Pareciera que Cuba se agotó, acaso definitivamente. Pero contamos con cubanos capaces y dispuestos –y tendremos un nuevo comienzo.
La nación cubana padece una crisis sistémica, de connotación humanitaria. Crece aceleradamente la pobreza general. Un porcentaje amplísimo de la población de la tercera edad se encuentra en una situación de penuria. También aumentan la corrupción, la violencia y la criminalidad.
El país carece de una estructura económica, de finanzas, de infraestructura, de tecnología, de un sistema energético adecuado, de alimentos básicos y otras necesidades primarias, y de mano de obra calificada.
La población con capacidad laboral emigra masivamente. La juventud, en particular la mejor preparada, busca abandonar el país, la mayoría hacia Estados Unidos. Un total de 450.000 cubanos lo ha hecho en los últimos dos años. Sólo quedan ancianos pobres y solos, y sectores pocos capacitados para crear riquezas.
Asimismo, Cuba ya no resulta un aliado interesante de ningún Estado con recursos que le ofrezca subvenciones, como otrora hizo la URSS.
Estas circunstancias establecen la desesperanza y la frustración, y ello conduce a la polarización. La mayoría de los intentos de protesta social son reprimidos injustamente. Entre los que han participado en protestas, en general pacíficas, aproximadamente 1.000 ciudadanos son considerados presos políticos.
Ahora mismo, la «desmonetización bancaria», por sus causas y por sus consecuencias, muestra un signo de que la actual crisis es total y definitiva. Algunos sostienen que está engarzada al desarrollo de un conjunto de empresas privadas, en la mayoría de los casos aún modestas, pero que quizá por primera vez en casi siete décadas parecen auténticas empresas.
Resulta incierto que este sea el origen, si bien puede haber una relación, pero no de la manera que indican los adversarios de toda dinámica económica democrática. O sea, en la actual devastación de eso que para algunos fue un «modelo económico», incluso cualquier dinámica positiva y sumamente necesaria –como las MiPymes–, puede contribuir a una distorsión. Ello porque, según la sapiencia bíblica, «nadie recorta una pieza de un manto nuevo para ponérsela a un manto viejo; porque se estropea el nuevo, y la pieza no le pega al viejo. Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque el vino nuevo revienta los odres, se derrama, y los odres se estropean. A vino nuevo, odres nuevos» (L 5, 33-39).
En tal sentido, a estas alturas, ya será imposible, inclusive, un proceso de cambios económicos que inicie y avance parcialmente reformas económicas encaminadas al establecimiento gradual de un modelo económico efectivo y eficiente, desde una lógica aperturista convencida. El deterioro es de tamaña magnitud que, se cambia todo de una vez –asumiendo el coste que sea–, o no podrá ocurrir nada beneficioso que ofrezca perspectivas reales –pagando el precio de esta desidia.
De este modo, por ejemplo, o se transforman radicalmente las garantías empresariales y comerciales, y a la vez se negocia con Estados Unidos el acceso de Cuba a finanzas, tecnologías y mercados, y a su vez se estimula a los emporios financieros para que instalen capitales en la Isla –con todos los cambios políticos que ello implica–, o no será posible ni un pequeño avance parcial certero.
En este escenario, el Gobierno no logra presentar un plan viable. Por el contrario, todas las medidas adoptadas suelen resultar erróneas o carentes –en el mejor de los casos–.
Quienes desde el Gobierno y el Parlamento ocupan cargos de autoridad parecen incapaces –al menos–. Los pocos ministros que comunican públicamente, en escasas ocasiones, rondan la trivialidad y la incoherencia. Los diputados –con pocas excepciones–, cuando se expresan, parecen no saber lo que dicen y, peor aún, parecen que ni siquiera imaginan que no saben.
Si bien para nadie es secreto que además de estas autoridades existen otros cargos tal vez capaces, aunque acaso menos públicos, que por alguna razón –que soy incapaz de formular– sostienen esta inopia y respaldan –en perjuicio de todos, incluso de ellos mismos– esa parálisis del Estado que ahora coloca a Cuba en penumbras. Para muchos esto resulta incomprensible.
Pareciera que Cuba se agotó, acaso definitivamente. Pero contamos con cubanos capaces y dispuestos –y tendremos un nuevo comienzo.
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“Pareciera que Cuba se agotó, acaso definitivamente. Pero contamos con cubanos capaces y dispuestos –y tendremos un nuevo comienzo”
Salvo el párrafo anterior, su artículo es muy pesimista. Como recomienda usted recomenzar ?
Debería escribir otro artículo al respecto.
Excelente artículo y fundamental para un nuevo comienzo de una cuba en libertad.
CUBA tiene que importar modelos económicos de países que funcionen. Ya lo de preservar logros no queda nada.
Debe empezar de cero literalmente.
La desaparición del desgobierno de Canel es inminente. Pero, como bien se dice en este artículo, no hay que dejarse engañar por ello. Podría ser una simple sustitución entre funcionarios castristas y no un signo de que algo se mueve.
A despecho del marxismo ortodoxo y para bien de la Patria, esta vez el cambio político precedrá al económico. Una buena lección sociopolítica porque nada es absoluto.
Cerremos filas en el cambio de sistema . Abramos Cuba a la modernidad y al mundo de hoy. Lo demás vendrá por sí solo porque la savia de nuestra nación brotará imparable. Estoy convencida.
S
S