¿Cuán afectada está la cultura cívica en Cuba? ¿Cuáles son sus potencialidades y cómo desarrollarlas?
Al penalizar la libertad de asociación fuera del control estatal, el régimen cubano le asesta un golpe mortal a la posibilidad de que los cubanos desarrollemos una cultura cívica, aprendamos determinados valores, sepamos reclamar nuestros derechos y podamos, a fin de cuentas, crear una sociedad civil cada vez más fuerte. En los últimos treinta o cuarenta años son incontables los ejemplos de cubanos que han decidido crear organizaciones, movimientos y cualquier tipo de asociación en busca de reivindicar derechos, hacer peticiones al gobierno, tener un contacto más horizontal con la ciudadanía, pero el régimen siempre busca la manera de abortar que eso crezca, se expanda y pueda tener una incidencia en la sociedad.
Un ejemplo que viví de cerca fue la organización de asesoría legal Cubalex, creada en 2011 por la abogada Laritza Diversent. Ya para el 2016, esta organización, a pesar de su nulo amparo legal ―solicitado y negado― y de hostigamiento a sus integrantes, era de conocimiento y asesoría de muchos cubanos con problemas legales.
La respuesta del régimen fue allanar la sede, confiscar documentos y equipos y amenazar con la cárcel a sus integrantes. Así ha sucedido con otras personas y movimientos de diversa orientación política, cívica y ambientalista. Mientras en el país no haya una verdadera libertad de asociación, será muy difícil desarrollar una cultura cívica. Tengamos en cuenta que el régimen se blinda en ese sentido, penaliza el financiamiento externo, cuando esa es la única manera que tienen esas organizaciones de poder subsistir. La cultura cívica en Cuba solo podrá renacer en libertad y cuando los cubanos, en plenitud de derechos, seamos de verdad los dueños de nuestro país, secuestrado por una cúpula militar indolente ante el desastre nacional y llena de mezquinos intereses.
¿Es imprescindible una cultura democrática arraigada para poder tener y sostener un régimen democratico? En otras palabras: ¿hacen falta demócratas para tener democracia?
Sin dudas es necesaria una cultura democrática para arraigar un sistema democrático, pero quien analiza la historia de nuestro país se percata de que hemos carecido de ella en casi toda nuestra accidentada historia. Los efímeros experimentos democráticos de los gobiernos auténticos en la década de los cuarenta tenían contrincantes muy tenaces, como el político Eduardo Chibás y las pandillas violentas entronizadas en aquella época. A eso hay que sumar la corrupción y el mal manejo de los fondos públicos, caldo de cultivo para que la violencia se viera como la única manera de realizar un cambio político profundo. En ese contexto sucede el golpe de Estado de Fulgencio Batista y surge una figura como Fidel Castro, quien nunca mostró credencial democrática alguna, pero esa necesidad de un «mesías salvador» siempre estuvo en el imaginario nacional, algo que nada tiene que ver con la democracia, que es la estricta división de poderes y el respeto a libertades individuales como la libertad de expresión y asociación.
¿Cómo sería una Cuba plural? ¿En qué se parecería a otras democracias? ¿Qué rasgos distintivos podría tener?
Una Cuba plural deberá instituir de pleno derecho a todos los cubanos, vivan donde vivan y piensen como piensen, algo de lo que hoy carecemos en su totalidad. Los cubanos que residen en Cuba carecen de derechos para disentir políticamente, asociarse al margen del Estado y tener propiedades que crezcan de manera permanente. Los que viven en el exterior no tienen derecho al voto, a invertir en el sector que deseen con libertad, y a muchos simplemente no se les permite la entrada al país. Una Cuba plural deberá reconocer tantísimos derechos que hoy no existen o son dados de manera discrecional a conveniencia del poder político en la Isla.
¿Los cubanos emigrados deben tener derecho al voto y representación parlamentaria en Cuba?
Sí, sobre todo derecho al voto, la representación parlamentaria podría darse a través de representantes en Cuba que velen por sus derechos y solicitudes. Eso es algo que, si en algún momento el régimen mostrara voluntad de despenalizar la discrepancia política, ponerse a debate y llegar a determinados consensos entre las diferentes fuerzas y movimientos, traerá consigo una apertura democrática en Cuba.
¿Los cubanos con doble o múltiple ciudadanía deben tener restringido el derecho a ocupar cargos de autoridad política en Cuba?
No, todo depende de si esos ciudadanos muestran aspiraciones de ocupar esos cargos y de permanecer al menos por un tiempo determinado en Cuba en dependencia de dicha responsabilidad. Pero ese derecho tampoco debe ser vetado por las leyes cubanas, porque la cubanía es, más que un papel, un sentimiento.
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