La Patria es dicha de todos, y dolor de todos, y cielo para todos. José Martí

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La emigración y el exilio son imprescindibles para reconstruir Cuba

Con una población envejecida y una presumible migración significativa de jóvenes profesionales y técnicos, la construcción de una Cuba próxima partirá con un déficit de capital humano (que ya se hace notar considerablemente en la Cuba presente), por lo que se necesitará gran cantidad y calidad de fuerza de trabajo (que es el más importante de los capitales que exige cualquier proyecto social).

21 Oct 2023
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Imagen © OnCuba

Emigrar es volver a nacer, aunque siendo menos bucólicos se puede ver como una segunda oportunidad, que no es lo mismo, pero sí es mejor. Se trata de otra ocasión para comenzar, con la ventaja de contar con toda la experiencia de vida acumulada.

De emigrar sabemos mucho los cubanos. Es casi imposible ser de esta nación y no ser un migrante o tener varios amigos, familiares, seres queridos que han partido hacia afuera. Así lo demuestra el casi medio millón de nacionales que, en menos de cuatro años, ha abandonado el país.

De ellos se puede inferir que su mayoría está mejor en el exterior, sobre todo si se tiene en cuenta que todo aquel que no regresa definitivo es porque o se siente mejor en su nuevo hogar o lo prefiere. Así lo indican el hecho de que no exista un registro estadístico o miles de anécdotas de cubanos que regresan para reestablecerse en la isla (de existir una realidad marcada por el regreso definitivo de cubanos emigrados, sería parte del imaginario popular, además de una herramienta de propaganda de la oficialidad difundida por todos lados).

Estados Unidos es el principal destino de esta migración y este exilio cubanos. Allí la reproducción de la vida pasa por condiciones materiales distantes de las escaseces cubanas: se tienen, por ejemplo, alimentos y medios de transporte ‒lujos en Cuba‒ sin pertenecer a altos estratos sociales. Asimismo, su intensa vida laboral («Aquí te pueden botar del trabajo si te ven con los brazos cruzados» ‒te puede decir algún conocido‒), combinada con ciertos «placeres» de una sociedad de consumo, crean una nueva dinámica, una nueva cotidianidad que atrapa (no en vano las revoluciones son aquellos procesos que subvierten la cotidianidad de los sujetos que forman el todo social). Esa reciente cotidianidad ‒esa otra cubanidad en el exterior‒ es parte esencial de la nación presente y futura.

Cuando las leyes de la física transmutadas en agotamiento generen un nuevo estallido social de gran alcance, cuando la fragmentación de una continuidad se quede sin liderazgo, cuando las presiones externas o la materialización de algún principio metafísico terminen con el Gobierno actual, la Cuba destruida será el punto de partida para hacer un nuevo país. Es el momento en que los más de dos millones de cubanos en el exterior serán claves en el proceso de reconstrucción ‒sobre todo si se entiende lo cubano anclado en un espacio geográfico y en la noción de Estado-nación convencional.

Con una población envejecida y una presumible migración significativa de jóvenes profesionales y técnicos, la construcción de una Cuba próxima partirá con un déficit de capital humano (que ya se hace notar considerablemente en la Cuba presente), por lo que se necesitará gran cantidad y calidad de fuerza de trabajo (que es el más importante de los capitales que exige cualquier proyecto social).

Es cierto que es probable que con la caída de la continuidad en el poder aumente el número de visitas vacacionales y familiares de cubanos emigrados, así como de jubilados y pensionados de origen local, incluso de inversores para extraer ganancias. También tiene sentido que regresen permanentemente los nostálgicos y los que prefieran estar en Cuba para trabajar, que de seguro no son mayoría. Pero el cubano asalariado, acomodado o adaptado a la sociedad de consumo, transformado en alguna medida por su nuevo contexto, ¿estará dispuesto a dejar su nueva vida, con todos los beneficios que implica, para regresar y apostar por trabajar en un país con un futuro incierto? Los que volvieron a nacer o tuvieron una segunda oportunidad tras emigrar y/o exiliarse, sobre todo los que llevan años fuera del país, ¿para qué querrán una tercera oportunidad de volver a empezar con el fin de obtener recompensas dudosas?

Dado lo imprescindible que resulta este capital humano y con un balance de fuerzas apuntando a que no regresarán, hacer del país un lugar atractivo para su emigración y exilio tiene que ser un objetivo de políticas públicas y un gran reto para reconstruir la nación cubana en la isla.

SOBRE LOS AUTORES

( 13 Artículos publicados )

Ensayista y poeta. Economista político y editor de La Trinchera.

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Comentarios

  1. Muy cierto asi sera la cuba de hoy todo es un proceso ya falta menos para que sea la cuba de todos y para todos como la soño nuestro apostol que fue un imigrante pero con su cuba en su corazon asi se siente cada cubano dentro o fuera VIVA CUBA LIBRE pronto gritaremos todos

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