I
Un mercado cambiario necesita oferta y demanda. Esta nueva medida es una mesa de dos patas. Si el Estado solo compra los dólares, está anclando el valor en el mercado informal muy por encima de 110 pesos cubanos (CUP), que es la tasa real porque el valor de 120 CUP es puramente nominal.
A su vez, el “cambista” informal comprará los dólares por encima de 110 CUP -y las personas lo preferirán por supuesto- y si luego el Estado no vende dólares, el “cambista” los venderá aplicando su margen de ganancia.
En conclusión, el Gobierno está disparando el valor del dólar -todavía más-.
II
Según la ONEI, el 9 de mayo de 2022, el salario mensual promedio en Cuba era de 3,830 CUP. Considerando esto, y aún sin estimar todo el valor que podría adquirir el dólar, sino apenas el que ahora anuncia el Gobierno, tenemos que el salario promedio -¡qué no mínimo!- es de 34.82 dólares al mes.
Entonces, el cubano gana 1.16 dólares al día. Según el Banco Mundial: “La pobreza extrema, definida como la situación de quienes viven con menos de USD 1,90 al día, probablemente afecte a entre un 9,1 % y un 9,4 % de la población mundial en 2020”. En tal sentido, los cubanos pertenecen a ese 9% de la población mundial que vive en extrema pobreza.
Quizá esta nueva tasa oficial sea un reconocimiento oficial, quiéralo o no la clase dirigente, de tan lamentable situación de pobreza.
III
Por último, supongamos que todo funciona como el Estado desea -cosa imposible, ni un demente lo supondría- y llegara a suplantar el mercado cambiario informal. En ese caso deberíamos preguntarnos: ¿cómo creen los dirigentes que podrán cubrir la demanda de CUP por esos dólares que las personas venderán al Estado?
Pues solo podrían hacerlo imprimiendo más dinero, o como mínimo, aumentando la liquidez de la masa monetaria u oferta de dinero en CUP. De este modo, el Estado pasaría sus CUP de las cuentas estatales al bolsillo o las cuentas de ahorro de las personas, lo cual aumentaría lo que se conoce como agregado monetario M1 y M2, y ello acrecentaría la presión inflacionaria.
O sea, están dispuestos a aumentar la inflación, un fenómeno terrible que castiga siempre a los más pobres. El peor de los impuestos regresivos.
Nicolas de Oresme -genio francés y “abuelo” de la teoría monetaria- afirmaba en el siglo XIV:
“Soy de la opinión que la causa principal y final por la que el príncipe quiere aprovecharse de la facultad de alterar las monedas es el beneficio o lucro que de ello puede obtener, pues, de otra manera, en vano haría tantas alteraciones y de tal magnitud. Y, si dijera, como suelen mentir los tiranos, que tal lucro lo va a invertir en utilidad pública, no debe ser creído, pues por la misma razón me podría quitar la túnica y decir que la necesita por el bien común”.
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