La Patria es dicha de todos, y dolor de todos, y cielo para todos. José Martí

La Patria es dicha de todos, y dolor de todos, y cielo para todos. José Martí


Sin acuerdo, no habrá nación: la clave para un nuevo comienzo

Debemos intentar una apertura acordada, aunque lograrlo parezca imposible y tal fracaso conduciría a la ignominia a quienes pretendan protagonizarlo.

06 Ene 2025
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Imagen © Flickr

«No hace bien el que señala el daño, y arde en ansias generosas de ponerle remedio, sino el que enseña remedio blando al daño. Espanta la tarea de echar a los hombres sobre los hombres».

(José Martí, 14 de marzo de 1883).

La crisis cubana demanda una solución urgente, aunque ello resulta difícil. Desde hace mucho tiempo la mayoría social necesita y desea los imprescindibles cambios políticos y económicos, pero el poder ni los necesitaba ni los deseaba. La diferencia ahora es que la sociedad los necesita y desea aún más, y el gobierno también los necesita, si bien continúa sin disponerse.

El poder en la Isla malgastó todas las oportunidades, mientras poseyó mejores condiciones, para transformar el modelo sociopolítico y, como consecuencia, actualmente carece de condiciones que le ofrezcan certidumbres, posee un sistema ineficaz y no tiene claridad sobre una posible agenda estratégica que saque al país de la crisis sin poner en riesgo la seguridad y los intereses de la élite política. Sin embargo, también debería considerar que sostener esta parálisis implica un crimen de lesa patria, e inclusive un suicidio.

Algunos apelan a que el desgaste agote al poder y ello pudiera ocurrir, pero debemos considerar que, en esa dinámica de agotamiento integral, el pueblo se agota con más celeridad y en una dimensión mayor. Apoyar entonces esta opción puede resultar en un aniquilamiento social.

También algunos consideran que ese círculo vicioso pudiera romperse a través de protestas sociales que derroquen al poder y esto no sería descartable, pero igual debemos considerar dos cuestiones. O sea, la ciudadanía padece un agotamiento aplastante y el poder ha perfilado sus capacidades para destruir a cualquier precio las protestas que puedan ponerle en peligro. En tanto, resulta cruel convocar al pueblo que sufre, desde lejos y sin riesgos, para que protagonice en las calles un enfrentamiento con los custodios del poder.

A la vez se hace necesario considerar que el activismo opuesto a la oficialidad no ha logrado prefigurar un nuevo inicio para el país. Reconocerlo constituye un realismo responsable.

De modo que será imprescindible una apertura acordada, capaz de abrir la puerta a la participación de la ciudadanía y esta emprenda la ruta hacia una solución necesaria/posible. Tal inicio deberá partir de dos compromisos radicales; es decir, a favor de los cubanos concretos porque resulta un imperativo comenzar a reducir el inmenso sufrimiento del pueblo, y a favor de horizontes amplios e innegociables en torno a la libertad y los Derechos Humanos, la democracia y el imperio de la ley, el bienestar y la paz. Pero también dispuestos a transitar caminos estrechos para alcanzarlos, que son los propios de cualquier proceso de esta índole.

Para este comienzo, el actual gobierno de la Isla deberá, al menos: – Liberar a los presos por motivos políticos y la vez institucionalizar la Sala de Garantías Constitucionales que refrenda la ley 140/2021, con capacidad para exigir que la Constitución posea aplicación directa y así no esté prisionera de legislaciones de inferior rango que la contradicen. – Institucionalizar una estrategia económica eficaz. – Reformar las normas electorales para que garanticen el acceso de la ciudadanía a las instituciones públicas de representación y gobierno. Estas tres cuestiones tal vez deberían ocurrir al unísono, si bien las enumero sobre todo por razones didácticas.

Pero cualquier nuevo inicio de la sociedad cubana será infructuoso sin medidas desde Estados Unidos que den solidez a la apertura interna. De manera que desde ese país deberán provenir dos medidas, que separo porque una correspondería a la Casa Blanca y la otra al Congreso, es decir: – Establecer relaciones económicas entre las empresas cubanas y las estadounidenses, con acceso a finanzas, tecnología y mercado; y acceso de Cuba a las Instituciones Financieras Internacionales. -Aprobar la creación en Cuba de instituciones que ofrezcan créditos a las empresas; y suspender el ejercicio del Título III de la Ley Helms-Burton.

En este sentido, la solución de la crisis cubana necesita de dos procesos paralelos, uno entre cubanos —que sería la razón política fundamental de todo proceso— y otro entre ambos países. Si estos no ocurrieran con prontitud y eficacia, Cuba quedará instalada tal vez definitivamente en el cuarto mundo. Esto incrementará la pobreza, establecerá una gobernanza caótica, facilitará el desarrollo del crimen organizado con participación internacional e incrementará el flujo migratorio. En fin, Cuba dejará de ser sólo un país agotado para convertirse además en un peligro hemisférico.

Por esta razón, debemos intentar una apertura acordada, aunque lograrlo parezca imposible y tal fracaso conduciría a la ignominia a quienes pretendan protagonizarlo. Pero hemos de asumirlo, a pesar de ello, porque es el modo más integro de posicionarnos ahora frente a la Historia, frente a nuestro país y frente a la propia conciencia. Esto, parafraseando a Carlos Manuel de Céspedes -iniciador de nuestras guerras de independencia, primer ciudadano cubano y Padre de la Patria-, al defenderse ante el ultraje que le imponían numerosos «compañeros de lucha».  

SOBRE LOS AUTORES

( 104 Artículos publicados )

Director de Cuba Próxima. Jurista y politólogo. Miembro del Diálogo Interamericano. Editor de la revista católica Espacio Laical (2005-2014) y director del Laboratorio de Ideas Cuba Posible (2014-2019).

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Comentarios

  1. Es interesante que unos días después de escrito este artículo se anuncie que Cuba liberará a presos políticos (aunque el gobierno cubano no reconoce que lo sean) y, en lo que parece una negociación mediada por el Vaticano (como lo fue el acercamiento con Obama), Biden elimine a Cuba de la lista de estados que supuestamente patrocinan el terrorismo, lista que impone restricciones a Cuba en el ámbito financiero.
    Estos pasos son parte de lo que propone el articulista y es positivo que se hayan adoptado: ni Cuba debería estar en esa lista en primer lugar, ni cubanos debieron ser encarcelados por protestar. Claro, el gobierno cubano dirá que cometieron delitos comunes, pero esto ha sido muy cuestionado, al menos en cuanto a una parte de los encarcelados.
    Por supuesto que las propuestas del artículo son necesarias. La pregunta es si existirá voluntad política de ambas partes, sobre todo teniendo en cuenta que en unos días dará inicio la administración Trump.

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