Este dossier tiene el objetivo de recopilar y relacionar opiniones de ciudadanas y ciudadanos cubanos, residentes en Cuba y fuera de Cuba, sobre posibles normas y procedimientos para una función parlamentaria futura en nuestro país.
Participan:
Gustavo Arcos Fernández Britto, Profesor, crítico e investigador.
Juan Pin Vilar, Cineasta y director de televisión.
Dante Roche, creador de contenidos digitales.
Liu Santiesteban, influencer, activista por derechos humanos en Cuba, emprendedora.
Jesús Arencibia Lorenzo, periodista y poeta.
Joel Babé, jurista.
Michel Fernández Pérez, jurista, subdirector del Centro de Estudios del Estado de Derecho, Cuba Próxima.
Coordinado por: Julio Antonio Fernández Estrada.
1. ¿Qué sistema de gobierno le gustaría que tuviéramos en Cuba en un futuro post autoritario? ¿Preferiría una república parlamentaria o presidencialista? ¿Cómo imagina el parlamento cubano después de la necesaria transición a la democracia? ¿Lo visualiza dinámico y de sesión permanente o en cambio lo imagina como una continuidad del tipo de órgano legislativo que hemos tenido desde 1976?
Juan Pin Vilar:
– Parlamentario.
– República parlamentaria.
Imagino un parlamento dinámico, con un abanico abierto de tendencias de todo tipo representadas, salvo aquellas que conduzcan a conflictos étnicos, raciales, religiosos, etc., o a formas o grupos con tendencias dictatoriales de gobernar.
Dante Roche:
Si bien es cierto que la experiencia de las últimas seis décadas invita a imaginar un futuro donde impere una república parlamentaria, las urgencias de Cuba me anima a pensar en la necesidad de establecer una república presidencialista, en función de dinamizar la toma de decisiones. Ahora bien, esta opción no supondría investir a la figura del presidente con una autoridad ilimitada para la toma de decisiones, sino otorgarle prerrogativas bien acotadas, que le permita avanzar en la puesta en marcha de acciones beneficiosas para el conjunto de la sociedad. Al tiempo, se debe procurar una actividad parlamentaria permanente.
Gustavo Arcos Fernández Britto:
Me gustaría un gobierno que legitimara su autoridad y competencia basada en resultados concretos para el bienestar de los ciudadanos y el país. Significa que su permanencia en los cargos, como servidores públicos, esté determinada no por la fidelidad a un partido u orientaciones ideológicas emanadas de este, sino por la capacidad de mejorar la vida de los ciudadanos y de encauzar y resolver con eficiencia los problemas que enfrente. Las autoridades tienen una responsabilidad que debe ser acompañada de la ética, la honestidad y la transparencia.
Sobre si debe ser una república parlamentaria o presidencialista, prefiero la primera, siempre y cuando esos parlamentarios o representantes del pueblo sean reales y no un instrumento de algún partido.
Liu Santiesteban:
Para garantizar un sistema de gobierno funcional y democrático en una Cuba postautoritaria, considero que el modelo presidencialista con un Congreso bicameral sería la opción más adecuada. Este modelo, similar al de Estados Unidos, permitiría un equilibrio de poderes más sólido, en el que el poder ejecutivo y el legislativo mantuvieran una relación de control y fiscalización recíproca.
El parlamento cubano, en este contexto, debe evolucionar hacia una institución representativa, dinámica y con sesiones permanentes, donde se promueva el debate real y el pluralismo político. No puede replicar el esquema actual de la Asamblea Nacional, que carece de independencia y actúa como un mero instrumento del poder ejecutivo. La representación parlamentaria debe reflejar la diversidad ideológica de la sociedad cubana, garantizando la participación de distintos sectores y facilitando la toma de decisiones de manera transparente y eficaz.
Jesús Arencibia Lorenzo:
Me cuesta ahora mismo imaginar en lo inmediato un futuro post autoritario; pero comparto con Cuba Próxima la convicción de que debemos ir diseñándolo. Dicho esto, creo que el sistema de gobierno que se logre debe ser aquel que la mayoría de los cubanos, incluyendo los que están fuera de la Isla, decidamos darnos, democráticamente. Con la mayor transparencia, cantidad y calidad de información a nuestro alcance y sin coacciones para decidir.
La Democracia, le escuché una vez a José Saramago en el Aula Magna de la Universidad de La Habana, es siempre un punto de partida, quienes piensan que ya llegaron, ni siquiera han salido hacia ella. Pero en la Cuba que hemos padecido durante décadas de totalitarismo, ni siquiera ese mínimo punto de partida ha estado a nuestro alcance. Por ello, ahí debería estar el primer gran objetivo político: construir una nación “con todos y para el bien de todos”, martianamente encaminada hacia lo democrático.
En lo particular, preferiría una república presidencialista, donde el ciudadano pueda elegir directamente a su gobernante máximo; y donde este, una vez electo, tenga todas las facultades para ejercer su mandato y todos los contrapesos que le impidan volverse un tirano.
El principal de esos contrapesos pienso que debería ser el Parlamento, un órgano suficientemente representativo de la pluralidad ciudadana; pero no desproporcionado respecto al tamaño y densidad poblacional de la Isla. Lo imagino en sesión y debate permanente y no reuniéndose dos veces al año, como hasta ahora, para alzar la mano de manera unánime y acrítica en respaldo de cuánta bazofia autoritaria le proponen los gobernantes. Un parlamento que honre ese nombre, y no la caricatura que hemos tenido hasta ahora. Un órgano cuya membresía —siempre por periodos limitados— se gane por altos méritos ciudadanos (comenzando por decencia y activismo crítico) y no mediante la lealtad genuflexa a los gobernantes de un partido político.
Joel Babé:
Presidencialista con límites de termino. Dos de cuatro años, similar a USA o uno de seis sin posibilidad de reelección, como México.
Más allá de los términos. Lo imprescindible es que exista el pluripartidismo.
¿Preferiría una república parlamentaria o presidencialista?
Dada nuestra historia, una república presidencialista con claros límites al poder del ejecutivo y con poderes independientes del legislativo y judicial. ¡División de poderes!
Continuar prácticas establecidas desde 1976 sería muy lamentable. Primero, imagino un parlamento sin Esteban Lazo. Un parlamento donde existan lagunas de manos alzadas. En ejercicio continuo. Sueño con presenciar una pelea a puños en el parlamento.
Michel Fernández Pérez:
En mi opinión uno de los aspectos clave en la superación del modelo totalitario/autoritario vigente en Cuba será la creación de órganos representativos que permitan el ejercicio de los derechos políticos de todos los ciudadanos sin ninguna discriminación por motivos políticos. La única limitante que debe existir es la proscripción de las organizaciones que promueven la supremacía de unas ideas políticas sobre otras, buscando eliminar a sus oponentes políticos o que buscan la supremacía de un grupo social, político, religioso o racial sobre otros, ya que esto va contra el principio de igualdad que es esencial en cualquier república. Dicho esto, creo que la mejor forma que la pluralidad política se manifieste es teniendo un sistema parlamentario, basado en un modelo electoral proporcional que busque la mayor diversidad de representación en el parlamento. Esto buscaría dos objetivos esenciales en la superación de más de 60 años de poder absoluto de una ideología antidemocrática. El primero sería darle voz en el órgano legislativo a todas las fuerzas políticas y sociales posibles, lo que llevaría al despertar del debate político entre los cubanos de forma pública y sin miedos; y el segundo objetivo sería que debido a esa inmensa pluralidad sea necesario buscar consensos y alianzas entre los diferentes grupos y/o partidos para poder llevar adelante las agendas legislativas y para poder contar con un gobierno (poder ejecutivo) capaz de gobernar y administrar una nación en quiebra y rota debido al fracaso del modelo estalinista en el poder actualmente.
2. ¿Cree que el órgano legislativo que decida el pueblo cubano de forma soberana darse, debe tener el encargo de las funciones legislativas, presupuestarias y de control gubernativo, o considera que deben ser otras sus funciones?
Juan Pin Vilar:
Claro. Al menos en los primeros años en que el país se recompone. Pero, todos los resultados y propuestas que incidan directamente en los programas para mejorar al soberano (pueblo), deben contar con su conocimiento detallado y votación. De esta manera, los cabilderos, que muchas veces son importantes y otras representan intereses nefastos, quedarían expuestos delante de la ciudadanía.
Dante Roche:
En lo referente a las funciones del órgano legislativo, sería de este de donde emanen las leyes. En tal sentido, todas las fuerzas políticas que alcancen representación parlamentaria deberían tener la capacidad de presentar propuestas legislativas, aunque limitadas teniendo en cuenta el número de escaños que ocupen. Sería el parlamento el encargado de aprobar los presupuestos generales, al tiempo de ejercer funciones de control al gobierno.
Gustavo Arcos Fernández Britto:
Me gustaría que…. funcionara. La cuestión temporal es algo … técnico. Cualquier labor parlamentaria, necesita estructurarse sobre una praxis. Una discusión sobre la necesidad de tal o más cual medida necesita de su verificación. ¿Es pertinente ese decreto o ley? ¿Cómo impacta en la ciudadanía o el funcionamiento de un país? Hacer reuniones permanentes convertiría al parlamento en una “olla de grillos”, una legión de burócratas que no cesan de hablar y pensar un país, mientras que la vida está en otra parte. Cualquier dinámica tiene que articularse en función de la ciudadanía sin olvidar por supuesto los intereses del Estado. Hay cuestiones particulares, locales y otras de alcance nacional o internacional. Existe un parlamento, pero también un gobierno y éste debe tener un margen de maniobras, de confianza depositada en sus integrantes. Como dije en la pregunta anterior, el respeto debe ser ganado, no otorgado por una orden superior. Y cada cierto tiempo ese poder debe ser emplazado, debe responder por sus gestiones y si no ofrece los resultados deseados, tiene que renunciar y dar paso a otros.
Liu Santiesteban:
El parlamento debe asumir plenamente las funciones legislativas, presupuestarias y de control gubernativo, tal como ocurre en los sistemas democráticos consolidados. Esto implica que el órgano legislativo no solo elabore y apruebe las leyes, sino que también tenga la capacidad de fiscalizar la acción del gobierno, garantizando la rendición de cuentas y evitando la concentración del poder.
Asimismo, la aprobación del presupuesto debe ser una de sus competencias fundamentales, asegurando que la asignación de los recursos públicos se haga de manera equitativa y en función de las necesidades reales del país. Es imprescindible que el parlamento cuente con mecanismos efectivos de auditoría y supervisión, que permitan evaluar el desempeño gubernamental y sancionar cualquier irregularidad en la gestión del Estado.
Jesús Arencibia Lorenzo:
Sí, creo que deben ser esas sus funciones, en tanto principal fiscalizador y regulador del Poder Estatal y Gubernamental, en defensa de los intereses ciudadanos. Allí donde quienes mandan y representan a la nación se intenten extralimitar, la voz justiciera del Parlamento debería frenarlos. A su vez, los parlamentarios deberían tener un control de base de la ciudadanía al que rindieran sistemática cuenta, para que tampoco se desborden en sus atribuciones ni dejen de cumplirlas en connivencia con el Poder.
Joel Babé:
Debería ser bicameral. Con funciones, mandatos y limitaciones para ambas cámaras.
Michel Fernández Pérez:
El órgano legislativo que surja en Cuba después de una transición a un sistema democrático, entendido este como un sistema que permita y reconozca a todas las orientaciones políticas, debe tener claramente definido a nivel constitucional que es el encargado de la función legislativa, presupuestaria y de control del gobierno y la administración pública.
Este nuevo órgano legislativo debe ser la negación de la actual Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP), negación en el sentido de ser totalmente diferente en su diseño y su funcionamiento. La actual ANPP es un órgano con facultades formales solamente, en realidad nunca ha hecho el ejercicio verdadero de poder supremo que le confiere la Constitución, siempre ha sido el órgano que legitima las decisiones tomadas por lo que realmente ejercen el poder en Cuba: el grupo elite del PCC y las fuerzas armadas que toman todas las decisiones en Cuba, fuera de ningún límite o control de ningún órgano del estado o el gobierno. El nuevo órgano legislativo debe ser el lugar en el que los representantes electos, en elecciones plurales y competitivas y discuten y aprueban las leyes del país, deciden su presupuesto y tienen la capacidad real de control al gobierno y la administración. Otro elemento esencial en el diseño constitucional y legal debe ser el claro sometimiento de las fuerzas armadas y de seguridad al poder civil y que este tenga la capacidad de controlarlas y velar porque su actuar sea acorde a la constitución y las leyes.
3. ¿Usted propondría un tipo de parlamento con comisiones permanentes o temporales?, ¿piensa que esas comisiones deben estar especializadas en temas o áreas de gobierno para estudiar problemas complejos que requieran soluciones?; ¿estaría de acuerdo en que se instituyera un parlamento con comisiones de trabajo con la capacidad de desempeñar gestiones, observaciones y controles que correspondan al ámbito de sus competencias?
Juan Pin Vilar:
Algunas permanentes, sobre todo aquellas que tienen que ver con los acuerdos que puedan mejorar o empeorar la vida del ciudadano. Las temporales, pueden ser solo pequeñas subcomisiones seleccionadas entre los miembros de una comisión permanente, que pueden asesorarse por los expertos que consideren, para darle seguimiento a una investigación, propuesta, o seguimiento a la propuesta ya aceptada de la Comisión Permanente. Son comisiones creadas para aligerar o encaminar asuntos de la Permanente u otros que surjan de la cambiante realidad y se necesite debatir en el seno de la comisión e informar a la ciudadanía.
Claro que especializadas, pero lo más transparentes posibles. Lo único que evita una trampa es hacer públicos los debates que conduzcan a cualquier información que pueda afectar al pueblo en su mayoría.
Las Comisiones temporales podrían crear esas Comisiones de trabajo o realizar esas funciones. No me gusta llenar el parlamento de gente. Solamente la proporción adecuada entre temas y nuevas necesidades.
Dante Roche:
Imagino un parlamento bicameral respondiendo a la representación ciudadana y territorial. El mismo debería instrumentar comisiones permanentes responsabilizadas o especializadas en áreas, donde se analice y se dé forma a los temas inherentes al área en cuestión, incluidas las leyes que después sean sometidas a votación.
Gustavo Arcos Fernández Britto:
Ya creo haber respondido esa interrogante. Un parlamento realmente conformado por representantes del pueblo (no por un sistema de selección “a dedo”) debe tener la mayor autonomía y rigor. Sus debates o decisiones deben salir del diálogo sistemático con la vida real. Preguntarse todo el tiempo, si el país y sus leyes están en sintonía con las expectativas ciudadanas. Quisiera que los parlamentarios y las autoridades de gobierno escuchen a los especialistas en cada área. Los economistas, científicos, educadores, artistas, sean invitados al debate sobre los asuntos de su conocimiento o experiencia. Muchas veces vemos que se toman decisiones que nada tienen que ver con la práctica, o los problemas reales. ¿Fueron escuchadas las voces que saben del asunto? ¿Además de un criterio oficial, se escucharon otros puntos de vista? Me gustaría un país donde exista oposición, resistencia, intercambio de ideas. Creo en la argumentación, en el conocimiento. Una cosa es la alharaca, el escándalo y otro el sentido del deber, la responsabilidad que tenemos todos como ciudadanos o directivos, si es el caso. Es bueno decir lo que se piensa, pero mejor sería, pensar lo que se dice. A veces (demasiadas) creemos saberlo todo, y nos sentimos, desde nuestras posiciones de poder o autoridad, por encima de los demás.
No todo el mundo sabe, domina todos los temas. Entonces, antes de tomar decisiones hay que investigar, escuchar, debatir, llegar a consensos o acuerdos. La existencia de Comisiones de Trabajo me parece que puede ser una opción funcional, pero…si parten de un real interés en dialogar con los que tienen experiencia. El conocimiento es poder. Pero además no puede faltar el contacto con la gente. Cualquier teoría por buena o estudiada que sea, necesita ser puesta en práctica. Solo ahí podrá verificarse su eficacia. Las leyes son necesarias, las instituciones, los gobiernos, también. Pero hay algo que se llama …sentido común, lógica, y eso lo va ofreciendo la vida. Cuando un parlamento o un gobierno toma decisiones que van a contrapelo de la vida, tienes un país fracturado, un gobierno enajenado, distante de las necesidades de su pueblo. Es el camino directo a las dictaduras, el fascismo, las políticas que excluyen y discriminan. Y no importa a qué Historia, principios, discursos o autoridades apeles, la gente terminará alejándose y rebelándose. Cualquier promesa deber ser verificada, realizada, sostenida. La vida es corta y debe llevarse con dignidad. El futuro se conforma hoy, en este instante.
Liu Santiesteban:
Para garantizar un funcionamiento eficiente y especializado, el parlamento cubano debe estructurarse en comisiones permanentes y temporales. Las comisiones permanentes deben abordar las áreas fundamentales de la administración pública, como economía, salud, educación, seguridad, relaciones exteriores y justicia, permitiendo un análisis profundo de cada sector y la formulación de políticas basadas en criterios técnicos y científicos.
Las comisiones temporales, por su parte, deben conformarse para tratar asuntos coyunturales o de emergencia nacional, brindando respuestas ágiles y eficientes a problemas específicos. Además, es fundamental que estas comisiones tengan facultades para realizar investigaciones, formular propuestas legislativas, evaluar políticas públicas y ejercer control sobre los órganos del Estado dentro de sus respectivas competencias.
En este esquema, el parlamento no solo actuaría como un ente legislativo, sino también como un órgano de supervisión y equilibrio institucional, garantizando que las decisiones gubernamentales se ajusten a los principios democráticos y al bienestar de la ciudadanía.
En conclusión, la transición a la democracia en Cuba requiere un sistema parlamentario robusto e independiente, que garantice la separación de poderes, la representación plural y el ejercicio efectivo de la gobernanza democrática. Es fundamental que el futuro parlamento cubano sea un espacio de debate real, donde la voluntad popular se exprese de manera legítima y efectiva, asegurando un desarrollo institucional sostenible y alineado con los principios del Estado de derecho.
Jesús Arencibia Lorenzo:
Creo que este supremo órgano debe estar integrado por comisiones permanentes y especializadas en temas o áreas, cuyos miembros tengan alta cualificación profesional sobre los asuntos que deben abordar. Pienso que esas comisiones no solo deberían desempeñar gestiones, observaciones y controles que correspondan al ámbito de sus competencias, sino que los informes y planes de acción resultantes de dichas gestiones y controles deberían ser de dominio público de la ciudadanía y, de alguna manera que la ley determine, tener algún carácter vinculante para los poderes establecidos a los distintos niveles del país.
El Parlamento que sueño para esa Cuba que debemos darnos, tendría sesiones que se transmitieran y grabaran en vivo para la nación —salvo casos extremos de situaciones de guerra— y debería funcionar, en todas sus estructuras y mecanismos, como la más completa Defensoría Ciudadana; donde se rinda, de verdad, culto “a la dignidad plena del hombre”, como quería el Poeta.
Joel Babé:
Áreas de responsabilidad que sean disputadas de acuerdo con mayoría parlamentaria. En todo caso: la idea de “permanente” asusta.
Michel Fernández Pérez:
El parlamento cubano posterior a la transición debe contar con comisiones y grupos de trabajo para poder llevar adelante la tarea enorme que significa sanar un país después de más de 60 años de gobierno totalitario, en mi opinión estas comisiones o grupos de trabajo deben establecerse por ley y deben contar con la participación de la sociedad civil cubana para que sean expresión de la diversidad y riqueza que tiene Cuba como nación.
Estas comisiones o grupos servirían como el escenario ideal para llevar adelante el proceso de reconciliación nacional, que es imprescindible después de tantos años de odios y represión alentados por el Estado, además deben servir como el espacio para que los cubanos puedan sentirse parte del estado y ejerzan su soberanía, evitando todas las mediaciones posibles.
SOBRE LOS AUTORES
( 15 Artículos publicados )
Reciba nuestra newsletter