La Patria es dicha de todos, y dolor de todos, y cielo para todos. José Martí

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El ocaso del partido-comunidad y el ascenso de la marca electoral

Es imperativo reflexionar sobre esta deriva. Recuperar la esencia del partido como espacio de encuentro, debate y construcción colectiva se antoja fundamental para revitalizar la democracia y restaurar la confianza de la ciudadanía en sus representantes. Solo así podremos transitar del reino efímero de las "marcas" a la solidez de proyectos políticos arraigados en la pluralidad y el compromiso ciudadano. El futuro de nuestra vida pública depende de nuestra capacidad para discernir entre el brillo fugaz del marketing político y la consistencia de una representación genuina y participativa.

30 Jun 2025
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En la memoria política reciente, resuena con fuerza la imagen de partidos políticos forjados en la diversidad de oficios y saberes. Carpinteros, plomeros, maestros, contadores, intelectuales y abogados convergían en proyectos colectivos, nutriendo las estructuras partidarias con la riqueza de sus experiencias vitales. Estos partidos, si bien no exentos de jerarquías, tejían intrincados lazos con sus bases, involucrándolas en la deliberación interna y en la construcción de propuestas de país con una visión de largo aliento. Su liderazgo, activo y propositivo, se ejercía en el debate de ideas, sometiendo sus proyectos al juicio último de la ciudadanía a través del ejercicio del voto.

Hoy, sin embargo, el panorama político se ha metamorfoseado en algo significativamente distinto. Hemos asistido a una preocupante proliferación de meras “marcas” partidarias, entidades huecas en su composición social y profundamente centralizadas en su toma de decisiones. Un núcleo reducido, a menudo una única figura carismática arropada por una “oligarquía acompañante”, ejerce un control férreo sobre el destino de estas organizaciones. La legitimidad, otrora emanada de la participación y el debate interno, se busca ahora en la dudosa alquimia de las “encuestas”.

Estos sondeos, presentados como la voz primera del “pueblo”, operan con frecuencia como instrumentos de manipulación, diseñados para refrendar los intereses particulares de la cúpula dirigente. Se erigen como modernos “oráculos electrónicos”, cuyo veredicto a veces prefabricado busca validar agendas preestablecidas, soslayando la necesidad de un debate público genuino y una construcción colectiva de propuestas.

La distancia entre el partido-comunidad del pasado y la marca electoral del presente es abismal. Mientras el primero se nutría de la pluralidad de voces y la confrontación de ideas para forjar proyectos de nación y con visión de futuro, la segunda se contenta con la gestión de la imagen y la apelación emocional a través de mensajes simplificados y sondeos dirigidos. La consecuencia directa de esta transformación es una crisis profunda en la representación política. No pueden sentirse genuinamente representados los ciudadanos por estructuras que priorizan la adhesión incondicional a un líder o a una marca por encima de la deliberación y la participación activa.

La erosión de la conexión entre los partidos y la diversidad social que deberían representar debilita la vitalidad democrática. Se diluye la capacidad de generar alternativas políticas sólidas y de confrontar visiones de manera constructiva. En lugar de proyectos de país a largo plazo, asistimos a la primacía de estrategias cortoplacistas, diseñadas para capitalizar el momento y perpetuar el poder de la “marca” y su círculo dirigente.

Es imperativo reflexionar sobre esta deriva. Recuperar la esencia del partido como espacio de encuentro, debate y construcción colectiva se antoja fundamental para revitalizar la democracia y restaurar la confianza de la ciudadanía en sus representantes. Solo así podremos transitar del reino efímero de las “marcas” a la solidez de proyectos políticos arraigados en la pluralidad y el compromiso ciudadano. El futuro de nuestra vida pública depende de nuestra capacidad para discernir entre el brillo fugaz del marketing político y la consistencia de una representación genuina y participativa.

SOBRE LOS AUTORES

( 144 Artículos publicados )

Director de Cuba Próxima. Jurista y politólogo. Miembro del Diálogo Interamericano. Editor de la revista católica Espacio Laical (2005-2014) y director del Laboratorio de Ideas Cuba Posible (2014-2019).

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