La voz legítima de tantos deberá sonar con fuerza y autoridad este 26 de marzo, para hacer posible que algo nuevo se produzca. La opción es por una Cuba libre y soberana.
El próximo 26 de marzo se realizará en Cuba las elecciones nacionales, en medio de un escenario de desafíos económicos, sociales y políticos. A los dictadores les gustan de raras elecciones, porque quienes no gozan de legitimidad real suelen contentarse con la artificial y espuria legitimidad que ofrece las elecciones amañadas.
El miedo y la esperanza son dos emociones básicas de los seres humanos que al relacionarse genera incertidumbre. Miedo y esperanza que no se distribuyen por igual entre grupos sociales o épocas históricas.
Lamentablemente, en Cuba el miedo supera la esperanza. Muchos individuos viven en la espera, pero sin esperanza. La vida les pasa por delante sin que supuestamente puedan transformarla. Debemos cambiar esto el próximo domingo 26 de marzo.
Están dispuestos a dar esta batalla cívica en tales elecciones muchos ciudadanos cubanos, activistas e integrantes de diferentes organizaciones, defensores todos de la democracia y del pluralismo político. Su lema es: “La abstención es tu voz”.
Nuestro colega Ernesto Gutiérrez Tamargo, abogado, recalca que “la abstención es un derecho inalienable, por lo que el Gobierno no puede estigmatizar, condenar o penalizar dicha conducta. Por lo tanto, el derecho de promover la abstención en general no sólo es lícito, sino también perfectamente compatible con la legislación vigente.”
Para Michael Lima Cuadra, activista de Derechos Humanos, “la abstención es una forma de protesta ciudadana contra la dictadura”. Yanelis Nuñez, activista del Movimiento San Isidro, sostiene que “la abstención es una vía que nos hará sentir libres y ciudadanos”.
Muchos cubanos optan por la abstención a causa de la carencia de medicación, de alimentos, de asistencia médica. También del injusto nuevo código penal, de sus familiares presos, de la falta de transparencia del Gobierno, de la ausencia de libertad de expresión, de libertad religiosa y de libertad de movimiento. Asimismo, por la negación a implementar una ley orgánica contra la violencia de género, por la emigración forzosa a la que se ven abocados los cubanos y por la consiguiente ruptura familia.
Juan Antonio Madrazo, del Comité Ciudadano de Integración Racial, señala que su abstención está motivada, entre otras razones, por “la falta de políticas pública reales contra la discriminación racial.” Manuel Cuesta Morúa afirma que “la soberanía es papel mojado”, y Boris González Arenas que “no se siente representado por los diputados de la Asamblea Nacional que se postulan, ya que sólo son funcionarios al servicio del castrismo.”
El fraude electoral planea sobre todos, con la intención de impedir, anular o modificar los resultados reales, ya que las dictaduras de partido único no suelen permitirse la libre concurrencia. Según tal aberración, el partido único debe dominar todos los estamentos de la nación. Pero este partido no permite la libre concurrencia porque exclusivamente desea distribuir beneficios a sus simpatizantes y aparentar que los ciudadanos apoyan a sus líderes.
La voz legítima de tantos deberá sonar con fuerza y autoridad este 26 de marzo, para hacer posible que algo nuevo se produzca. La opción es por una Cuba libre y soberana.
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La abstención no va a crecer ahora. Hay muchas razones para ello, incluida una situación un poco mejor con la corriente, o el hecho de que ahora se pueda votar incluso fuera del lugar de residencia. SE está apostando solo a que la gente no vaya a votar, y no se está intentando facilitarle a los que irán a votar por miedo, o incluso a muchos pro gubernamentales disgustados, opciones para manifestarse frente a la boleta. En general lo que está sucediendo es que muchos se han sumado a una tendencia que empezó a darse en septiembre, a la abstención, espontánea, porque entonces fuimos muy pocos quienes llamamos a no votar. Pero lo que es espontáneo y no depende de los políticos puede ir en cualquier momento en dirección contraria.