La Patria es dicha de todos, y dolor de todos, y cielo para todos. José Martí

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Apuntes sobre derechos humanos en Cuba

Lo más importante es que los derechos políticos, económicos, sociales, culturales y a la diversidad se expresen en armonía y no se excluya ninguno de ellos, sin que haya que esperar a que se elimine el conflicto con Estados Unidos

02 Sep 2022
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Foto © Andrés Barbiani

Apuntes sobre derechos humanos en Cuba

Por Mario Valdés Navia

I

Si bien la teoría de los derechos humanos es una conquista del pensamiento moderno y bandera de lucha de la humanidad progresista contemporánea, sus antecedentes se remontan a la época de conquista y colonización de las Américas y Cuba en particular. La Isla fue escenario primigenio del apostolado de Fray Bartolomé de Las Casas, quien se erguiría ante las arbitrariedades de la Conquista en nombre de la humanidad.

En su famosa controversia con Ginés de Sepúlveda (1550), se enfrentarían dos concepciones sobre la naturaleza humana aún vigentes: la lascasiana de que «todos los hombres son iguales como hijos de Dios» y la de Sepúlveda de que «unas razas de hombres son hijos de Dios, por tanto superiores; mientras otras razas son herejes, inferiores a los ojos de Dios». Merecidamente ha ganado la condición de precursor de la lucha por los derechos humanos universales.

En la colonia cubana, las primeras disputas políticas fueron por el derecho a la autonomía de los gobiernos locales respecto al de la colonia. El desarrollo de la factoría de La Habana, unido al abandono de los poblados del interior y el fomento del Comercio de Contrabando, hizo crecer en ellos la defensa de la autonomía local y menosprecio al gobierno central como valores compartidos.

La revolución de Independencia de las Trece Colonias (1776-1783) y la constitución de Estados Unidos como república federal (1801) contribuyeron a acentuar la influencia creciente de la nación norteña a partir de la complementación económica entre ambos países. Los preceptos de la ilustración y el liberalismo entraban por los puertos en publicaciones e historias, junto a las mercancías y los esclavos.

En busca de modernizar la colonia, la Corona abrió las puertas al establecimiento del sistema de plantación al tolerar el comercio libre con negreros extranjeros y estimular a sus súbditos a dedicarse a la trata. La sociedad colonial entraba de lleno en las iniquidades de la nueva esclavitud, donde hombres y mujeres traídos de África serían considerados menos valiosos que las máquinas y los animales de labor.

Los líderes ideológicos de los independentistas, el presbítero Félix Varela y el poeta José María Heredia, provenían de las clases medias, mientras los grandes oligarcas y militares de carrera nunca descollaron en el separatismo cubano. Con la instauración del fatídico Régimen de las Facultades Omnímodas (1825), verdadera tiranía militar de los capitanes generales, los derechos de los cubanos fueron desconocidos, las cargas tributarias multiplicadas y finiquitadas las esperanzas de transformaciones liberales.

El frenesí esclavista/racista multiplicaba la paranoia de los propietarios. La tragedia hizo eclosión en 1844, al consumarse una brutal represión a la inexistente Conspiración de La Escalera. El resultado fue de miles de negros y mulatos muertos, condenados a prisión o desterrados. Los reformistas que protestaron también sufrieron el rigor tiránico. La represión llevó a la desaparición de la naciente clase media no blanca en Matanzas y La Habana. En lo adelante se consideró a negros y mulatos libres como promotores de todas las conspiraciones antiesclavistas.

Los empeños reformistas reverdecieron con la convocatoria a una Junta de Información a fin de debatir leyes especiales para el gobierno de Cuba y Puerto Rico (1865). En medio de las deliberaciones se aprobaron nuevas cargas fiscales y la Junta fue disuelta abruptamente. Mientras, Antonio de Castro (Viriato de Covadonga) fundaba el cuerpo masónico Gran Oriente de Cuba y Las Antillas (GOCA). Sus nuevas logias se extendieron por los más importantes centros urbanos y fueron engrosadas con la juventud patriótica que acudió con entusiasmo a sus filas.

La base documental para la labor de «pedagogía social» de Viriato eran sus Liturgias de los 33 grados de la verdadera masonería, donde se exaltaban los principios de la Revolución Francesa, el iluminismo, la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano y la repulsa hacia situaciones de la realidad cubana: esclavitud, tiranía, soberbia y menosprecio a las libertades individuales.

Del GOCA salieron una parte considerable de los líderes, jefes y oficiales de la futura República en Armas. El carácter democrático-liberal avanzado de sus doctrinas fortaleció las condiciones subjetivas que harían posible sostener, durante diez años, la hoguera de una revolución independentista y abolicionista.

La contienda por los derechos a la libertad y la justicia, no solo a la independencia nacional, ocupaba a los patriotas cubanos del siglo xix. Prueba de ello fue lo ocurrido en torno al involucramiento martiano en el Plan Gómez-Maceo de 1884. Su conocido incidente con los grandes jefes le hizo marcharse abruptamente y postular:

(…) es mi determinación no contribuir en un ápice, por amor ciego a una idea en que me está yendo la vida, a traer a mi tierra a un régimen de despotismo personal, que sería más vergonzoso y funesto que el despotismo político que ahora soporta, y más grave y difícil de desarraigar, porque vendría excusado por algunas virtudes, embellecido por la idea encarnada en él, y legitimado por el triunfo.

Para lograr sus fines democráticos, Martí creó dos instrumentos formidables: el periódico Patria ―«órgano del patriotismo virtuoso y fundador»― y el Partido Revolucionario Cubano, organización político-militar de nuevo tipo diseñada para crear una república donde tuvieran cabida todos los cubanos en pie de igualdad.

La intervención/ocupación estadounidense creó un escenario sui géneris para el establecimiento de la república cubana. La frustración de los sueños republicanos por el estigma de la Enmienda Platt y la sujeción económica a Estados Unidos se enfrentaban con las esperanzas latentes de edificar una nación verdaderamente soberana y democrática, con igualdad de derechos para sus ciudadanos.

Surgió así una cultura de resistencia que se plasmó en luchas por los derechos políticos, sociales y económicos frente al predominio de la oligarquía y sus amos imperiales. Uno de sus ámbitos más importantes fue el de las elecciones. Temas como el derecho al sufragio universal, el voto femenino y la garantía de los resultados electorales fueron atención permanente de la ciudadanía. Otro fue el de las luchas sociales, donde el arma principal era el derecho constitucional a la huelga, mediante la que se obtuvieron importantes reivindicaciones de obreros, empleados y artesanos.

En 1912, el país vivió un momento terrible, cuando fue reprimida salvajemente la Sublevación de los Independientes de Color por sus derechos preteridos. Las luchas campesinas fueron incesantes y tuvieron su arquetipo en las del Realengo 18 en Oriente (1934), bajo el grito de «¡Tierra o sangre!», victoria del movimiento de masas campesino por el reparto de tierras ociosas. Para avanzar en la conquista de sus derechos, la clase obrera buscó afanosamente la unidad hasta que se constituyó la Confederación de Trabajadores de Cuba (1939), dirigida por el prestigioso líder comunista Lázaro Peña.

Un hito en la promulgación de los derechos sociales durante la Segunda República (1936-1958) fue la Asamblea Constituyente de 1940, protagonizada por personalidades destacadas del país en representación de los principales partidos políticos. Su resultado fue una Constitución considerada en aquel momento la más moderna del mundo por la inclusión de gran cantidad de derechos de segunda generación (económico-sociales) en beneficio de los sectores populares.

El golpe de Estado de Batista (1952) rompió el orden constitucional y el tirano gobernó de facto, a partir de unos Estatutos Constitucionales que unían el Ejecutivo y el Legislativo bajo su potestad. El alegato de defensa de Fidel La historia me absolverá, para demostrar la legitimidad de los sucesos del 26 de julio, se fundamentaba en el derecho reconocido en la Constitución del 40 a la rebelión popular ante la tiranía.

II

A inicios de 1959 se aprobó una nueva Ley Fundamental, que atribuía potestades legislativas al Consejo de Ministros (CM) como Gobierno Revolucionario Provisional (GR). A partir de entonces, se adoptaron una serie de medidas que modificaban la Constitución del 40, entre ellas: designación de Fidel Castro como Comandante en Jefe de las FFAA; supresión de la inmovilidad de funcionarios judiciales y fiscales; pena de muerte para los crímenes de guerra durante la tiranía; y confiscación de los bienes mal habidos a favor del Estado.

Esto provocó la primera crisis gubernamental, con la dimisión de José Miró Cardona como primer ministro y su sustitución por Fidel. A partir de ese momento es el Consejo de Ministros (CM) el que tiene en sus manos las facultades para hacer las leyes y ejecutarlas. En la práctica, el presidente queda como una figura de segundo orden.

Tras iniciarse la puesta en práctica de la Primera Ley de Reforma Agraria (mayo de 1959), que entregara la propiedad de la tierra a más de cien mil campesinos, estalló una segunda crisis gubernamental. El presidente Urrutia fue obligado a renunciar por presión popular acusado por Fidel de entorpecer las medidas revolucionarias. Ante el reclamo popular, este regresó al premierato. Nunca más se habló de elecciones libres y multipartidistas.

La Revolución, a la par que ampliaba los derechos económicos de los trabajadores, constreñía la práctica de derechos civiles y políticos proclamados en la Declaración Universal de Derechos Humanos (Naciones Unidas, 1948), entre ellos los de la huelga, libertad de expresión y asociación política. Los mecanismos de la democracia representativa eran sustituidos por formas más directas donde las decisiones del GR eran avaladas por amplias concentraciones populares en que el líder carismático y el pueblo enardecido establecían nuevos consensos y determinaciones que después eran plasmadas en normas legales.

Así se fue desmantelando no solo el anterior aparato estatal burgués, sino también la rica, diversa y activa sociedad civil que había brotado en el país durante la Segunda República (1936-1958) y tanto había contribuido al triunfo revolucionario.

A fines de 1960, ocurrió un acontecimiento que marcaría la pauta de lo que ocurriría con la diversidad de organizaciones de la sociedad civil en el nuevo statu quo revolucionario: en el X Congreso de la CTC, o primero de la CTC Revolucionaria, Fidel sostuvo que la clase trabajadora quería constituirse en ejército para defender la Revolución y que era absurdo pensar que un ejército estuviera constituido por facciones. El resultado fue la instauración de una dirigencia única donde predominaban los comunistas.

A inicios de 1961, en la medida en que se agravaba la lucha de clases y el conflicto con Estados Unidos, se adoptaban medidas radicales con la oposición que violaban derechos fundamentales, tales como: confiscación de las propiedades de los exiliados y prohibición de manifestaciones anticomunistas.

En el ámbito de la cultura fueron determinantes las reuniones entre Fidel y un grupo de intelectuales y artistas a propósito de la polémica existente en torno a la libertad de creación. En sus Palabras a los intelectuales Fidel definió polémicamente la postura del GR ante las cuestiones del arte y la literatura: «Dentro de la revolución todos los derechos. Contra la revolución ningún derecho».

Al unísono, se creaban condiciones para la expansión de los derechos culturales a las grandes mayorías mediante transformaciones como la Campaña de Alfabetización; creación de la Imprenta Nacional, con ediciones masivas a bajo costo; y la expansión de las instituciones culturales y el trabajo de los instructores de arte en las comunidades.

Entre 1959 y 1965 se libró en diferentes zonas del país una cruenta guerra civil ―considerada por el GR como Lucha contra Bandidos― donde se cometieron numerosos crímenes y vejaciones contra la población civil a partir del uso del terror como arma de guerra, principalmente por parte de los alzados.

En la medida en que Cuba se radicalizaba con una pretenciosa aspiración de construcción acelerada del comunismo en la mente y en la praxis colectiva, se hacía énfasis en la creación del hombre nuevo, libre de los rezagos del pasado y capaz de vivir en la sociedad comunista. Para reeducar a los jóvenes considerados lacras sociales (delincuentes, religiosos, homosexuales, drogadictos, rockeros…) se instituyeron las Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP, 1965). En ellas se enmendarían las supuestas conductas antisociales mediante el trabajo, al estilo de las experiencias totalitarias de Alemania, URSS y China.

En ese mismo orden, en 1968 se efectuó la Recogida del hotel Capri,donde fueron aprehendidos jóvenes a los que Juventud Rebelde acusaba de «excéntricos, melenudos, usar pantalones estrechos, faldas cortas, promover el amor libre, y practicar la bisexualidad y el homosexualismo, representantes de un mundo muy distinto al que construye nuestro pueblo con el sudor de sus trabajadores».

Tampoco los intelectuales escaparon al afán controlador del GR. En 1968 ocurrió el polémico no reconocimiento institucional de dos obras premiadas en el concurso de la Uneac: el poemario Fuera del juego, de Heberto Padilla, y la obra teatral Los siete contra Tebas, de Antón Arrufat, consideradas portadoras de ideas contrarias a la Revolución.

En 1971, una lectura pública de poemas por Padilla provocó su detención. Al más puro estilo estalinista, tuvo que efectuar una autocrítica donde confesaba supuestos pecados políticos y denunciaba a varios colegas. El escándalo internacional hizo que muchos intelectuales simpatizantes de la Revolución Cubana protestaran insultados. En respuesta, sus obras fueron prohibidas y retiradas de las bibliotecas.

Mientras, en el campo económico, los derechos de los productores privados eran aplastados en medio de la Ofensiva Revolucionaria (marzo-abril de 1968) cuando fueron expropiadas todas las pequeñas propiedades, a excepción de campesinos, choferes de alquiler y otros pocos. Todo el comercio minorista y las industrias locales pasaron a ser administrados por los nacientes órganos del Poder Local. De los 57 600 pequeños negocios expropiados, más de la mitad habían surgido después de 1961 y la mayoría eran emprendimientos familiares, o el dueño era el único trabajador.

Durante el llamado Quinquenio Gris (1971-1975), el afán de parametrizar a todos hizo que ni siquiera intelectuales comprometidos con la Revolución escaparan a la censura. En 1974 se vetó por antimarxista la publicación de Ese sol del mundo moral, de Cintio Vitier, texto que explica el lugar de la ética en el pensamiento revolucionario nacional. La primera edición cubana solo ocurrió en 1995.

Tras diecisiete años de provisionalidad revolucionaria, en 1976 se proclamó la Constitución Socialista de Cuba, aprobada en referéndum por la inmensa mayoría del pueblo. En ella se proclamaba a Cuba como aliado de la Union Soviética (sic), y se plasmaba idealmente la nueva realidad del país en sus diferentes esferas: estatal, económica, política, social, cultural y hasta ética. Pródiga en derechos sociales, mantenía la prohibición de la propiedad y el empleo privados y el ejercicio de la mayor parte de los derechos políticos en su limitada versión socialista. Aunque fue modificada en tres ocasiones (1978, 1992 y 2002) estuvo vigente hasta 2019.

Entre 1977-1978 ocurrió un breve pero fructífero período de distensión en las relaciones Cuba-Estados Unidos que permitió la apertura de las Secciones de Intereses en ambos países. Para los derechos civiles lo más significativo fueron los primeros contactos entre La Habana y un grupo de «personas representativas de la comunidad cubana en el exterior» (Diálogo 1978), que permitieron las visitas de los cubanos residentes en el exterior, la reunificación familiar y la liberación de unos 3600 presos políticos.

Los derechos económicos de los campesinos recibieron un beneficio al autorizarse la apertura del Mercado Libre Campesino con precios de oferta y demanda (1980). Duró hasta 1986, en que fue clausurado en medio de las políticas antimercantilistas del Período de Rectificación de Errores y Tendencias Negativas.

El año 1980 marcó un hito con los Sucesos de la Embajada del Perú y el Éxodo del Mariel, cuando unos 142 mil cubanos partieron hacia Estados Unidos en las llamadas Flotillas de la libertad. El vergonzoso espectáculo de acoso masivo y violencia física inspirada por el Gobierno contra aquellos individuos y familias tildados de «escoria» marcó para siempre la memoria colectiva hasta hoy y está presente en el arte cubano contemporáneo en obras teatrales como Huevos, de Ulises Rodríguez Febles.

En 1985, Fidel promueve una mayor representatividad étnica, femenina y juvenil en los diferentes niveles de la administración como solución desde arriba a los prejuicios que seguían existiendo en la materialización de los derechos políticos de estos sectores históricamente preteridos.

Por esa época los artistas empiezan a expresar en sus obras tímidas críticas a los problemas sociales. Juan Formell y los Van Van lanzan su hit La Habana no aguanta más, eco del hacinamiento y desatención que ya se observaba en muchas zonas de la ciudad, hoy agravado y extendido a otras ciudades; y Jorge Luis Sánchez filma su documental El Fanguito (1990), donde daba voz e imagen a las angustias de los habitantes de esa comunidad pobre, a orillas del rio Almendares.

En 1990, ante el derrumbe del socialismo europeo, se convoca a un amplio debate popular en torno al Llamamiento al IV Congreso del PCC. Se realizaron miles de asambleas donde se expusieron numerosas críticas e inconformidades con los modos burocráticos del Gobierno/Partido/Estado. Al final, casi todo quedó en el olvido ante la crisis del Periodo Especial y la realización del IV Congreso del PCC (1991), donde se aprobaron varias transformaciones cosméticas en la vida del país plasmadas en la reforma constitucional de ese año.

Para enfrentar la debacle el Gobierno tuvo que tomar medidas liberalizadoras que flexibilizaron los derechos económicos de la ciudadanía, como la reintroducción del mercado campesino ―renombrado como Agropecuario― y la libre circulación del USD y sus consiguientes remesas del exterior. Para controlarlas se utilizó la corporación Cimex S.A., y fueron creadas la Financiera Cimex S.A. (1984) y American Internacional Services S.A. (1988), actualmente sancionadas por el gobierno estadounidense.

Hasta la pandemia de 2020 el negocio remesas+viajes+mercado dolarizado generaba unos 8000 millones de USD anuales. El desarrollo del turismo en un entorno de doble moneda originó una violación de los derechos de los cubanos al no permitírseles pernoctar en los hoteles para turistas extranjeros y sus instalaciones anexas.

La etapa del Período Especial trajo consigo un crecimiento de la actividad de la Iglesia Católica (Carta Pastoral «El amor todo lo espera», 1993), los artistas (filme Fresa y chocolate, Tomás Gutiérrez Alea, 1994) y el desarrollo de los Parlamentos Obreros, auspiciados por el Gobierno, que generaron miles de opiniones críticas sobre la sociedad y el futuro previsible.

El llamado Verano caliente del 94 trajo consigo las primeras manifestaciones antigubernamentales masivas del período revolucionario, aunque circunscriptas a La Habana: El Maleconazo. La subsiguiente Crisis de los balseros reportó decenas de miles de personas abandonando la Isla y la muerte de cientos en la travesía. Se cerró con un acuerdo migratorio Cuba-Estados Unidos por el que se concederían veinte mil visas anuales a emigrantes cubanos, cifra que nunca ha sido cumplida por Estados Unidos, que, en cambio, ha favorecido con fines políticos las salidas irregulares.

En 1996, ante el derribo de dos avionetas del exilio y la muerte de sus pilotos, Estados Unidos aprobó la ley Helms–Burton, que agudizó aún más el carácter extraterritorial del bloqueo contra Cuba e incluía las reclamaciones de los expropietarios en tribunales estadounidenses para recuperar las propiedades intervenidas. En 1997, el terrorismo volvió a hacerse presente en La Habana con el estallido de bombas en varios hoteles.

En enero de 1998 ocurrió la histórica visita de Juan Pablo II a Cuba. El Papa condenó el neoliberalismo y sus males sociales, así como el bloqueo de Estados Unidos contra Cuba, al que calificó de ilegal e inmoral. Al mismo tiempo, pidió al Gobierno que respetara los derechos humanos, que «Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba».

En ese contexto se presentó el Proyecto Varela, iniciativa ciudadana para hacer cambios constitucionales en la Isla a través de un referéndum, apoyándose en el derecho a propuesta que otorgaba la Constitución cubana a toda iniciativa que consiguiera reunir diez mil firmas. El documento pedía libertades civiles como las de libre asociación y expresión; sin embargo, el gobierno la rechazó tildándola de subversiva.

En septiembre de 1998 fueron detenidos en Estados Unidos los miembros de la Red Avispa, dedicados a obtener información de inteligencia sobre los grupos terroristas de Miami. Cinco de ellos fueron juzgados y condenados a largas penas de prisión luego de un proceso cargado de irregularidades y vicios. En Cuba fueron considerados héroes de la lucha antiterrorista y se inició una campaña por su liberación que culminó en un canje por un ciudadano estadounidense preso en la Isla bajo supuestos cargos de espionaje.

La administración Clinton, acorde a su política people to people, reabrió los vuelos de los comunitarios y los amplió en 1999. En este entorno, surgió el llamado periodismo independiente con la creación de la agencia Cuba Verdad, al tiempo que aparecía, en Las Tunas, la primera Biblioteca Independiente para fomentar el acceso libre a la información, primera de una red que alcanzaría todo el país.

A fines de 1999 se inicia la lucha por el Regreso del niño Elián, que sirvió de punto de partida para la llamada Batalla de Ideas. Seis meses después, la Corte Suprema de Estados Unidos decidió que Elián regresara a Cuba a partir del derecho de patria potestad.

A partir de 2004, el USD es sustituido por el peso cubano convertible (CUC) en la circulación monetaria interna y se impuso un gravamen del 10 % para su cambio en CUC ante las medidas estadounidenses para evitar el empleo del USD por el gobierno cubano. Con el tiempo esta medida se convertiría en una violación flagrante de los derechos económicos de los trabajadores cubanos, obligados a cobrar en una moneda y comprar una parte sustancial de los bienes y servicios que requieren en otra de mucho mayor valor.

Desde que Fidel renuncia a sus cargos al frente del país y Raúl Castro es elegido presidente por el Parlamento (2008), se da inicio a la Actualización del Modelo Económico y Social cubano, que incluyó la eliminación de prohibiciones extremistas (hospedaje en hoteles para turismo internacional, alquiler de automóviles, venta de computadoras, teléfonos celulares) que limitaban los derechos de los nacionales residentes en la Isla.

En el plano económico se revitalizó el trabajo privado con la entrega en usufructo de tierras ociosas a particulares y la ampliación del trabajo por cuenta propia (TCP, 2010). Desde entonces comenzó a entrar al país una cantidad inmedible de inversiones a través de las remesas con el objetivo de ser fuente de financiamiento de buena parte de los negocios privados.

Tras el ascenso al poder de Miguel Díaz-Canel y la amplia discusión pública del proyecto de nueva Constitución, parecía que las reformas se revitalizarían, pero la aplicación del principio de la Continuidad clausuró esas expectativas. Desde 2019, el país ha entrado en una etapa de agudización de la crisis estructural del modelo estatizado y burocrático de socialismo, agravada en 2020 con la pandemia de covid-19, que incluye un agravamiento del manejo de los derechos humanos.

Particularmente impopular y perniciosa para el consumo familiar ha sido la Tarea Ordenamiento (2021), que, lejos de favorecer la reunificación monetaria y cambiaria, ha obligado a usar de manera creciente las tarjetas MLC para la obtención de bienes y servicios de primera necesidad.

La rabia acumulada de los obstinados ―en la acepción cubana de cansados, agotados, agobiados― estalló a lo largo del país el 11 de julio de 2021 en reclamo a sus derechos conculcados. Las acciones fueron desde mayoritarias protestas pacíficas hasta actos vandálicos contra las repudiadas tiendas en MLC y llamados en las redes sociales a una intervención humanitaria en el país.

La respuesta airada de las fuerzas del orden no se hizo esperar tras el llamado del presidente a imponer el orden por la fuerza bajo el lema extremista «La calle es de los revolucionarios». La posterior ola de encarcelamientos, privaciones de movimiento, destierros y largas condenas a prisión por delitos de difícil probatura, como la sedición, tiñeron de tintes oscuros el panorama de los derechos humanos en la Isla.

La falta de un verdadero Estado de Derecho, donde la ley impere por encima de la voluntad del grupo de poder omnímodo y el partido dirigente, hacen que la práctica de los derechos humanos en su integralidad sea aún una quimera en Cuba. Lo más importante es que los derechos políticos, económicos, sociales, culturales y a la diversidad se expresen en armonía y no se excluya ninguno de ellos, sin que haya que esperar a que se elimine el conflicto con Estados Unidos. Ninguna comunidad humana debe esperar por un acuerdo entre gobiernos para disfrutar de los derechos humanos universales.

SOBRE LOS AUTORES

( 8 Artículos publicados )

Profesor, ensayista e historiador. Doctor en Ciencias Pedagógicas.

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