La Patria es dicha de todos, y dolor de todos, y cielo para todos. José Martí

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El principal desafío del movimiento antirracista es la democratización de Cuba

Han tenido y tienen que enfrentar la descalificación, el acoso, la represión y las detenciones arbitrarias durante más de seis décadas. Por ello el principal desafío consiste en la democratización de Cuba, en la restitución de las libertades fundamentales y el respeto a los derechos humanos como primer paso para crear el espacio y el entramado cívico para realizar sus proyectos de lucha contra la discriminación racial, que no es legal, pero está en las mentes, en la cultura heredada.

31 May 2024
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Imagen © Dimas Castellanos

Respuestas de Dimas Castellanos al dossier de Cuba Próxima titulado Acabar con el racismo en Cuba no puede ser una tarea pendiente, en el que también participan Maikel Pons Giralt, Paula Haydée Guillarón Carrillo, Melisa Cores Padrón y Ulises Padrón Suárez.

Acerca de los criterios expuestos por Walterio Carbonell en Crítica a cómo surgió la cultura nacional.

Al respecto me remito a tres de sus planteamientos:

1- Se pregunta “¿Podrá la cultura de los esclavistas ser considerada como la cultura de la Nación?” “¿Acaso la cultura popular, cuya fuerza reside en la tradición negra, no es tradición cultural?”, para lamentarse de “que la concepción colonialista de la cultura mantenga vigencia entre nosotros.” Comparto algunos criterios y difiero de otros. Coincido con que la cultura de los esclavistas no puede ser considerada como la cultura de la Nación, que la cultura popular, cuya fuerza reside en la tradición negra, es tradición cultural. Pero el hecho de que la concepción colonialista de la cultura mantenga vigencia entre nosotros, no se puede responder con un monosílabo. Aquí entra en juego el ajiaco de Fernando Ortiz. La cultura hispana con la africana, y en menor sentido con otras culturas, se cocinó a fuego lento durante siglos. Algo que el mismo Walterio acepta al plantear que “es realmente interesante y contradictorio el hecho de que fenómenos culturales de un pueblo sometido lleguen a formar parte de los fenómenos culturales de la clase dominante, que fenómenos culturales de la clase sometida devengan superestructuras ideológicas de la clase que está en el poder”.

2- Tampoco difiero de su afirmación acerca de que la jerarquía eclesiástica “No han podido librar un solo combate digno contra el Poder Revolucionario. El Poder Revolucionario expulsó a los curas, expropió sus colegios y universidades y nada ha ocurrido”. En ese sentido Walterio arriba a la conclusión de que “no es porque el Poder Revolucionario en Cuba sea más fuerte que todos los poderes revolucionarios habidos en el mundo, sino porque el catolicismo era mucho menos fuerte aquí que en otras partes del mundo. Si hubiera sido solamente el caso del catolicismo, estaría de acuerdo; pero lo real es que ese fue el caso de todas las religiones y las asociaciones fraternales, de los partidos políticos tradicionales, de la burguesía cubana despojada de sus propiedades mediante confiscación o la sustitución de la Constitución de 1940 por la Ley Fundamental del Estado Cubano, unos estatutos constitucionales con los que el poder revolucionario dirigió al país hasta 1976.

3- “A la luz de estos principios cabe preguntarse si nuestro pueblo ha creado una auténtica cultura. ¿Somos radicalmente diferentes de África o de España…?  No somos radicalmente diferentes, pero tampoco la suma de las culturas de África y de España. Se trata de un proceso mediado por la criollización del peninsular y del africano, y el primero, cierto es, fue el criollo negro, que no vino de paso, sino que lo trajeron sin posibilidad de regreso.

Respuestas a las preguntas:

1- El mito de la ‘democracia racial’ [1] antecede a la Revolución cubana. ¿En qué medida podemos afirmar que la perspectiva de ‘democracia racial’ tuvo continuidad luego de 1959 y cuáles fueron sus especificidades en ese contexto histórico-social?

Considero que ese mito, utilizado “para matizar y hasta negar el racismo que persiste en la sociedad brasileña”, en Cuba no ha sido muy empleado, al menos explícitamente. Como tal ese mito antecede a la Revolución cubana de 1959, pero con una diferencia fundamental que se deduce de una mirada a nuestra historia.

Hasta mediados del siglo XIX entre blancos y negros existía una diferencia radical marcada por la posición de cada uno en la estructura colonial. Los blancos poseedores y los negros desposeídos, no solo de economía, sino de todos los derechos, incluso de sus idiomas originales con excepción —como dice Walterio Carbonell, de la música y la religión—. Los negros devinieron criollos, antes y diferentes al criollo blanco; lo cual obstaculizó la gestación de un sentimiento colectivo de nacionalidad.A pesar de ello, gracias a la organización de los cabildos africanos, se inició un proceso de interacción social entre negros y blancos, cuya máxima expresión fue su participación conjunta en las tres guerras de independencia. Los blancos aspiraban a mayores libertades económicas y políticas; mientras los negros a la abolición de la esclavitud, por la que venían luchando desde mucho antes. El hecho de que Carlos Manuel de Céspedes y otros hacendados liberaran a sus esclavos para emplearlos como soldados, no significa que ellos carecieran de motivos propios para participar en la lucha. A la Guerra de los Diez Años se incorporaron como soldados y alcanzaron altos grados, pero en la de 1895 llegaron a ocupar los más altos cargos militares. Sobre esa comunidad de ideales, a pesar del racismo, germinó la raíz de la nación posible. Sin embargo, el fin de las guerras no se acompañó con la igualdad aspirada. Como dice Aline Helg, el negro siguió siendo lo que era, sencillamente, un “negro”.

Con la República inaugurada en 1902 Cuba se constituyó como Estado, pero sociológicamente, al carecer de una conciencia de pertenencia y destino común, no conformaba una nación. La mejor prueba de esta tesis es que en 1907 se fundó en La Habana la Agrupación Independiente de Color, renombrada en 1908 como Partido Independiente de Color —primer partido de negros del hemisferio—. En Previsión, órgano del movimiento, su líder, Evaristo Estenoz escribió: Nada puede esperar la raza de color cubana de los procedimientos usados hasta aquí por los partidos políticos porque nada han hecho que pueda ser para nosotros apreciable”[1].El PIC, declarado ilegal en 1910 por una enmienda constitucional, luchó por derogarla, y en 1912 decidieron alzarse. Sus miembros fueron masacrados en nombre de la “Nación” contra “la raza inferior”. El negro a su “lugar”, entorpeciendo una vez más el proceso de conformación de la nación cubana.

Después de este trágico acontecimiento en 1914 se creó la Sociedad de Estudios Científicos y Literarios con la divisa de “Salvar a Cuba por la educación”, una adaptación de la idea de los negros norteamericanos que crearon la National Association for the Advancemente of the Colored People. Y gracias a la libertad de prensa, se desarrolló un debate acerca del tema racial que arrojó resultados importantes.  El Nuevo Criollo dirigido por Rafael Serra, El Heraldo de Cienfuegos, El Comercio, El Puritano, Palpitaciones de la raza de color, La Prensa; Labor Nueva, Previsión, Ideales de una raza (columna dominical dirigida por Gustavo Urrutia en el Diario de la Marina entre 1928 y 1931), la revista Bohemia y periódicos como Noticias de hoy, entre otros órganos de prensa, escenificaron —según el escritor Tomás Fernández Robaina— el más amplio debate habido hasta entonces.

Ese debate explica por qué, durante los períodos presidenciales de Alfredo Zayas (1921-1925) y de Gerardo Machado (1925-1933), algunas figuras negras ocuparon posiciones administrativas y políticas, aunque el status del sistema no varió[2].  Aquí se puede hablar de la “democracia racial”, en Cuba, la cual tomó cuerpo en los debates de la Asamblea Constituyente y en el texto de la Constitución de 1940, que refrendó un principio antirracista fundamental: “se declara ilegal y punible toda discriminación por motivo de raza, color o clase y cualquiera otra causa lesiva a la dignidad humana. La Ley establecerá las sanciones en que incurran los infractores de este precepto”[3]. También estuvo presente durante la presidencia de Ramón Grau San Martín (1944-1948), quien en 1946: Dije en una reunión anterior que la discriminación racial en nuestro país está pasando a la historia y que no volverá a presentarse en el camino de nuestro progreso”. De igual forma, el presidente Carlos Prío Socarrás (1948-1952) fustigó la discriminación en un discurso ante los restos del general  Antonio Maceo, ante su tumba en el Cacahual.

El gobierno revolucionario que tomó el poder 1959, propinó un fuerte golpe al racismo con medidas educativas e institucionales abrió a los negros las puertas de lugares prohibidos, de empleos y de instrucción. En marzo de 1959 Fidel Castro dijo: “¿Por qué no escribimos artículos contra la discriminación racial? ¿Por qué no abordamos este problema? ¿Por qué no invertimos unas cuantas cuartillas en escribir y demostrar científicamente que es absurdo?”[4]. El error estuvo en considerar que la discriminación racial como resultado de la sociedad clasista y que, una vez eliminadas las clases, el racismo desaparecería. Desde ese desacierto se proclamó el fin del racismo en Cuba, pero como dice Aline Helg “no se hizo ningún intento para lidiar con las raíces culturales del racismo. A la vez, no se mencionó la singular experiencia de ser negro, y como antes, los negros y mulatos cubanos tuvieron que integrarse a la cultura dominante”.[5]

Como resultado de esa ilusión, el problema racial regresó a la peor posición en la historia de Cuba. La crisis del socialismo real en 1989 sorprendió a los negros indefensos ante el resurgimiento de conductas racistas. El racismo, expulsado de los espacios públicos, se refugió en la cultura y allí permaneció en espera de mejores tiempos. El negro, que por sobradas razones históricas no emigró en los primeros años de la Revolución, quedó excluido de las remesas familiares, lo que explica la presencia masiva de negros durante los acontecimientos de agosto de 1994, conocido como el “Maleconazo”.  Por esos argumentos considero que esa supuesta ‘democracia racial’ tuvo continuidad, pero con grandes diferencias.

2- ¿Hasta qué punto esta suerte de “democracia racial” a la cubana instaurada con la Revolución cubana obstaculiza el debate sobre la persistencia de manifestaciones (menos o más veladas) racistas en la Isla?

La consideración de que al suprimir las clases sociales el racismo desaparecería, formó parte de una estrategia más abarcadora puesta en escena desde que Revolución tomó el camino hacia el totalitarismo. Se trató de unificar todo lo existente y someterlo al dominio de una ideología y de un partido político, con todos los poderes concentrados en una persona: el Comandante en Jefe, Primer Ministro, y Primer Secretario del único partido político permitido. Esa concentración de poder se acompañó con la eliminación de todos los propietarios privados de medios de producción, con la nacionalización de la enseñanza, con el cierre de las escuelas normales para la formación de maestros, con el monopolio estatal sobre los medios informativos y las instituciones culturales, y con la disolución de las infinidad de asociaciones que existieron hasta 1959, incluyendo las de negros y mulatos. Y de forma paralela, la promulgación de medidas populares, como la eliminación de las prohibiciones para que los negros pudieran asistir a los lugares vedados como algunas playas, y de declaraciones en forma de consignas: “que la Universidad se pinte de negro, de mulato, de pueblo”, formulada por Ernesto Guevara, en diciembre de 1959, sin tener en cuenta la complejidad del problema racial. Todo ello explica el efecto negativo que tuvo suspender el debate sobre la persistencia de manifestaciones que permanecieron ocultas en las mentes.

3- La movilidad social de las afrocubanas y afrocubanos que la revolución cubana parece haber creado el prototipo del “negro malagradecido”, presente en insultos y recriminaciones que las personas reciben cuando, por ejemplo, expresan públicamente sus críticas al gobierno y sociedad cubanos. ¿En qué lugar somos colocados los afrocubanos según esta perspectiva? 

Eso forma parte de la propaganda introducida en las mentes gracias al control absoluto del poder sobre de los medios de comunicación. La fórmula es sencilla: como la revolución “eliminó el racismo”, los negros tienen que estar agradecidos. De manera que el que se manifieste de forma crítica a un proceso tan “hermoso”, no es más que un desagradecido o un contrarrevolucionario. Por tanto, los negros quedaron excluidos de expresar un pensamiento propio. Las consecuencias de esa experiencia, dirigida a disminuir el pensamiento crítico y sostener a falsa unidad, la hemos vivido casi todos los negros en Cuba.

4- Como comunicólogo emigrado, percibo que en Brasil el debate sobre racismo, racialidad y las contribuciones de las culturas de los millones de africanos que fueron esclavizados y de sus descendientes a la cultura nacional ha ido ganando más fuerza en los ámbitos académicos, cultural, escolar, mediático y empresarial. ¿En qué espacios se ha dado y se está dando hoy ese debate en Cuba y qué impacto tiene en los decisores políticos?

Eso que está ocurriendo en Brasil es un tema pendiente en Cuba. Con la implantación del totalitarismo, el cierre de todos los espacios antes existentes, y la desaparición del debate en los medios de comunicación, el tema racial, como dije antes, es una asignatura pendiente. Al eliminarse la libertad de expresión el debate del tema racial quedó reducido a pequeños grupos y limitados espacios de la sociedad civil emergente, sin suficiente fuerza ni status legal. Ejemplos de ella son los siguientes tres: 1- la Cofradía de la Negritud fundada en 1998, que desarrolló conferencias, debates, exposiciones de filmes, análisis de la historia racial en Cuba entre otras actividades. En enero de 2010 la Cofradía envió al parlamento cubano una Carta Abierta reclamando que cumplieran con su deber y asumieran la responsabilidad que les corresponde acerca del racismo y discriminación racial, y la respuesta fue la represión y las prohibiciones. En los últimos dos años, aunque le han permitido alguna que otra actividad, el status de ilegalidad anula sus proyectos; 2- ElMovimientode Integración Racial Juan Gualberto Gómez, fundado en agosto del 2000 por el matrimonio de José Vélez Hernández y Esperanza Almeira, quienes emigraron. Después la dirección la asumió Manuel Aguirre Labarrere (Makandal), pero carecen de recursos para el trabajo y de una membrecía, por lo que su influencia es casi nula: 3- El Comité de Ciudadanos por la Integración Racial, creado en 2008, presidido por el luchador por los derechos humanos Juan Antonio Madrazo Luna, quien ha sido acosado, detenido y amenazado constantemente. Mientras las asociaciones creadas desde o con el permiso del poder tratan de vender la imagen de que existe un debate del tema racial en Cuba. Con esa situación, la afirmación de Elías Entralgo, acerca de que “El negro es vital en la historia cubana, como el azúcar para la economía”[6], ha sido neutralizada.

5- ¿Cómo evaluaría hoy la representación de afrocubanas(os) y mestizas(os) en el emergente sector privado, de un lado, y en el sistema político cubano?

Primero, el sector privado en Cuba, como se entiende en Brasil, no existe. El cuentapropismo y las recientes Mipymes, no surgieron espontáneamente de la libertad económica, sino como resultado de la incapacidad del totalitarismo, para cambiar sin cambiar, pues se han creado desde el poder, con las correspondientes trabas para evitar que se forme nuevamente un empresariado nacional, es decir, una clase económica nacional. Además, los negros están en desventaja económica para emprender ese tipo de iniciativas, por lo que, también aquí, son minoría. Lo mismo ocurre con el sistema político cubano, que ha creado lo que se llama “negros de vitrina”, para dar la impresión de integración en la cúpula gobernante; pero el predominio de los blancos, desde 1959, es casi absoluto. Los negros y mestizos, estén o no capacitados, llegan a esos niveles por la fidelidad al régimen, no simplemente por sus méritos.

6- ¿Considera que la presencia de afrocubanas(os) y mestizas(os) en las instituciones políticas cubanas inciden en los procesos de toma de decisión, en general, y en la aprobación de políticas públicas dirigidas a enfrentar el racismo, en particular?

Para nada, como el Estado cubano considera resuelto el problema racial, la presencia de afrocubanas(os) y mestizas(os), no tiene ningún significado práctico en este sentido. La toma de decisiones es centralizada, y tantos blancos como negros son simplemente ejecutores de una política trazada desde las alturas. Todo el que ha intentado algo diferente, ha sido defenestrado, pues es el Estado totalitario el que determina los dirigentes de esas asociaciones, las cuales se presentan como una elección democrática.

7- ¿Se ha logrado alguna articulación funcional entre la sociedad civil cubana y el poder público en la elaboración de normas legales y políticas públicas, educacionales y comunicacionales, en aras de superar todas las manifestaciones de racismo que persisten en Cuba?

Primero, como he dicho, en Cuba no existe una sociedad civil independiente como en Brasil. En Cuba esa sociedad civil fue barrida y sustituida por otra, corporativa subordinada constitucionalmente al Partido Comunista. Por tanto, al no gozar de autonomía, no hay articulación. La creación de normas legales de cualquier índole las decide el poder central. La función de la sociedad corporativa es cumplir esas órdenes, mientras la sociedad civil independiente, muy débil, no tiene fuerza para participar o influir en esos asuntos.

8- ¿Cuáles son los principales desafíos que los movimientos de activismo negro y antirracista han tenido que enfrentar en Cuba?

Han tenido y tienen que enfrentar la descalificación, el acoso, la represión y las detenciones arbitrarias durante más de seis décadas. Por ello el principal desafío consiste en la democratización de Cuba, en la restitución de las libertades fundamentales y el respeto a los derechos humanos como primer paso para crear el espacio y el entramado cívico para realizar sus proyectos de lucha contra la discriminación racial, que no es legal, pero está en la las mentes, en la cultura heredada. Como la cultura, junto a la economía, constituyen los pilares básicos para la participación de los ciudadanos en condiciones de igualdad. La democratización de la cultura, sometida actualmente al dictamen “dentro de la revolución todo, fuera de la revolución nada”, y la economía sometida a la primacía estatal y a la planificación centralizada.  El origen de la discriminación en Cuba tiene esa doble raíz, cultural y económica y por tanto la solución tiene que ser económico-cultural.


[1] Tomás Fernández Robaina. El negro en Cuba 1902-1958, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1994, p. 61

[2] Julio Ángel Carreras. Esclavitud, abolición y racismo. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1985, pp. 124-125.

[3] Tomás Fernández Robaina. El negro en Cuba 1902-1958, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1994,p. 144

[4] Tomás Fernández Robaina. El negro en Cuba 1902-1958, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 1994, p.184

[5] Aline Helg. Lo que nos corresponde, la lucha de los negros y mulatos por la igualdad racial en Cuba 1886-1912, La Habana, Ediciones Imagen Contemporánea, 2000, p. 12 

[6] Elías Entralgo. La liberación étnica cubana. La Habana, 1953

SOBRE LOS AUTORES

( 4 Artículos publicados )

Graduado de Ciencias Políticas y Estudios Bíblicos y Teológicos. Periodista independiente, miembro del Consejo Académico del Centro de Estudios Convivencia e investigador adjunto del Observatorio de Libertad Académica.

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