Cuba se desmorona. La crisis humanitaria crece inexorablemente a consecuencia del desplome del modelo económico-social y político-cultural del socialismo militarista, estatizado y subvencionado, que ha perdurado a la fuerza durante más de seis décadas sobre las espaldas de un pueblo sometido a una incesante dosis de represión y adoctrinamiento. En medio de este desastre, lo más terrible es la extinción física de la población. No solo por la disminución de los nacimientos o la emigración incesante hacia cualquier otra parte, sino también por los fallecimientos crecientes, que alcanzaron la cifra de 128 106 en 2024, 10 357 más que en 2023, según el Anuario Estadístico de Salud 2024. A esto se suma la pobreza universalizada y el estrés constante, motivado por la falta de perspectiva de solución a los terribles déficits que obstaculizan una satisfactoria calidad de vida (apagones, desnutrición, insalubridad, violencia y drogadicción, crisis habitacional, falta de libertades, represión brutal de cualquier tipo de protesta…).

En este entorno desesperante, aparecen constantemente llamados a una reforma gubernamental que abra paso al libre desenvolvimiento de las fuerzas productivas y de la sociedad civil independiente, o a una intervención internacional no violenta de carácter humanitario. No creo que ninguna de estas dos soluciones ocurra en un plazo mediano y Cuba no puede seguir esperando a la llegada de un salvador, nacional o extranjero, o a una decisión de la ONU cada vez más inoperante. Por ello, recibo con satisfacción y esperanza la reciente Comunicación de la Concertación Democrática Cubana D Frente titulada “De la ciudadanía nace la República”, una propuesta concreta, viable en el contexto cubano, para entrar en un proceso de transformación del estado de cosas actual por medios pacíficos y con la participación de todos los actores que están activos en la nación cubana, tanto en la Isla-archipiélago como en la diáspora.

Considero que si Cuba requiere de una via expedita para romper el nudo gordiano de la exclusión de la disidencia por un Gobierno/Partido/Estado que ha blindado su hegemonía mediante declaraciones en lugar de legitimarse en las urnas, puede ser operativa y viable la propuesta que hacen de una: “Ley Electoral Provisional, que sea efectiva de cara al proceso eleccionario 2027-28, concebida quizá para un solo uso histórico, pero imprescindible para abrir paso a una ciudadanía plural que tenga acceso real a las instituciones públicas de representación y gobierno, incluso en un contexto aún carente de reglas e instituciones democráticas.”

Es evidente que si el Gobierno/Partido/Estado, las organizaciones opositoras y la sociedad civil independiente llegaran a aceptar esta via, serán necesarias profundas y difíciles negociaciones entre estos actores y aun al interior de cada uno de ellos, donde los grupos de presión adversos a cualquier negociación deberán ser superados por los partidarios de las elecciones libres con la presencia de organizaciones y figuras diversas en calidad de ciudadanos con iguales derechos y deberes.

Al mismo tiempo, esta declaración se honra al hacer suyos varios reclamos históricos de la sociedad civil independiente cubana que constituyen una condición sine qua non que el Gobierno/Partido/Estado, como único actor posible para ejecutarlos, deberá asumir. Entre ellos: liberar a todos los presos por motivos políticos; garantizar los Derechos Humanos, liberando el ejercicio de la expresión, el acceso a la información y la prensa, la movilidad, la reunión, la manifestación y la asociación, incluyendo los derechos políticos: y aprobar una Ley de tránsito constitucional que establezca el modo de realizar una Asamblea Constituyente, institucionalizar la nueva Constitución y realizar elecciones generales con todas las garantías.

Iniciativas como esta de la Concertación Democráticay del think tank Cuba Próxima abren las puertas a una negociación real y efectiva entre cubanos de cualquier signo ideológico interesados en salvar a la nación, que es de todos, en estos momentos críticos. Si las organizaciones de la disidencia y los diversos actores de la sociedad civil la hacen suya y la promocionan en la sociedad, el Gobierno/Partido/Estado se verá aislado en su zona de confort aristocrático y las acciones de protesta y desobediencia civil tendrán, ¡al fin!, un programa concreto de lucha y consignas para guiar sus desesperados y espontáneos intentos.

Estoy convencido de que, si este proyecto de Ley Electoral Provisional es asumido por las cubanas y los cubanos, dentro y fuera de la Isla, la solidaridad internacional con la lucha del pueblo movilizado no se hará esperar, la actual situación agobiante se aliviará y la transición hacia una Cuba “Con todos y para el bien de todos” estará más cercana.