La Patria es dicha de todos, y dolor de todos, y cielo para todos. José Martí

La Patria es dicha de todos, y dolor de todos, y cielo para todos. José Martí


Prevost se convierte en León XIV

Un seguidor del san Agustín suele implicarse en las profundidades de ser y la sociedad, e intenta comprender y mantener la esperanza, no a través de ideas inmutables, sino mediante el aliento, la apertura y la duda intelectual, para así sostener su libertad y respetar la libertad de los demás.

20 May 2025
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Imagen © Rmf24

Con una celeridad sorprendente, apenas dos días después de iniciarse el cónclave, el cardenal Robert Francis Prevost emergió como el nuevo Pontífice, adoptando el nombre de León XIV. Su elección, acontecida este 9 de mayo de 2025, revela un consenso tan amplio como temprano, marcando su irrupción en la escena eclesial y mundial con una energía singular y palpable. La noticia de su nombramiento ha suscitado una acogida generalmente positiva en los ámbitos social y político, donde a menudo se vislumbra como un auspicioso signo de oportunidad.

Realmente, muestra sobrada solidez intelectual, política y de gestión, y pastoral, por supuesto. Posee un recorrido que sostiene esta consistencia. Originario de Estados Unidos y naturalizado peruano. Estudió Ciencias Matemáticas en la Universidad de Villanova de Estados Unidos, y luego cursó una maestría en Divinidad en la Catholic Theological Union de Chicago, especializándose en teología pastoral y doctrina católica. Ya radicado en Roma, completó estudios avanzados en la Pontificia Universidad de Santo Tomás de Aquino (Angelicum), donde obtuvo una licenciatura y un doctorado en Derecho Canónico.

Religioso agustino, inició su trayectoria clerical en su ciudad natal, dedicándose a labores propias de su orden. Posteriormente, su vocación misionera lo llevó al Perú. Allí fue ordenado sacerdote en 1982 y desarrolló su ministerio pastoral entre 1985 y 1998 en diversas ciudades como Piura, Chulucanas, Trujillo y Chiclayo, desempeñándose como vicario parroquial, administrador parroquial, funcionario diocesano y profesor del seminario. Su destacada labor lo llevó a ser elegido prior general de los agustinos, cargo que ejerció desde 2001 hasta 2013 y le permitió ampliar su conocimiento del mundo. A su regreso al Perú en 2015, el Papa Francisco lo nombró obispo de Chiclayo, el mismo año en el que adquirió la nacionalidad peruana. Tras servir como obispo de Chiclayo desde 2015 hasta 2023, fue llamado a la Santa Sede para desempeñar los cargos de prefecto del Dicasterio para los Obispos y presidente de la Pontificia Comisión para América Latina, responsabilidades que mantuvo hasta abril de 2025. En septiembre de 2023, fue elevado a la dignidad cardenalicia.

Un seguidor del san Agustín suele implicarse en las profundidades de ser y la sociedad, e intenta comprender y mantener la esperanza, no a través de ideas inmutables, sino mediante el aliento, la apertura y la duda intelectual, para así sostener su libertad y respetar la libertad de los demás.

Al parecer, el fundamento teológico de su pontificado se perfila con una marcada preocupación por la justicia social, arraigada tal vez en su profunda experiencia misionera en Perú. Al parecer se caracterizará además por un fuerte compromiso con la sinodalidad, que implica una Iglesia donde todos los fieles tengan voz y participen en la toma de decisiones. En este sentido, León XIV quizá podría fomentar estructuras y procesos que faciliten el diálogo y la colaboración entre el clero, los religiosos y los laicos, cimentando una Iglesia inclusiva que supere la polarización y promueva la unidad, reconociendo la diversidad de dones y carismas, e impulsando una cultura de escucha y discernimiento comunitario.

Asegura haber adoptado el nombre de León XIV como tributo a León XIII, cuyo legado perdura, especialmente a través de la encíclica Rerum Novarum (1891), documento que inauguró el magisterio Papal en materia de Doctrina Social de la Iglesia. En aquella epístola, León XIII abordó los intrincados desafíos de la modernidad, con particular énfasis en el antagonismo clasista y las adversidades que afligían a la sociedad de su tiempo. Con una mirada crítica y perspicaz, denunció cómo el sistema capitalista, imperante en los ámbitos social, político, económico, cultural y jurídico, obstaculizaba la plena realización de la persona humana. Asimismo, advirtió sobre los peligros de propuestas alternativas, que, buscando remediar tal situación mediante diversas formas de colectivismo, también atentaban contra el desarrollo integral del ser humano.

León XIII discernió con claridad la tendencia del capitalismo a subordinar tanto al individuo como al Estado a la lógica implacable del mercado. En contraposición, identificó en las ideologías colectivistas el error opuesto, o sea, la sujeción del individuo y el mercado a los designios del Estado. Frente a estos extremos, postuló la necesidad de situar tanto al mercado como al Estado al servicio de la persona. Con esta visión, estableció un principio fundamental del humanismo cristiano y de la justicia social, proclamando que la persona humana debe ser el sujeto y el centro, el alfa y la omega de todo proyecto sociopolítico.

Con tan solo unos días desde su elección, los mensajes y las actividades de Prevost ya revelan ecos sustanciales de pontífices predecesores. Se percibe, por ejemplo, la resonancia de Juan XXIII, cuyo magisterio en la encíclica Pacem in Terris (1963) abrazó con firmeza y sensibilidad la causa de la paz mundial y un orden internacional cimentado en los Derechos Humanos. Asimismo, se distingue la herencia de Pablo VI, quien en su encíclica Populorum Progressio (1967) erigió el diálogo como un pilar fundamental para la solidaridad, el progreso, el bien común y la estabilidad del escenario global. De Juan Pablo II, Prevost parece compartir la vocación de involucrarse directamente en las dinámicas políticas mundiales, yendo más allá de la mera enunciación. Con Benedicto XVI, se intuye una búsqueda de profunda solidez teológica, mientras que de Francisco emana un marcado compromiso pastoral.

No obstante, si debiera aventurarme a señalar una afinidad particular, al menos en este incipiente momento, sugeriría una “armoniosa” confluencia de las improntas de Juan Pablo II y Francisco. Si bien es altamente probable que Prevost desarrolle un estilo distintivo, dada su evidente capacidad y vocación para ello, así como su comprensión de la responsabilidad y la oportunidad que su cargo le confiere en la actual coyuntura mundial, caracterizada por el agotamiento, la inestabilidad, la incertidumbre y la ausencia de paradigmas, estrategias positivas y liderazgos sociopolíticos robustos. Su trayectoria inicial evoca una interesante síntesis de dinamismo político y cercanía pastoral.

Desde sus primeras intervenciones públicas de carácter social, el Papa León XIV ha situado en el centro de su mensaje la urgencia de la paz y la convivencia global. Con una atención particular dirigida a los conflictos internacionales, especialmente en Ucrania y Gaza, ha elevado un llamado apremiante a los líderes mundiales para que prioricen el diálogo y la negociación como vías indispensables para la resolución de las controversias. Su voz también se ha alzado en defensa y promoción del Oriente cristiano, con especial énfasis en la diáspora, subrayando su inestimable riqueza espiritual. Consciente de las profundas fracturas entre la opulencia y la indigencia que atraviesan continentes, naciones e incluso el tejido interno de las sociedades, el Pontífice ha instado a la acción para remediar estas lacerantes desigualdades, enfatizando la primacía de la justicia social. Su reciente respuesta a Ibrahim Traoré, presidente de Burkina Faso, revela una impresionante comprensión, sensibilidad, empatía y compromiso con los pueblos de África.

En este contexto, ha articulado su visión de una “economía con alma”, una perspectiva que exige la integración de consideraciones éticas y humanas en las dinámicas económicas. Esta visión crítica la tendencia reduccionista de modelos económicos que conciben a las personas como meras “variables funcionales” y expolian los recursos naturales. En consonancia con esta idea, durante su discurso a la Fundación Centesimus Annus, expresó su profundo anhelo por la continua evolución y la aplicación de la Doctrina Social Cristiana como respuesta a los apremiantes problemas de nuestro tiempo. Enfatizó, asimismo, la trascendental importancia de los principios éticos como guía moral indispensable, intrínsecamente ligados al desarrollo de un pensamiento crítico y perspicaz, herramienta esencial para discernir la compleja naturaleza de estos desafíos contemporáneos y abordarlos con eficacia.

En los meses venideros se desvelará si León XIV encarnará las expectativas que su reciente aparición ha suscitado. Si este auspicioso escenario se confirma, como parece plausible, quedará por discernir si las fuerzas del egoísmo, el oportunismo y la hipocresía, lamentablemente presentes tanto en el mundo secular como en el eclesial, no lograrán menguar su ímpetu o aislarlo, precisamente en virtud de la singularidad que define su enfoque pastoral y político.

SOBRE LOS AUTORES

( 110 Artículos publicados )

Director de Cuba Próxima. Jurista y politólogo. Miembro del Diálogo Interamericano. Editor de la revista católica Espacio Laical (2005-2014) y director del Laboratorio de Ideas Cuba Posible (2014-2019).

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Comentarios

  1. Excelente presentación del horizonte etico, conceptual, teológico y sociopolítico para definir y valorar la ejecutoria de León XIV, el nuevo Papa.

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