Resulta necesaria una mística laboral; una trascendencia de lo puramente tangible que ahonde en la causa que impulsa e informa todos esos esfuerzos. Ese espíritu de servicio merece reconocimiento profesional y sustento moral; dignitate et honore. Libertad y seguridad; patria y familia. Lo de siempre; lo de ahora. El todo… y lo único.
De un tiempo a esta parte, distintos especialistas han planteado la oportunidad (o inoportunidad) de que la Policía Local disponga de un ejercicio -incluso pleno- en Ciclo de Inteligencia. En primer lugar, debe remarcarse que el concepto en sí es dinámico y plural, no estático y unívoco.
En la mayoría de los Estados, la denominada Policía Local lo es en demarcaciones acotadas a cada Ayuntamiento o asociación de municipios. La transferencia de información sensible, pues, quedaría comprometida por la contundente realidad que es la ausencia de canales -y sus respectivos controles- a tal efecto. La hipotética creación de un Servicio de Inteligencia propio de las Policías Locales en un país no es una opción operativa. Ello requeriría -de entrada- un solo cuerpo de Inteligencia con jurisdicción nacional de las distintas policías locales. Un solo sistema en todo el país de acceso y reclutamiento, con pruebas idénticas en una misma convocatoria. Lo cual sólo podría ser hipotéticamente operativo de disponer de un solo Cuerpo general de Policía Local para el conjunto del Estado, con su definida clasificación de empleos bajo principios convencionales de jerarquía, legalidad, etc.
Todo ello comportaría la desaparición de las conocidas Policías Locales en cada Ayuntamiento, sistemas mancomunados u otras fórmulas de colaboración supramunicipal. La pretensión de impulsar y organizar un Servicio de Inteligencia vertebrador dedicado a la investigación de materias atendidas por las numerosas Policías Locales de un país tan diverso como España, resulta impracticable. No sólo resultaría inviable por la incapacidad para bloquear filtraciones en el tráfico de información, sino por la imposibilidad material de generar una organización jerárquica mediante una base extremadamente plural en sus objetivos e intereses. La convergencia de métodos nunca ampara la conciliación de fines.
La servidumbre política hacia gobernantes enfrentados constituye otro factor a tener en cuenta. Si ya de por sí es gravosa la politización en ámbitos de Seguridad, Defensa e Inteligencia, en un Servicio destinado a atender a las Policías Locales sería una catástrofe operativa. El Servicio recibiría peticiones no siempre pertinentes por parte de Ayuntamientos volcados a una definida línea política. La investigación sobre unos casos u otros puede responder a criterios impuestos por alcaldes y concejales antes que por profesionales de la Seguridad Pública. La politización de las Administraciones Locales convertiría ese Servicio de Inteligencia en un campo de batalla para colocaciones de unos contra otros. Los de un partido frente a los de otros partidos. Si la “solución” fuese el reparto de canonjías en el organigrama directivo y operativo del Servicio de Inteligencia, esto reforzaría -aún más- la politización institucional y el marasmo profesional. Es decir, la inoperancia está garantizada de crearse un Servicio de Inteligencia para Policías Locales. La negociación y asignación de cargos elimina todo atisbo de profesionalidad, rigor o eficiencia. El fin no es el medio.
El particularismo de la mentalidad política localista, su inevitable propósito de marcar territorio y ganar poder, causará estragos en una organización que para funcionar no admite esos ditirambos mesiánicos. Si éstos se acaban infiltrando, el Servicio fenece en sentido real. Tampoco parece adecuado dejar bajo la potencial influencia de tantos dirigentes lo que es el proceso de toma de decisiones, siendo éste el vademécum sacrosanto de la eficiencia en un Servicio de Inteligencia.
Si la organización no puede investigar los delitos cometidos por sus políticos, resulta igualmente cuestionable su utilidad -criterio supremo-. Las tareas de búsqueda y pesquisa necesitan una protección legal absoluta que garantice la incolumidad de la misma investigación. Ese status nunca podrá garantizarse ni aplicarse en una agencia de Inteligencia de Policías Locales. Tales capacidades quedarían cercenadas en un tiempo mínimo por parte de la dirección ineluctablemente política.
La institucionalización de un Estatuto de independencia para el Servicio siempre quedaría condicionada, en la práctica, por los votos de docilidad -y oportunidad- hacia los Ayuntamientos de origen. La Policía Local de un municipio deberá defender -de una forma u otra- los objetivos marcados por su Ayuntamiento incluso frente a las prioridades de otras corporaciones, vecinas o lejanas, afines o discordantes.
Por otra parte, de fundarse un hipotético Servicio de Inteligencia de Policías Locales, su personal propio deberá someterse a un proceso selectivo totalmente autónomo y específico. Además de la creación de un sistema de carrera con plena solvencia profesional e impermeabilidad informativa. Aun partiendo de ese supuesto, la opción no resulta transitable: ese Servicio dependería en buena medida de sus relaciones con Policías Locales y sus municipios, a los que sirve. Las filtraciones aparecen como riesgo latente incluso en ese escenario. Demasiadas voces.
Las limitaciones del “modelo” corrobora que en realidad éste no existe. La inviabilidad material de implementar un Servicio de Inteligencia integrado por Policías Locales es un hecho insoslayable. Porque, a fin de cuentas, se trataría de una organización de organizaciones, pero jamás podría ser un centro de fusión; como tampoco podrían cumplimentarse las características de otros formatos operativos de agencia de Inteligencia. Los contenidos sí determinan los resultados.
Todo lo anterior no desmerece, en modo alguno, las altas capacidades que las Policías Locales pueden y deben desempeñar en la provisión de información para el sistema de Inteligencia nacional. Pero ello debe ejecutarse a través de una clara especialización y jerarquización; he aquí los dos principios axiomáticos. El trabajo generalista suplementa los cometidos esenciales en materias individualizadas, incluso segmentadas, del Ciclo de Inteligencia.
Dado su arraigo en el territorio, así como su conocimiento empírico del mismo, un policía local es un activo de primera importancia. Su capacidad para captar datos incluso dispersos y clasificarlos en una dirección constructiva, siempre será de interés para el Servicio de Inteligencia nacional. De ahí la selección cualificada y la formación específica en Inteligencia de los policías locales con alta idoneidad moral y profesional. Su integración en el trabajo de Inteligencia puede realizarse desde la supervisión del Servicio. Este puede incluso habilitar medios para la consecución de adhesiones y la creación de círculos los entornos locales donde convenga captar información. Debe comprenderse que no pocos policías locales necesitan dar el paso de avanzar en sus tareas profesionales. La Inteligencia es una fase indispensable y, de alguna manera, debe proveerse una solución armónica, no contradictoria, con la Seguridad Nacional y bajo la dirección del Servicio de Inteligencia; en todo momento y lugar.
La intensificación aplicativa del Programa Estocolmo es del todo pertinente. Las Policías Locales pueden llegar a ámbitos peculiarmente sinuosos donde otras organizaciones apenas podrían. Como de manera solvente argumentan Fernández Sánchez y Rey Alloza, la Policía Local «constituye el eslabón de seguridad que puede ejercer de puente entre sí y los servicios administrativos de las corporaciones locales y a la vez, ser un interlocutor, un intermediario muy válido en esa función canalizadora hacia los servicios de seguridad de carácter estatal con competencias directas en la investigación de las organizaciones criminales y terroristas»[i].
Efectivamente, la elaboración de Inteligencia contra el crimen organizado, por ejemplo, está en deuda con la Policía Local de numerosos Estados. Se impone, pues, conferir un lugar en el sistema nacional de Inteligencia a los profesionales que sirven tan brillantemente la Seguridad Pública en sus demarcaciones municipales. Todo ello sin menoscabo alguno a la prelación jerárquica en la Inteligencia de un país.
El establecimiento de canales para trasvasar ágilmente información desde las Policías Locales debe expandirse aún más. La motivación de los agentes es igualmente relevante; ahí se arraiga la intensidad y la calidad del trabajo desempeñado. Resulta necesaria una mística laboral; una trascendencia de lo puramente tangible que ahonde en la causa que impulsa e informa todos esos esfuerzos. Ese espíritu de servicio merece reconocimiento profesional y sustento moral; dignitate et honore. Libertad y seguridad; patria y familia. Lo de siempre; lo de ahora. El todo… y lo único.
[i] FERNÁNDEZ SÁNCHEZ, Jesús I. y Luis Enrique REY ALLOZA. “Visión de inteligencia en la Administración local para combatir la criminalidad organizada”, Noticias Jurídicas, 24 de marzo de 2017. Dirección URL: https://noticias.juridicas.com/conocimiento/articulos-doctrinales/11781-vision-de-inteligencia-en-la-administracion-local-para-combatir-la-criminalidad-organizada/ Fecha de consulta: 2 de noviembre de 2024.
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