La Patria es dicha de todos, y dolor de todos, y cielo para todos. José Martí

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Fortalecer la justicia, no cercenar derechos: La lucha contra el nepotismo

La verdadera batalla contra el nepotismo se libra en el terreno de la ética individual, la transparencia institucional y la eficacia de un sistema judicial capaz de discernir y sancionar las conductas inapropiadas sin caer en la tentación de discriminar por vínculos familiares.

30 Jun 2025
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El debate sobre el acceso de familiares de figuras de autoridad a puestos en la administración pública o la obtención de ventajas empresariales resuena con una persistencia incómoda en el imaginario colectivo. La sombra ominosa del nepotismo y el favoritismo se cierne sobre estas situaciones, sembrando una semilla de desconfianza que erosiona la credibilidad de las instituciones. La percepción de que los “enchufados” prosperan gracias a sus lazos familiares alimenta una indignación palpable y un profundo sentimiento de injusticia.

Históricamente, hemos sido testigos de cómo el poder, en sus diversas manifestaciones, ha sido utilizado para dispensar favores al círculo íntimo. Esta práctica no solo distorsiona la meritocracia, el principio fundamental de la igualdad de oportunidades, sino que también abre la puerta a la ineficiencia y, en los casos más graves, a la corrosiva acción de la corrupción. La necesidad de una rectificación se presenta como un imperativo para salvaguardar la integridad de las instituciones y restaurar la confianza pública, un bien intangible, pero esencial para la salud democrática.

Sin embargo, la cuestión adquiere una complejidad intrínseca cuando intentamos trazar los límites de la intervención para prevenir estas prácticas. ¿Hasta dónde se debe llegar en el afán por erradicar el nepotismo? La propuesta de prohibir automáticamente el acceso a cargos de responsabilidad a políticos con familiares en el ámbito empresarial o aspirantes a la función pública, o incluso exigir a estos familiares que sacrifiquen sus propias ambiciones profesionales, se antoja como una solución simplista y, a la vez, un callejón sin salida. Implicaría penalizar a individuos por el mero hecho de su parentesco, una medida que suscita serias dudas sobre su proporcionalidad y justicia.

A primera vista, la idea de evitar cualquier posible conflicto de interés podría revestir una apariencia de equidad y sensatez. No obstante, en su núcleo, considero que muchas veces quizá se incurra en una auténtica barbaridad jurídica y ética. ¿Cómo podría siquiera contemplarse la posibilidad de vetar a un político competente y con una trayectoria intachable basándose en la actividad profesional legítima de sus familiares? Peor aún, ¿cómo podría justificarse la imposición a estos familiares de sacrificar sus proyectos de vida en aras de la posición de un pariente? Se estaría invadiendo esferas privadas y restringiendo derechos fundamentales de manera injustificada y desmedida.

Resulta complejo, cuando no directamente absurdo, imaginar un escenario en el que personas válidas y preparadas se vean impedidas de desarrollar su potencial profesional o de servir a la sociedad simplemente por sus lazos familiares. Sería adentrarse en un terreno pantanoso, diametralmente opuesto a los principios básicos de igualdad que debe sustentar los ordenamientos jurídicos justos.

Ciertamente, la tentación de favorecer a los allegados cuando se ostenta poder es una realidad innegable y, por supuesto, inaceptable. Debe mantenerse una postura firme en la condena de cualquier acto de nepotismo o tráfico de influencias. Sin embargo, la pregunta crucial que debe formularse es la siguiente: ¿estamos realmente dispuestos a vulnerar derechos fundamentales, como la libertad de profesión y el derecho a la igualdad, en un intento por prevenir un posible delito? Al parecer esta medida sería profundamente desproporcionada y, francamente, aberrante en un Estado de Derecho.

Aquí reside la clave para abordar este delicado equilibrio. En lugar de cercenar derechos y libertades fundamentales, la solución reside en el fortalecimiento robusto de los mecanismos de control y sanción. La vía para seguir implica el establecimiento de normativas claras, ágiles y, sobre todo, gestionadas con la máxima profesionalidad e independencia, que permitan perseguir judicialmente cualquier conducta delictiva de esta índole que pudiera producirse. Esta es la senda correcta, es decir, una justicia más profesional, transparente y eficaz que actúe como un contrapeso real si la clase política o el ámbito empresarial no cumplen con los estándares éticos y legales exigibles.

Intentar simplificar las intrincadas dinámicas individuales y familiares, cercenando oportunidades por razones de parentesco, constituya una medida simplista, inherentemente injusta y una afrenta a los derechos humanos, la libertad y los pilares fundamentales del Estado de Derecho. La verdadera batalla contra el nepotismo se libra en el terreno de la ética individual, la transparencia institucional y la eficacia de un sistema judicial capaz de discernir y sancionar las conductas inapropiadas sin caer en la tentación de discriminar por vínculos familiares.

SOBRE LOS AUTORES

( 144 Artículos publicados )

Director de Cuba Próxima. Jurista y politólogo. Miembro del Diálogo Interamericano. Editor de la revista católica Espacio Laical (2005-2014) y director del Laboratorio de Ideas Cuba Posible (2014-2019).

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