Hay una mujer presa por tirarse fotos con la bandera cubana encima. Los que elaboran las leyes no se dan cuenta que ese símbolo es simplemente una tela con determinados colores, lo realmente importante es poseer una bandera de justicia, de bondad, de educación, de cultura, de sensibilidad. Pensar y expresar, pues nuestra época no es de gesto, es de gesta.
El documento del Centro de Estudios sobre el Estado de Derecho «Cuba Próxima», titulado «La Cuba que queremos. Propuestas para refundar la República», ofrece un programa integral y articulado sobre los ámbitos más importantes de la sociedad. Incluye, por supuesto, un acápite dedicado a la «Cultura y Educación».
Estos son dos de los pilares sobre los que puede edificarse la libertad, el desarrollo y la justicia, no solo desde el marco legal, sino sobre todo como expresión autentica de la realidad social y política. No como mera validación de una ideología, del poder, sino como liberación, dignificación.
En tal sentido, «Cuba Próxima» presenta veinte líneas de acción al respecto, todas referidas a la dignidad en paz y libertad, y encaminadas a promover la cultura y garantizar el acceso universal e integral una educación democrática con altos estándares científicos, técnicos, humanistas y éticos. Y lo hace como respuesta a la grave situación que padece la sociedad cubana y en el empeño de instaurar una época de gesta, más que de gesto.
Se hace indispensable concebir una renovación sustancial de las estructuras en que se ha apoyado por décadas un sistema que esgrimió solo de palabras -desde sus comienzos- un funcionamiento revolucionario, justo y coherente. Mostrar los supuestos logros alcanzados en estos dos importantes aspectos sirvió como un instrumento de propaganda a nivel internacional, del éxito de una sociedad diferente a la capitalista.
No solo los médicos viajaron en misiones internacionalistas, también artistas y profesores durante décadas. Fueron contratados para difundir maneras supuestamente originales y transformadoras de lo que pasaba aquí, en una tierra que tiene una fuerza extraordinaria en su tradición cultural y pedagógica. Sin embargo, el cansancio llegó en los últimos tiempos.
El poder exigió sacrificios en nombre de una vida futura buena que jamás hizo realidad, más bien resultó una negación de ella. El esfuerzo entregado por el pueblo resultó demasiado largo, demasiado abrumador. La gente comenzó a alejarse de la Isla donde nació. En la actualidad muchas figuras reconocidas del cine y la televisión se encuentran en otros países, además de sus jóvenes talentos.
Los maestros se jubilan, se trasladan a otros puestos laborales mejor remunerados, emigran. Los funcionarios los improvisan, una parte de los sustitutos proceden de otras regiones del país. Hace unos días, el Observatorio de Libertad Académica recordó que -según las autoridades cubanas- existe un déficit de más de 17 000 docentes, de acuerdo a lo calculado en el período de 2022-2023. A ello se une la precariedad tremenda de las instalaciones escolares, la falta de agua y, por tanto, de higiene en las escuelas. No se imprimen libros nuevos para los cursos actuales, los niños deben entregarlos al final del curso, sus padres deben de borrar las respuestas a determinados ejercicios, a muchos les faltan hojas, se encuentran en mal estado.
Hay algo muy impactante tanto en las obras de algunos autores como en la práctica de la enseñanza en general: el adoctrinamiento, el reflejo de posiciones ideológicas a favor estrictamente de la Revolución. Educar no es adoctrinar. Es difícil encontrar un aula donde no les coloquen fotos de Fidel Castro y algún otro alto dirigente; en las Universidades, si no asistes a las actividades políticas que se convocan en esos centros, no eres considerado estudiante destacado o integral, y eso decide al final de la carrera el lugar de trabajo donde son ubicados.
La elevación del consumo de drogas por parte de jóvenes y adolescentes es un síntoma preocupante y grave, ello conllevó a una terrible violencia hace unos meses en la denominada Finca de los Monos. Vulgaridad, gritos, golpes, es un sello distintivo de un conjunto de personas encargadas de difundir el conocimiento. Claro que todos los maestros no tienen esa actitud. Los hay decentes, estoicos ante esa labor que realizan sin condiciones adecuadas y pésima remuneración. Estos últimos son los representantes que quedan de eso que denominó José Martí como pedagogía de la ternura. «He ahí, pues, lo que han de llevar los maestros por los campos. No solo explicaciones agrícolas e instrumentos mecánicos, sino la ternura, que hace tanta falta y tanto bien a los hombres.»
En la experiencia de la «revolución socialista» el yo individual desaparece con insistencia porque se subordina al poder superior, esto tiene un nombre: nazismo. No es la causa, por supuesto, de ese engendro, pero sí su base social. Leí en las redes, cómo después de un largo apagón de toda la noche en un pueblo de la región oriental del país, una parte de sus habitantes asistieron al acto para celebrar el 26 de julio, decretado por el Gobierno como «Día de la rebeldía nacional» por conmemorarse un aniversario más del ataque al Cuartel Moncada. La valoración que hacen algunos cubanos es que nuestro pueblo es «carnero», «sumiso», «servil» y otros improperios. No concuerdo con esos calificativos, ese sistema conforma una determinada sociedad. Llevan décadas inculcando esas maneras de comportarse.
Hitler, en su conocido escrito de «Mi lucha» destacó: «El mitin de masas es necesario, al menos para que el individuo, que al adherirse a un nuevo movimiento, se siente solo y puede ser fácil presa del miedo de sentirse aislado, adquiera por primera vez la visión de una comunidad más grande.» No por gusto el mismo Fidel declaró en «Palabras a los intelectuales»: con la revolución todo, contra la revolución nada. Cerró la puerta a la libertad de creación y de pensamiento. No por gusto ese día Virgilio Piñera exclamó: tengo miedo.
Tenemos presencia de un arte vacío, un civismo hipócrita, un discurso sin médula social y asambleario, un populismo plebeyo, ramplón, una academia oficialista. Pero nos enorgullecemos de Félix Varela, José de la Luz y Caballero, José Martí, del Grupo Orígenes encabezado por José Lezama Lima, Enrique José Varona, Alina Bárbara López Hernández, Mauricio de Miranda Parrondo y de otros intelectuales que completarían una larga lista, de cientos de jóvenes activistas que cristalizan día a día una ética compasiva salvadora de vidas.
Hay una mujer presa por tirarse fotos con la bandera cubana encima. Los que elaboran las leyes no se dan cuenta que ese símbolo es simplemente una tela con determinados colores, lo realmente importante es poseer una bandera de justicia, de bondad, de educación, de cultura, de sensibilidad. Pensar y expresar, pues nuestra época no es de gesto, es de gesta.
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