La Patria es dicha de todos, y dolor de todos, y cielo para todos. José Martí

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El callejón sin salida de la corrupción en Cuba

Podríamos dejar de tener a la corrupción y a Cuba en un callejón sin salida. De ellos también emergen las grandes transformaciones. No dejemos -parafraseando a la célebre Bess Myerson (1924-2014)- que nuestra indiferencia nos convierta en cómplices

04 Abr 2024
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Imagen © Travel-Dealz

La corrupción en Cuba es grave y está en callejón sin salida, aunque el poder no lo reconoce. La narrativa oficial manipula, con el mismo impulso que la eleva al plano de la seguridad nacional, la baja al pollo, la bodega y el barrio. Conviene focalizar su naturaleza, peso real y especificidades en el contexto crítico y antidemocrático actual.

Aun cuando los datos disponibles deben considerarse por debajo de la realidad, el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) —indicador más utilizado a nivel mundial— confirma en los últimos años su gravedad y tendencia al incremento en el país. Entre 2021 y 2023   el puntaje —nivel de corrupción, peor según se acerca a cero— fue de 46, 45 y 42 respectivamente respecto a 100. El registro más reciente ubica a Cuba con el peor rango/puesto de su historia, 76 de 180 países.[i]

Sin embargo, el Partido/Gobierno/Estado mantiene el estilo del silencio y las campañas según convenga, e ir por las ramas. Es que las esencias de la corrupción pican muy alto, desde donde se gesta, reproduce y desplaza en grandes proporciones derivando una sociedad enferma. De ahí que en su tratamiento oficial prevalezcan la manipulación, las mentiras y el cinismo como política. Ella en sí misma es –indica el psicoanalista ecuatoriano Rodrigo Tenorio Ambrosi- “esencialmente perversa y cínica”.

Es fenómeno extendido, interseccional y perjudicial para cualquier sociedad. Obstaculiza el desarrollo, profundiza desigualdades y pobreza, debilita el funcionamiento de las instituciones públicas, afecta la democracia y los derechos humanos. Por eso los esfuerzos de organizaciones internacionales[ii] como la ONU y la OEA y la atención de varias ONG nacionales y globales, en especial «Transparencia internacional».

I

Todos esos efectos nocivos empeoran por día en Cuba, donde está atada al modelo de matriz estalinista y forma parte de la crisis sistémica actual. Hace tiempo argumenté casos escandalosos desde los ochenta con verdaderas redes de alto nivel, más el nepotismo y la vida de lujos de familiares de dirigentes, de ellos mismos y sus amigos, verdaderas “familias extendidas” corruptas. Más reciente salta en negocios inmobiliarios, tiendas online y GAESA, por ejemplo, y el estrepitoso y todavía oscuro caso del Ministro de  Economía, Alejandro Gil.

En situaciones extraordinarias la corrupción en la Isla sirve para purgas políticas, cortinas de humo o lavado de imagen de otros –al mismo nivel o por encima- que son iguales o peores. Aparecen los chivos expiatorios y los “sacrificables”, así como las condenas de hasta quienes compartían el día antes con ellos pero “no sabían”.  

El  “combate” oficial más sistemático contra la corrupción, sin embargo, va hacia niveles inferiores, eslabones aparentemente sueltos y aislados, excepciones. Se evaden exámenes de fondo y se protege a los altos funcionarios que tienen sus propias cadenas corruptas  y/o encabezan “casos” en “entidades de base”. Véalo en discursos, propaganda y documentos, incluso de la Contraloría General de la República, que ni es independiente ni controla al poder incluyendo el emporio de los militares, GAESA.

No podía resultar otra cosa que el caos actual. Pasamos de la ineficacia de mecanismos previos a 1959 contra la corrupción a la inexistencia. Se desmontó de todo lo que permitía fiscalizar el patrimonio público y a la burocracia. Se instaló un modelo que la favorece y expande como metástasis social.  

En Cuba durante décadas se han desconocido recomendaciones internacionales y precondiciones probadas para proteger a las sociedades de tal flagelo. Entre ellas:división de poderes; libre ejercicio de los medios de comunicación; instituciones independientes del poder; accionar de la sociedad civil en ONGs; red institucional fuerte y confianza de la ciudadanía en ella; rendiciones de cuenta de los gobiernos; políticas concretas contra la corrupción y acciones de cooperación multilaterales.

II

Nos llevaron al revés. Hoy es tan cierta la gravedad de la corrupción como la incapacidad de resolverla y evitarla dentro de los marcos del actual status quo. Pasado el tiempo inicial de euforia, altruismo y abnegación de las revoluciones, la corrupción proliferó en el fértil terreno de las carencias crónicas, la centralización y burocratización, menosprecio a la ciudadanía, secuestro de la soberanía popular y la falta de transparencia.

Un modelo de sociedad caracterizado por el voluntarismo, la opacidad informativa y el control estatal absoluto. La nueva clase política  se erige en propietaria indirecta de los bienes que supuestamente pertenecen al pueblo. Poderes unificados que no rinden cuentas y se subordinan a  un partido político único (Comunista) con ausencia de un verdadero Estado de derecho.

Otros cinco rasgos del contexto se conectan con lo anterior y con el incremento de la corrupción:   

a- Narrativa oficial movediza y conveniente, desde la tolerancia, la conveniencia y la manipulación, especialmente desde 2005 cuando Cuba firmó la Convención de Naciones Unidas contra la corrupción;

b- Medidas, controles y prohibiciones que favorecen prácticas corruptas y oscuridad en muchas actuaciones gubernamentales, incluidas las campañas;

c- Falta de transparencia y ocultamiento del fenómeno tras la “excepcionalidad” del país y gobierno víctimas, «racionalidad política», «no dar armas al enemigo», «el bloqueo» y la «discrecionalidad informativa». También para no informar sobre empleo del presupuesto, deudas, donaciones, créditos, etc. Todo sirve además como autoprotección de la clase política en el poder.

d- Absoluto control de los medios de comunicación masiva. Contrástese el manejo del tema en Granma y Cubadebate frente a la prensa independiente y proscrita —El ToqueDiario de Cuba,14yMedio, Cubanet y otros—, y algunos intelectuales. 

e- Demostrada inoperancia del andamiaje de normativas, leyes –ejemplo, nuevoCódigo Penal[iii]-, decretos-leyes, estructuras, resoluciones, instrucciones y circulares supuestamente orientadas contra la corrupción. Tributan más a la imagen internacional que a la realidad. De ahí las recurrentes referencias a «prevenir» y fomentar «las buenas prácticas alcanzadas».

III

Ha pasado más de medio siglo. El Partido/Gobierno/Estado, además de  violentar principios de la tradición republicana y controlar hasta la vida privada, es cada vez represivo y solo reconoce a la sociedad civil que se le subordina o no lo interpela.

Todo eso alude a democracia y derechos humanos, incompatibles con la corrupción. Esta crece velozmente mientras el régimen es cada vez más antidemocrático. Véase la expresión de tres regularidades de la correlación corrupción-democracia:  

1.- La corrupción es seria amenaza al desarrollo democrático y distorsiona la visión de las personas inclinándolas a soluciones autoritarias. En Cuba: se estimula y acepta protagonismo de militares en las esferas del poder; el accionar contra la corrupción depende de «una élite» que se protege y enriquece después de destruir «los controles y contrapesos independientes»; es casi nula la capacidad de incidencia ciudadana y la cultura política dominante se centra en obediencia, confianza casi infantil en el Estado y resignación ante la ineficacia de interpelarlo.

2.- Ciertos factores del contexto favorecen ambiente de corrupción y atentan contra la democracia: situaciones excepcionales, desastres, donaciones, pandemia. Todo aplica a Cuba. Cuentan los mencionados del diseño, más el recurso del enemigo y el embargo/bloqueo de EE.UU. Sobre estos dos últimos: uno ha servido al fomento de la “cultura del secretismo” y, para “evadir” al segundo se ha creado un andamiaje turbio de funcionarios y dirigentes y sus redes afectivas en Cuba y otros países.

3.- La alta responsabilidad del Estado, que debe enfrentar la corrupción y garantizar el desarrollo democrático. En Cuba es doble y con la agravante de haberse impuesto un diseño totalitario, estatista y opresivo. Hoy no tiene respuestas plausibles a la crisis estructural, pero sin el menor pudor insiste en que la solución es «socialismo» y «revolución», igual a: continuidad de ellos mismos.

IV

Cuba está rezagada y colapsando. Todos los instrumentos —del ejecutivo, legislativo y judicial—, pecan de las limitaciones que impone el régimen. No existe un Sistema Nacional Anticorrupción y la ciudadanía no puede controlar ni fiscalizar al poder. Se  agravan la disfuncionalidad de la red institucional, el deterioro de los niveles de confianza y la falta de legitimidad de la clase política. También la «especie de pacto entre el gobierno y los corruptos», derivado de la permanencia de personas en cargos durante décadas y la impunidad.

El Estado falla por acción y omisión cuando no adopta medidas adecuadas contra la corrupción, no rinde cuentas y no aprovecha las experiencias internacionales. La democracia está presente hoy en el sistema anticorrupción global, regional y de  países. Diversas experiencias  en Latinoamérica se amplían y/o fortalecen e integran desde el «Compromiso de Lima» (2018).[iv]

Se insiste en impulsar políticas públicas adecuadas y transparentar el funcionamiento de las instituciones estatales; fortalecer el Estado de derecho; promover valores democráticos, especialmente la participación ciudadana controlando la gestión pública, incidiendo en la educación y a través de «acciones colectivas» en especial la «acción política»; robustecer la justicia y los organismos públicos, incluida la independencia del poder judicial y la democratización de los medios de comunicación.

Nada de eso es tema en Cuba. Medios democratizados, participación, ciudadanía y sociedad civil activas, que son esenciales, constituyen carencias, a pesar de reclamos populares y recomendaciones internacionales al gobierno. Por ello la corrupción continúa incidiendo en la falta de democracia y esa misma ausencia estimula la corrupción.

En el diseño cubano no hay espacios para luchas democráticas, y sin ellas no hay desarrollo democrático ni verdadera lucha anticorrupción. No es cuestión de conciencia, reformas o más control, como insiste el gobierno.  Es mucho más que eso.

Podríamos dejar de tener a la corrupción y a Cuba en un callejón sin salida. De ellos también emergen las grandes transformaciones. No dejemos -parafraseando a la célebre Bess Myerson (1924-2014)- que nuestra indiferencia nos convierta en cómplices. Es preciso desmontar el régimen y emprender un nuevo proyecto de país que -como se propone en «La Cuba que queremos»– refunde la República. Que transversalice la democracia y los derechos humanos, proteja a la nación de anomalías que continúan alimentando la corrupción y otros flagelos, y devuelva la soberanía al pueblo. Difícil pero no imposible, se trata de Cuba.


[i] Este indicador utiliza una escala de 0 (corrupción elevada) a 100 (sin corrupción) y mide sobornos, desvíos de fondos públicos, funcionarios que usan su puesto para beneficio personal, nepotismo, capacidad del gobierno para enfrentar esto, excesiva burocracia, protección para quienes denuncian y acceso a información sobre asuntos públicos/actividades gubernamentales. Es el ranking global de corrupción más utilizado en el mundo y califica  a 180 países y territorios en función de sus niveles percibidos de corrupción en el sector público según expertos y empresarios. Como toda medición, es limitada porque es percepción restringida a empresarios y expertos y no mide ciertos tipos de corrupción como el lavado de dinero, soborno transnacional, etc.

[ii]Desde 2003 la ONU aprobó la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción y la OEA cuenta por su parte con un conjunto de Buenas Prácticas Anticorrupción y diversas iniciativas de prevención, monitoreo y cooperación.

[iii] Varios delitos asociados o que podrían estarlo son: abuso de autoridad (174); prevaricación (177); enriquecimiento ilícito (192.1); cohecho en el sector estatal (194.1); tráfico de influencias (193.1); exacción legal (195); negociaciones ilícitas en sector estatal y no estatal (196.1 y 196.2 respectivamente).  También malversación (297.1); actos en prejuicio de la actividad económica o de la contratación (298.1); liberación de cheques sin provisión de fondos o con fondos insuficientes (299.1); 300.1. Solvencia punible, uso indebido de recursos financieros y materiales y otros. 

[iv] El Observatorio Ciudadano de Corrupción (OCC), por citar un caso, integra al Foro Ciudadano de las Américas, la Red Latinoamericana y del Caribe para la Democracia, capítulos nacionales de Transparencia internacional en Latinoamérica y organizaciones de la sociedad civil de más de quince países.

SOBRE LOS AUTORES

( 8 Artículos publicados )

Miembro de la Junta Directiva de Cuba Próxima. Doctora en Ciencias Históricas, Profesora Titular y escritora cubana.

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