La Patria es dicha de todos, y dolor de todos, y cielo para todos. José Martí

La Patria es dicha de todos, y dolor de todos, y cielo para todos. José Martí


Un futuro democrático o la continuidad del autoritarismo

Debemos considerar que la mediocridad política únicamente establece despotismos, y la democracia se funda y desenvuelve en valores. Desde esta perspectiva, en el próximo lustro Cuba definirá su futuro: o adoptamos alguna forma de autoritarismo más suave y con algunas libertades, que sustituirá al régimen actual, o emprendemos la construcción de una sociedad y un régimen democráticos.

27 May 2024
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Imagen © EFE

Compartimos el capítulo 9 de una serie de 10 capítulos, autoría de Roberto Veiga González, publicados en el Cuaderno No. 15 de este Centro de Estudios con título «Cuba, bordeando el precipicio».

  “Dos patrias tengo yo: Cuba y la noche.

¿O son una las dos?”

                                                                      José Martí (New York, 1886).

Tal vez en Cuba sucedan cambios políticos sin que llegue un escenario horrendo de confrontación civil. No puedo tener certeza al respecto, pues ya consideré públicamente en 2020 que, ante la crisis, el Gobierno implementaría reformas capaces de evitar una agitación social y tales reformas nunca sucedieron. Aunque, de no ocurrir ahora, se ahondaría el actual cuadro político explosivo.

Resulta difícil otear probables nociones acerca de un acontecer de esta índole. Esbozo cuatro nociones, a modo de ejemplo.

El debilitamiento de la legitimidad y las instituciones, y la parálisis, junto al agotamiento social y la creciente individuación, podrían enrumbarnos hacia una especie de “haitianización”.

También, el empecinamiento, la crisis y el agotamiento pudieran desatar una situación algo caótica (aunque quizá no descontrolada, pues las instituciones públicas podrían agudizar su deterioro, pero no ocurriría igual con las entidades de control). Ello, en ausencia de fuerzas políticas vitales, quizá provocaría la interposición de influencias extranjeras que, junto a determinado segmento del poder, iniciarían un proceso de estabilización acaso con demasiada desventaja para todos.

Igualmente, considerando estos peligros, el poder podría adelantarse y pactar con fuerzas exógenas y, a falta de una sociedad civil dinámica, pudieran instituir un orden de prebendas. Si bien con algún acceso de la mayoría a “pan y circo”, que convierta la Isla en una maquila, capaz de proveer de trabajo “indecente” a intereses económicos particulares, incluso espurios.

Pero también podríamos no llegar a tamaña desvergüenza y comiencen cambios encaminados a que los cubanos tomen el control del país y trabajen por el beneficio que necesitan. En el poder y su entorno existen actores pragmáticos, incluso no pocos anhelan democracia y desarrollo. La generalidad de la sociedad desea libertades, trabajo real y bienestar; e importantísimos segmentos sociales y económicos de la emigración desean ser actores del progreso y del Estado de Derecho en Cuba.

Con estos apuntes no pretendo describir lo que sucederá, pues ello es imposible. Sólo presento elementos que estarán presente en el futuro próximo, sencillamente porque ya existen en potencia, y se formularán de un modo u otro en dependencia de la acción u omisión humana.

Tal vez esté cerca la democracia porque sean posible las libertades de asociación y prensa, los derechos políticos y el acceso a los cargos de autoridad, entre otras razones. Pero la edificación de un genuino Estado democrático será una labor progresiva y compleja, siempre sostenida por ciudadanos demócratas.

Debemos considerar que la mediocridad política únicamente establece despotismos, y la democracia se funda y desenvuelve en valores. Desde esta perspectiva, en el próximo lustro Cuba definirá su futuro: o adoptamos alguna forma de autoritarismo más suave y con algunas libertades, que sustituirá al régimen actual, o emprendemos la construcción de una sociedad y un régimen democráticos.

Sólo de un sujeto con peso político podría provenir el comienzo de un cambio democrático en Cuba. Tener peso político demanda capacidad de aportar o de atraer recursos económicos y/o políticos y/o de fuerza. Habría que profundizar acerca de cuáles ámbitos de la oficialidad pudieran ostentar esta capacidad e interesarse por prefigurar las transformaciones sociopolíticas necesarias.

En tal sentido, algunos destacan a los institutos militares, pues están cohesionados alrededor de un criterio profesional que contiene un hálito nacionalista y a través de diferentes círculos de lealtades internas, con un criterio de control que pasa por el bienestar y la estabilidad, y poseen cierta autonomía económica que les ofrece franquicia institucional. Fortalece esto considerar que, a pesar de no tener un estatus político por encima del PCC, fueron las entidades fundadoras de la Revolución, y por haber ganado “épicas” guerras en África.

No poseemos una sociedad con praxis política, algo indispensable para lograr una ciudadanía democrática. Lo actores no oficiales carecen de estructuras desarrolladas, poseen frágiles proyecciones ideológicas que, en algunos casos, están reducidas a propuestas fundacionales y no logran incidencia social. Por ejemplo, no hay partidos políticos con suficiente membresía, ni grupos de trabajo cuyos análisis sean vinculables al desempeño de institutos, ni medios de prensa o editoriales en conexión con la generalidad de sus lectores naturales.

Sin embargo, debemos reconocer el desarrollo de activismos sociales y la capacidad creciente de rechazar las injusticias que provienen del poder. También distinguimos actores grupales e individuales que intentan pasar al campo de la operacionalidad política; por ejemplo, la concertación democrática D Frente, integrada por miembros directos y organizaciones significativas, como la Asociación Francia por la Democracia en Cuba, la Asociación de Madres y Familiares de Presos por la Amnistía, el Centro de Estudios Cuba Próxima, la Coalición Feminista, el Consejo para la Transición Democrática en Cuba que está integrado por diversas agrupaciones, el Movimiento San Isidro y la Red Femenina.

En un escenario de cambios, con libertades aseguradas, algunos de estos podrían emerger con capacidad de influir en el decurso sociopolítico, incluso prefigurarlo. 

Seguramente también podría provenir vitalidad de actores de la actual “sociedad civil oficial”. Por ejemplo, asociaciones científicas que critican proyectos turísticos que destruyen la naturaleza, así como centros académicos que abogan por una economía eficiente, por la igualdad de género, por la igualdad racial, por el cuidado del medio ambiente.  

Considero que podríamos sentir optimismo de conseguir -en los próximos años- garantías legales y judiciales a los Derechos Humanos, una ruta hacia el desarrollo económico, y un pacto por la educación y el apoyo a la ciudadanía en desventaja, con un testimonio político -quizá modesto, pero maduro y preferiblemente plural- de la Cuba que queremos.

Me refiero a la apuesta por el orgullo de ser ciudadanos apreciados del mundo, a partir de nuestra capacidad para la prosperidad y la paz, y para ser pequeños e incluso pobres, pero dignos y generosos, hasta en las peores situaciones. Por medio de una República sustentada en la libertad y los Derechos Humanos, el civismo político y la inclusión, el desarrollo y el bienestar, la seguridad ciudadana y el Estado de Derecho. A partir de una ciudadanía laboriosa y democrática, sobre todo por la manera libre y respetuosa con que promueva su cosmovisión ideo política y se relacione con las otras.

SOBRE LOS AUTORES

( 104 Artículos publicados )

Director de Cuba Próxima. Jurista y politólogo. Miembro del Diálogo Interamericano. Editor de la revista católica Espacio Laical (2005-2014) y director del Laboratorio de Ideas Cuba Posible (2014-2019).

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Comentarios

  1. La oficialidad está muy lejos de la realidad del pueblo y creo que ha quedado demostrado que siempre van apostar por la represión, el cambio, creo yo, será violento y tendrá su génesis en la avaricia de los ámbitos de la oficialidad y/o en los militares, debe desaparecer previamente el caudillismo asociado a ciertos personajes que, independientemente de su edad, siguen aferrados al poder aunque ya no pueden aportar nada que no sea sufrimiento. Creo que la principal tarea de los “actores grupales e individuales” pro democracia es alcanzar “pasar al campo de la operacionalidad política” y lograr un poder de convocatoria que les permita “desmontar” cualquier intento de “cambio” de carácter no democrático, una tarea compleja si se tiene en cuenta la poca vocación democrática que posee el pueblo de Cuba en su mayoría. Quisiera pensar que la transición va a ser pacífica pero, dadas las circunstancia, lo anquilosado del pensamiento oficial y los intereses de las castas relacionadas con el poder es muy poco probable la verdad, a menos que surja un “Juan Carlos de Borbón” que nos “regale” la democracia, vamos a tener que lucharse con inteligencia, porque la fuerza no está del lado de la democracia, no de momento. Esa es la mayor tarea que tendrá la intelectualidad cubana en un futuro próximo.

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