La asignatura pendiente que tenemos todos los que anhelamos la refundación de Cuba es esa propuesta de transición de la dictadura a la democracia.
A los directivos y técnicos de una empresa que se ocupe de montar estructuras para un edificio no les corresponde la responsabilidad de hacer los cimientos, pero saben que la solidez y perdurabilidad de lo que monten depende de la seguridad que tenga la base. Por otra parte, los atrevimientos de los arquitectos tienen como límite lo que digan los ingenieros civiles sobre lo que se puede hacer y lo que no es viable.
Algo parecido ocurre con los proyectos políticos, donde las mejoras que se proponen introducir y los derechos a que se aspiren estarán dependiendo de la base material, del presupuesto de la nación, de la infraestructura existente, de los recursos naturales y desde luego de lo que se produce.
La pregunta es ¿por dónde empezar?
El Centro de Estudios “Cuba Próxima” ha concentrado sus esfuerzos en encontrar un destino. Por ilusorio o pragmático que se proyecte la definición de ese «¿A dónde queremos llegar?» la respuesta determinará todo lo que viene antes, incluyendo las presumibles demoliciones.
Han hablado los arquitectos y nos han presentado un diseño de nación. ¿Cuánto cuesta? ¿Cuánto tiempo se necesita? Esa es otra discusión.
Sobre la base de 10 principios y 12 horizontes desglosados en 121 puntos, más el enlace a dos documentos anteriores, la propuesta del Centro de Estudios “Cuba Próxima” para refundar la República no pretende ser la hoja de ruta para un futuro inmediato, pero no se reduce tampoco a una confesión de ilusiones sin fecha. Será difícil señalar en cuál país del mundo se vive hoy una realidad como la que aquí se proyecta como posible para Cuba, pero se trata de un proyecto de país que puede conquistar la aceptación y hasta el entusiasmo de esa parte de la población que tendría que implicarse para llevarlo a término.
A la llamada “derecha tradicional” el documento le debe parecer excesivamente social y con demasiado énfasis en el papel del Estado. En tanto la izquierda carnívora podría calificar estas propuestas como claramente liberales en lo político y con una evidente tendencia a la economía de mercado.
La transversalidad de esta propuesta de refundación es quizás una de sus virtudes principales.
Como en toda propuesta que pretende ser equilibrada, están presentes las viejas conquistas de siempre, como la división de poderes, el derecho a la huelga, la libertad de expresión y la obligación del Estado de ocuparse de los desfavorecidos; todo debidamente centrado en el cabal cumplimiento de cada uno de los derechos humanos con sus correspondientes atributos. Como complemento indispensable en este primer cuarto del siglo XXI, aparecen con similar jerarquía las todavía recientes conquistas relacionadas con el respeto al medio ambiente, los derechos de la mujer y de la comunidad LGBTI.
Si se fuera a redactar un “cadáver exquisito” usando creativamente los títulos de lo horizontes políticos aquí descritos, podría escribirse el siguiente párrafo:
“El cumplimiento de los Derechos Humanos es realizable en un estado democrático conformado luego de elecciones libres donde la sociedad civil juegue un rol protagónico y el desarrollo económico orientado al bienestar general tenga en cuenta los derechos de los trabajadores. Además de observar la productividad se aprecia la importancia del desarrollo de la ciencia y la cultura teniendo como base una educación generalizada. Todo protegido por un orden público que obedece a los civiles y unas relaciones internacionales que coloquen a Cuba en el lugar que le corresponde”.
Las elevadas aspiraciones de libertad y progreso aquí bocetadas invitan a los pesimistas a apelar al lenguaje chabacano y preguntarse: ¿Con qué se sienta la cucaracha? Si no tenemos ni dónde amarrar la chiva ¿cómo podemos pensar en “Reconstruir la infraestructura del país” o “Procurar que, como mínimo, los salarios y las pensiones sean suficientes para cubrir las necesidades de los cubanos”?
Pero los optimistas que no suelen esperar a que los inviten a la discusión prefieren seguir creyendo que las utopías son esos imanes que atraen los esfuerzos personales y colectivos. Sin esa fuerza gravitacional sobreviene la dispersión, la desidia, el estancamiento.
Una crítica razonable y constructiva no debería centrarse en la obviedad de que la puesta en práctica de estas mesuradas, inteligentes y necesarias propuestas se ven lastradas por la variable temporal que deja sin esperanzas de disfrutarlas a toda una generación de cubanos, tal vez dos. La falencia que se puede señalar es que la propuesta del Centro de Estudios “Cuba Próxima” para refundar la República padece del mismo defecto que tienen la casi totalidad de otras similares que se han elaborado en los últimos 40 años. Para decirlo brevemente, se saltan el trascendental momento en que las cosas cambian.
Ese momento cuya palabra definitoria no aparece en la propuesta: Transición.
Cuando se tiene como premisa que resulta inevitable que las cosas cambien, o sea que el Partido Comunista deje de tener el monopolio del poder en Cuba, se incurre en el error metodológico de pasar por alto que a cada variable de cambio le corresponde una particular forma de refundar la República.
La actual Constitución esta blindada contra todo cambio que traiga como consecuencia que el partido comunista deje de estar en el poder. Desde la ley hoy esa transformación no es posible aunque ocurrieran acontecimientos prodigiosos como que un ala reformista dentro del Parlamento intentara impulsar la eliminación del artículo 5, o que un congreso del partido promoviera el suicidio de la organización… pero ni siquiera para la consecución de esos requisitos indispensables hay un plan factible que no sea esperar a que los que hoy son pioneritos lleguen al Buró Político.
Si lo que se propone es que la refundación tenga que esperar por milagros 0 por una larga secuencia de cambios generacionales en las esferas del poder, sería prudente elegir otra cita para comenzar el documento, porque esa espera “que ya no da más”, a la que José Martí se refiere en su carta a Máximo Gómez es la que estaba dificultando en 1844 la organización de la guerra.
Cuando en la referida carta, Martí quiso sintetizar lo que esperaba de la República que se pretendía fundar, eligió una sola palabra: “durable”. Quizás para tener él mismo la oportunidad y el tiempo de sentar sus bases después de la contienda bélica, que fue su particular apuesta independentista, para la transición de la Colonia a la República.
En esta época no parece factible una transición en Cuba alcanzada con el filo del machete, como proponía Antonio Maceo en su momento; tampoco con un reformismo oportunista, al estilo del modelo vietnamita o chino. Por su parte el camino de la anexión tendría que pasar porque alguna potencia cometa la locura de querer anexarse las ruinas de un país, las invasiones extranjeras dejan heridas incurables y la degollina violenta de una explosión social incontrolable no sienta las bases para una refundación aceptable.
La asignatura pendiente que tenemos todos los que anhelamos la refundación de Cuba es esa propuesta de transición de la dictadura a la democracia. Ojalá que esa sea la próxima discusión.
SOBRE LOS AUTORES
( 3 Artículos publicados )
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Excelente y totalmente real.
S
Es un análisis breve, pero muy actualizado, en objetivos evidentes. Basado en las necesidades y comportamientos, en la diversidad y en la espontaneidad que expone un pueblo como el cubano bajo la presión aplastante de este régimen
CUBA HAY QUE REFUNDARLA
Cuba hay tantos problemas que hay que refundar el país nuevamente, imagina que en el periodo de 1959 a hoy 2025, 66 años destruyeron la nacionalidad esa que fue forjada desde la llegada de Colon en 1492 hasta 1959, en ese periodo se formó nuestra identidad, con una riquísima mescla de españoles, Criollos, Esclavos africanos, chino, etc., surgieron nuestras industrias, tabacalera, azucarera, agricultura, todas ellas contribuyeron en la formación de nuestra cultura, de nuestra identidad. Fuimos tan ricos culturalmente y con una fortísima identidad que en inicios del siglo 20 fuimos receptores de mas de 1.5 millones de españoles nuestro antiguos colonizadores buscaron refugio y prosperidad en nuestra patria, también llegaron judíos, y hasta japoneses.
Hoy no queda nada de eso NADA, ni siquiera el leguaje hoy es común la expresión soez chabacana, nuestra rica música se fue a bolina, no existe la mínima cultura financiera, mucho menos una cultura laboral.
A todos estos males súmale que el envejecimiento de la población es alarmante, la población a decrecido en mas de 2 millones en solo 10 años. En una refundación del país habrá que pensar muy bien en la redistribución de la riqueza para poder dar la mínima atención a esa población de viejos.
Piensa en esto y convirtamos esta idea en un debate que tal vez le sirva a los que tengan la edad, fuerza y civilidad para tarea tan ardua de REFDUNDAR CUBA