Cuba se encuentra en un momento crítico que requiere un cambio estructural profundo para superar la crisis económica y mejorar las condiciones de vida de su población. Las propuestas de reformas deben ser integrales y coherentes, abarcando desde la reducción del déficit fiscal y las transformaciones institucionales, hasta el fomento de diversas formas de propiedad y el desarrollo de sectores estratégicos. Solo a través de un programa de estabilización y reformas bien articulado, Cuba podrá lograr un desarrollo sostenible y mejorar el bienestar general de su pueblo.
La economía cubana enfrenta una crisis tan profunda como la vivida durante el Período Especial en la década de 1990. Entre 2020 y 2024, el país ha experimentado una recesión económica prolongada y una escasez generalizada de alimentos, medicinas, transporte y energía. La economía presenta un agotamiento de su patrón de inserción internacional y una pérdida de credibilidad financiera entre acreedores, inversionistas y proveedores internacionales. Esto ha afectado gravemente la capacidad de generar exportaciones y de producir bienes agrícolas y manufactureros.
Las autoridades cubanas han develado nuevas medidas que formarían parte del plan de estabilización macroeconómica, en el marco de lo que el Gobierno ha denominado «economía de guerra». Varios indicadores económicos cubanos ciertamente parecen ser el resultado de un país en conflicto, aunque son generados en situación de paz. Estas condiciones son consecuencia del desacertado manejo de las políticas fiscales y cambiarias, así como de la reticencia a aplicar reformas de fondo a un aparato productivo monopolizado por empresas estatales sin viabilidad financiera.
Las reformas económicas implementadas siguen siendo parciales y fragmentadas. Las transformaciones estructurales e institucionales del modelo centralmente administrado y monopolizado por empresas estatales continúan pendientes.
Las sanciones del Gobierno de Estados Unidos siguen siendo un obstáculo significativo para la economía cubana. Las sanciones han afectado desproporcionadamente al sector privado y a las familias cubanas, exacerbando la crisis económica. Si bien, a pesar de las dificultades impuestas por las sanciones económicas y el limitado acceso a financiamiento externo, existen espacios para transformaciones internas que se han pospuesto.
Para estabilizar y revitalizar la economía cubana, es necesario implementar un programa de reformas profundas y coherentes que aborden tanto las distorsiones macroeconómicas como las estructurales. A continuación, se presentan algunas propuestas claves que resumen el capítulo «Desarrollo Económico y Bienestar» en el documento elaborado por «Cuba Próxima» titulado La Cuba que queremos, Propuesta para Refundar la República:
– Reducir el tamaño del Estado en la economía para disminuir el déficit fiscal. La reforma monetaria de 2021 reveló la inviabilidad financiera de más de 400 empresas estatales. El cierre, reestructuración o fusión de estas empresas debe ser parte del programa. La propiedad podría entregarse a los trabajadores o venderse a pymes o cooperativas.
– Fomentar la participación de diversas formas de propiedad: empresas públicas, privadas, mixtas y cooperativas. Las empresas públicas deben ser gestionadas con principios empresariales y profesionales competentes. Se deben solucionar los conflictos relacionados con las empresas expropiadas a cubanos y estadounidenses sin menoscabo de las urgencias financieras nacionales.
– Estabilizar el valor de la moneda nacional mediante la combinación de una economía fuerte, la plena convertibilidad del peso, un mercado de divisas unificado y una tasa de cambio flexible. Además, se debe promover una amplia actividad comercial privada y pública con una diversidad de instrumentos fiscales y financieros.
– Realizar cambios en las lógicas institucionales y los marcos regulatorios relacionados con la política monetaria y fiscal. La política monetaria y fiscal deberían autoimponerse ciertos límites para recuperar la credibilidad, corregir los desbalances actuales y evitar que se repitan en el futuro.
– Implementar un programa nacional de fomento y transformación agropecuaria, para aumentar la producción agrícola y reducir la dependencia de importaciones.
– Impulsar el desarrollo de sectores como el turismo, la industria manufacturera, la azucarera, la minería y los servicios profesionales.
– Promover la inversión extranjera en todos los sectores del país, con especial interés en la participación de la diáspora cubana.
– Reconstruir la infraestructura del país para apoyar el desarrollo económico y social.
– Establecer instrumentos tributarios que estimulen el aumento de la producción y garantizar un sistema de impuestos proporcional y progresivo. Esto debe incluir la fiscalización del presupuesto estatal y el uso de los fondos públicos.
– Garantizar la independencia del Banco Central para seguir políticas monetarias que conduzcan a bajos niveles de desempleo e inflación.
– Desarrollar instituciones financieras y crediticias públicas, sociales y privadas para apoyar empresas, personas naturales y ONG.
– Crear un Código de Comercio basado en principios de libertad comercial, licitud de las actividades comerciales, transparencia, responsabilidad social y ambiental, comercio legítimo y respeto a los derechos del consumidor.
Cuba se encuentra en un momento crítico que requiere un cambio estructural profundo para superar la crisis económica y mejorar las condiciones de vida de su población. Las propuestas de reformas deben ser integrales y coherentes, abarcando desde la reducción del déficit fiscal y las transformaciones institucionales, hasta el fomento de diversas formas de propiedad y el desarrollo de sectores estratégicos. Solo a través de un programa de estabilización y reformas bien articulado, Cuba podrá lograr un desarrollo sostenible y mejorar el bienestar general de su pueblo.
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